Capítulo III

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Maddison D'Angelo

Al ver a todos bajando del autobús debía apurarme yo también, ya había bajado el chico gigantemente guapo, era muy alto, teníauna ropa algo seria pero moderna, ojos azules, cabello rubio casi blanco, robusto; era el chico ideal, el resumen.

Me levanto de mi asiento de mi asiento con cara de leona acechando a su presa.- Voy a por ti amorcito.- Pensé, cuando de pronto choqué con un chico por andar babeando por mi amorcito.

-¡Oye! Ve por donde caminas, estúpido.- grité a ese chico estúpido.

- Tranquila dulzura, me llamo Ramnstein, en un placer.- dijo con una cara muy ridícula como si fuese Chris Evans.- ¿Y cuál es tu nombre corazón?.- Preguntó con una voz muy estúpida, su intento de coqueteo era muy patético.

-Eh... escucha gordito, mejor apartate de mi vista si no quieres una perder tus pelotas de una patada.- dije con voz profunda y una mirada amenazadora como si lo fuese a matar.

Lo aparte con mi mano y bajé del autobús muy fastidiada y asqueada por aquel gordo. Voy hacia un banco en donde estaba una chica muy linda, curvas notables, piel morena, cabello negro liso que llegaba hasta la parte baja de su espalda, muy preciosa.

-Uy no que viaje tan inmundo.-  Comenté a esa chica mientras me santaba junto a ella en esa vieja banca.

-Ni que lo digas.- respondió esa chica a mi comentario con un tono de aburrimiento.- Mucho gusto, soy Valentina, puedes decirme Valen.- Sono amable, extendió su mano hacia mi con una sonrisa.

-Yo soy Maddison, puedes decirme Maddie si quieres.- sonriendole con una breve risita estreche su mano.- Y...¿porqué estás aquí? ¿Te gustan las excursiones?

-¿Yo?...bueno yo, este...Para alejarme de mis padres.- dijo algo nerviosa un poco sonrojada, quién sabe porqué.

-Creo que la mayoría vinimos aquí por eso.- Ambas reímos por eso.

-Supongo que si.- dijo algo nerviosa todavía, pero está bien.

Ramnstein Schneider

-¿Puedes creer éso viejo?.- Le pregunté al chófer.- Se hace la dura, pero se nota a leguas que le gusto jejeje.- Bueno viejo, buen viaje.- le di una palmadita en el hombro y bajé del autobús.

Observé todo a mi alrededor, la chica odiosa estaba hablando con una morena preciosa en una baca, en otra banca estaban dos chicas preciosas hablando.

- ¡Oh gracias Creador!.- Pensé, pues me sentía bendecido por estar en un viaje con semejantes preciosuras.

Aunque todo estaba aburrido, cada quien por su lado, un chico estaba caminando lento viendo al suelo mientras pateaba las hojas secas que habían caído por el viento y se habían acumulado en pequeños montones en el suelo. Éste era más alto que yo, bueno, eso es obvio, yo solo mido 168 cm; tenia cabello negro azulado y muy rizado y grueso. Tenía naríz un poco ancha y ojos caídos, podrá ser más alto que yo, pero jamás tendra mi sex-appeal.

Por otro lado estaba el chico Nikolay parado derecho con sus manos en los bolsillos de su pantalón viendo hacia el bosque, parecía un soldado ruso el condenado, casi se veía tan bien como yo.

Y recostado de un arbol estaba un chico escuchando música. Éste se veía más sólo, tenía toda su ropa negra y una expresión de obstinado en su rostro. Tenía dos sándwichs en mi mochila, le daré uno a él para romper él hielo.

Me acerqué a él y saqué ambos sándwich de mi bolso.- Hola amigo, soy Ramnstein, toma un sándwich de atún, seguro tienes hambre.- con una sonrisa amable en mi rostro acerqué mi sándwich a él para que lo tomara.

The GravesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora