premoniciones

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Cierro los ojos dejándome llevar por las carisias dadas a mi cabello. Shari no se separó de mi lado en ningún momento hasta que caí cansada en sus brazos, recordar aquello me dejo sin energías. Él y mi hermano platicaban creyendo que no estaba escuchando nada de lo que decían. Pero aún no estaba dormida 100% solo deje de contar las cosas cuando supuse que lo demás lo deducirían solos.

Había escapado de casa esa misma noche cuando mamá y papá salieron a cenar tan tranquilos como si nunca les hubiera lanzado la bomba nuclear de sus vidas y ahora me hallaba con buenas personas.

—No sé qué hacer— oigo decir a mi hermano —es una bebé, Shari... u-una bebé teniendo a otra bebé, esto es...

—Solo tienes que estar para ella cariño. Ella nos necesitara.

—Estoy tan molesto con nuestros padres... como pudieron ser tan hijos de ¡ahh!— golpea el reposa brazos del sillón donde está.

—Sabes amor. Tenía la esperanza de que todo lo que me contabas de tus padres solo fuera por resentimientos pero ahora...

—Te das cuenta de cómo son en realidad— musito con la voz rasposa. Las carisias en mi cabello se detienen y lo tomo como la señal para incorporarme. Me tallo el ojo izquierdo hinchado, rojo y caliente.

—¿Cómo te sientes?

—Mejor ahora que no cargo con todo el peso.

—¿Porque no me lo dijiste antes?

—Porque tenía miedo— Dostin se pone de pie y se acomoda a mi lado estirando sus brazos y jalándome a su pecho. A los segundos sentí de nuevo las carisias pero ahora en mi espalda que subían y bajaban.

Shari deposito un beso en mi nuca y salió de la sala mientras Dostin y yo platicábamos sobre el tema del embarazo. Cuando el shock emocional pasó Dostin lucia tan emocionado por ser tío, a pesar de ello aún se encontraba aterrado porque era muy chica para ser madre.

Cuando Shari volvió con tres tazas de chocolate, bombones más galletas Dos propuso que saliéramos al corredor aunque el clima estaba fresco no fue impedimento cuando tomamos pequeñas mantas para cubrirnos del frio.

Las calles del condado estaban mayor mente vacías (algo que nunca había visto desde que llegue a la ciudad) las luces de las casas aun encendidas alumbraban parte de las calles que les eran imposible dar luz a las lámparas de los postes. Música de alguna fiesta llegaba hasta nuestros oídos y Dostin estaba molesto por no haber sido invitado ya que por lo regular toda la comunidad era invitada a las fiestas de por aquí. Por eso la vez del cumpleaños de Shari la casa estaba atestada de personas.

Platicamos de los probables nombres que usaríamos para nombrar a mi bebé; pero ni loca llamaría Bartolomeno a mi bebé si era niño ni Alberta si era niña.

Reímos como locos antes las ocurrencias de mi hermano.

—Aún falta demasiado para que mi bebé nazca así que todavía no me preocupare por ello— me lleve la taza de chocolate tibio a los labios y bebí.

Shari y Dostin se daban cariñitos mientras hacían esa melosa voz de enamorados.

Mientras miraba al par mostrarse amor en público, sin miedo a las críticas de personas de poca moral, me sentí feliz y plena por ellos, por tenerse el uno al otro, sonreí viendo a lo lejos a un chico quien se aproximaba deteniéndose al otro lado de la cerca; era un amigo de Shari —recuerdo haberlo visto en la fiesta— este era alto de hombros robustos y cuerpo delgado, llevaba una peluca rosa chicle de pelo sintético. Dudando en si entrar o no se recargo en la puerta de la cerca, estiro la mano y la agito de lado a lado llamando la atención de los tortolos.

LA CIUDAD GAY ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora