capitulo 2 ; salvación

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El noruego sale del departamento de policía mas tarde de lo usual.
Un caso en particular lo había tenido entretenido toda la tarde, por lo que había perdido la noción del tiempo.

Lo peor de todo es que aún no estaba al día con los casos, y cada mañana llegaban otros nuevos. Era simplemente frustrante.

Con un cansacio terrible, sale por la puerta principal y da un paso sobre la acera, para percatarse de la intensa llovizna que azotaba las calles nocturnas.

-Joder... -se queja, retrocediendo.

Ni siquiera había traído paraguas y, para colmo, su amigo Guillermo ya se había ido a su casa.

"Mañana el pronóstico dice que hay un alto índice de lloviznas, carga un paraguas contigo por si acaso." recuerda las palabras de su amigo. Pero él, como un maldito bueno para nada, lo ignoró completamente.

-Es que me gusta ser imbécil. -maldice al aire, bufando.

-Confirmo. -se sobresalta al oír una voz detrás suyo.

Raúl se encontraba saliendo del departamento de Policía mientras abría su paraguas.

El rubio lo observa con desprecio una vez se detiene a su lado.

-¿No habías renunciado tú? -pregunta, incrédulo.

-Nop. -responde. -Que haya renunciado a nuestra relación no quiere decir que me haya desecho de todo lo que me relaciona a ti. -habla para mirarlo. -Te recuerdo que no eres el centro del universo.

El menor frunce el ceño a la vez que apreta los puños.

-No te hagas el idiota. -entrecierra los ojos. -Sabes perfectamente que acordamos en que ibas a transferirte a otra comisaría para no cruzarnos mas. -levanta el tono de voz. -Eres uno de los comisarios mas reconocidos y fuiste ascendido de rango tres veces. -continúa bajo la mirada divertida del contrario. -Puedes conseguir empleo en cualquier otro puto lado.

-Si...lástima que no me da la puta gana. -se acerca amenazante.

Y ahí estaba otra vez; Raúl quebrando sus promesas como vídrio y actuando como un maldito egoísta.

A pesar de que Raúl era considerablemente mas bajo que el rubio, podía intimidar mucho.
No solo tenía una cara de mala hostia increíble, si no que también Rubius conocía su carácter, y sabía lo intenso, agresivo e insoportable que podía llegar a ser.

-No llevas paraguas. -vuelve a hablar, a tan solo unos centímetros del mas alto. -Ven, te llevo conmigo.

-No. -se niega, soltándose bruscamente del repentino agarre de su brazo. -Antes empapado a ir contigo.

-¿Ah si? -pregunta alzando una ceja y volviendo a agarrarlo, ahora con mas fuerza. -No creo que tu débil cuerpo resista otro resfrío como el de la semana pasada.

-¡¿Y tú como sabes eso?!

-Pf, yo se todo. -habla con aires de superioridad. -Ahora vamos.

Los ojos del mayor se cristalizan, sintiéndose estúpido e impotente por no poder hacer nada.
Raúl lo arrastra consigo hacia la calle con fuerza, cuando...

-Sueltalo.

No era necesario voltearse para comprobar que aquella voz pertenecía a Samuel De Luque.

Una amplia sonrisa se dibuja en los labios temblorosos del atemorizado Rubén.

-¿Y tu quién coño er-...? ¿Samuel? -pregunta confundido Raúl una vez se volteó completamente.

-Debo hablar contigo urgentemente antes de que te vayas, Doblas. -le habla directamente al menor, ignorando al de cabello oscuro. -Es sobre tu informe del Jueves.

Raúl lo suelta de mala gana, chasqueando la lengua. Acto seguido se aleja, dejando a Rubén empapandose en medio de la calle.

-Esto no va a quedar así. -advierte Raúl antes de seguir su camino. -Ya hablaremos tu y yo.

Samuel lo observa, hasta que desaparece por completo por las frías y oscuras calles de la ciudad.

-Ya se ha ido, toma esto y vete. -le tiende un paraguas negro. -Rápido, ábrelo. Te estás mojando, vas a enfermarte.

Pero Rubén solo lo miraba hipnotizado. No solo lo había rescatado de aquella situación con su maldito ex, si no que también le estaba ofreciendo su paraguas.

-¡Vamos! ¿que esperas? -pregunta impaciente.

El rubio reacciona. -Pe-pero... te quedarás sin paraguas.

Su cabello mojado caía sobre su frente mientras que con sus labios entreabiertos esperaba respuesta del mayor.

-Tengo otro, ahora cubrete y vete. -habla, duro y conciso igual que siempre.

Rubén, con una sonrisa, se acerca a su rostro, con claras intenciones de plantar un beso en su mejilla, pero la mano de Samuel lo detiene.

-Vete.

-Gracias Sam. -habla, completamente embobado a pesar del caracter "frío" del contrario. -Buenas noches.

Se da la vuelta, caminando en dirección a su casa.

-Buenas noches... -susurra Samuel cuando estuvo lo suficientemente lejos.

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