Me gustaba el silencio que se extendía en la casa de Dos, no era tan sepulcral como la de mis padres que podías escuchar el eco de tus propias pisadas al caminar; incluso de tus propios pensamientos si lo deseabas. Nunca logre entender para qué querían esa enorme mansión si nunca estaban en ella, la mayor parte del tiempo pasaban de viaje.
Entre en la cocina y tome un vaso de agua fresca. Dos estaba ahí hablando por celular con algún proveedor ya que hablaban de cifras y cantidades.
Me gire dejando el vaso en el fregadero una vez me bebí el contenido.
—Quieres acompañarme a dejar un dinero al banco— gire pensando que se estaba dirigiendo a mí. —Hay uno cerca del límite del condado que se une con la ciudad, no sé, podrías echar un vistazo a las tiendas alrededor. O quizás quieras ir con Xand, veo que te llevas bien con él— alzo sus cejas sugiriendo erróneamente.
—Paso de salir con el— Dos entrecerró sus ojos y negué a su suposición —oh no. Nada de eso— aclare —Pero si te acompaño, solo deja que me cambie.
—Solo apresúrate.
—De acuerdo.
Trote hasta el cuarto y busque en la maleta aun echa, algo de ropa, un overol en falda con una blusa de manga larga hasta el ombligo en color rojo más los tenis negros y el pelo suelto fue el outif perfecto que tuve en poco tiempo.
Una vez en el carro Dos no dijo mucho pero estuvo haciéndome preguntas relacionada con nuestros padres. Conteste a la mayoría pero otra tantas no sabía cómo responderlas, la incomodiad mientras hablábamos de nuestros progenitores era palpable.
Baje la mirada apenada cuando le mentí sobre la otra verdad de porque estaba aquí realmente.
—Sabes que puedes hablar conmigo, ¿cierto?— pregunto mirándome por fugaces segundos antes de volver a concentrarse en el camino. Estiro su mano tomando la mía del muslo y la apretó, para seguido volverla a poner sobre la palanca de cambios.
Este lado de la ciudad era ruidoso con carros por doquier y gente caminando por las calles. Dostin detuvo el coche fuera de un local de licores giro en el asiento y tomo un maletín que se encontraba en los asientos traseros.
—Ayudo al señor de la licorería con su libro de contabilidad— salió del carro y le seguí bajándome también —¿quieres entrar?— se detuvo en la entrada manteniendo la puerta abierta. Negué, la verdad me apetecía más conocer un poco la ciudad ya que jamás había estado por estos lados. Y había tanta gente interesante de mirar por las calles.
—No gracias. Iré a buscar un regalo para Shari.
—¿Que hay con el que creías tener?
—Cambie de opinión. Quiero algo especial.
—Me parece bien. Te veo en— observo su reloj de muñeca —¿dos horas, es suficiente para ti?— pregunto, sabiendo lo que me tardaba en la ciudad cuando iba de compras con mis amigas... pero este no era el caso.
—Demasiado. Pero está bien— le sonreí. Me di la vuelta y emprendí mi andar dando vuelta en la siguiente calle encontrándome un conjunto de carpas coloridas donde vendían variedades de cosas.
En la primera carpa encontré collares y pulseras y una que otra pipa para fumar hierva. En la esquina de la mesa que casualmente era redonda con una gran esfera en medio se encontraba un foco el cual estaba conectado a una toma corriente del cual salía humo con olor a flores. Le sonreí a la señora cuando me ofreció un artefacto de dudosa procedencia. Incline la cabeza cuando dije gracias y me aproxime a la siguiente carpa.
Camisas de colores con grandes estampados de flores y figuras históricas colgaban de ganchos, también había shorts diminutos con barbas en los agujeros de las piernas. Una blusa con un emblema estupendo en dorado llamo mi atención «en mi casa y en su corazón yo mando» —tienes que irte conmigo— me dije cuando pedí al señor de la pañoleta verde y escaso cabello que me la mostrara.
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LA CIUDAD GAY ©
RomanceDespués de que su prometido abusara de ella y sus padres la tacharan de mentirosa Taly decide huir de casa cuando su padres la golpea brutalmente al no creer lo que les ha dicho después de que han pasado dos meses y ella está muy embarazada, todo mu...