capitulo 5 ; aprobación

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Cuando termina de archivar todos los casos del día, camina en dirección al escritorio de su compañero y amigo, Alejandro Bravo, para dejarle los expedientes que le debía. Una vez en su oficina, se sienta con toda la confianza sobre su escritorio, mientras el contrario se dedica a teclear tranquilamente en su computadora desde su asiento.

—Bien Rubén, hoy te ha dado por trabajar. —ríe el mas bajo sin apartar la mirada de la pantalla.

—¿A que te refieres? Siempre lo hago. —se defiende el noruego, ofendido.

—Siempre que te da la gana...y usualmente eso pasa una vez cada nunca. —dice en una risa. —Por cierto...uno de los tuyos, David, ha venido de una forma muy extraña el otro día a hablarme.

Rubén abre los ojos con sorpresa. ¿Fargan había cumplido la apuesta? eso significaba una derrota para él y su billetera.
Para su suerte, ahora mismo Fargan se encontraba trabajando en un caso a las afueras de la comisaría.

—¡¿Lo ha hecho?! —pregunta, sorprendido. —Es decir...¿y te dijo algo?

—Nada del otro mundo, parecía muy interesado en sacar conversación. —dice misteriosamente para mirarlo a los ojos. —Pero a mi me huele a que es otra de tus tontas apuestillas.

El rubio se queda paralizado en su lugar. Mierda, lo habían pillado.

—¿Có-cómo mierda es que sabes todo?

—Aparte de que se todo, es evidente que eres un loco de las apuestas sin sentido, y esta es una de ellas. Aparte...debo admitir que eres un libro abierto, es muy fácil leerte, tío. —dice riéndose nuevamente. Sin duda Alejandro era una persona completamente diferente a la que los demás se imaginaban.

—¿A qué te refieres?

—A que, por ejemplo, ahora mismo puedo notar que incluso algo te está molestando. —dice cruzándose de brazos. —¿Me equivoco?

El mas alto emite un profundo bufido y se acomoda en el escritorio en frente suyo.

—Me he cruzado con Raúl hace unos días. —suelta desviando la mirada al suelo.

—¡¿Con Raúl?! ¿Qué demonios hace ese gilipollas aquí?

—No se, pero ha sido una sorpresa para nada agradable. —explica cabizbajo. —Escucha Alex...quizás soy yo el problema. Él está trabajando igual que yo asi que...

—Disculpame Rubén pero no puedes decir semejante estupidez. Tienes que empezar por dejar de justificarlo en primer lugar.

—¿Justificarlo? ¡Nunca lo he hecho!

—Los moratones que ocultas debajo de la ropa no dicen lo mismo. —acota de forma seria. —Mira Rubén, se que eres un adulto y sabes lo que haces pero este tío no vuelve con buenas intenciones. Jamás las ha tenido en primer lugar.

Rubén se queda pensando un rato en lo dicho por su amigo.

—¿El resto de tus amigos lo saben? —vuelve a hablar el menor.

—No, si lo supieran lo matarían.

—Hoombre, para no hacerlo. —suspira Alejandro. —Si tuviera al menos el doble de masa corporal ya lo hubiera molido a golpes.

El teñido ríe. Se notaba que su amigo se procupaba por él a pesar de no compartir muchos momentos juntos durante la jornada laboral.

—¡Oh! he recordado que me falta unos papeles por retirar en la fotocopiadora, ya regreso. —dice Rubén de repente, levantándose de un salto del escritorio. —¡Nos vemos luego! —se despide, comenzando a correr.

—Cuidate, por favor...

A pasos apresurados, se encamina a la fotocopiadora para buscar ese bendito papel que le faltaba para completar su archivo, pero al doblar por el pasillo derecho tropieza torpemente contra alguien que justo salía de la oficina de reuniones.

Al levantar la mirada, se encuentra con esos ojos potentes y atractivos que tanto le gustaban. —¡Sam! —exclama sorprendido apoyándose en su pecho. —Lo siento, iba apurado a buscar el último papelerío.

El de barba se lo queda mirando por unos segundos. ¿Por qué se le hacía tan tierno que se disculpara con ese leve sonrojo en sus mejillas?
El recuerdo de haberse masturbado pensando en él regresan a su mente a modo de tortura, por lo que suspira pesadamente.

Para él, nunca fue ninguna novedad que Rubén se sentia atraído por el, pero nunca le prestó atencion debido a que ello no le incumbia ni debía importarle tampoco. De lo contrario sería muy poco ético y profesional de su parte.
La única relación que mantenían era la de Jefe y empleado.

Hasta ahora...

—¿Sa-sam? —pregunta al ver que el contrario no reaccionaba y solo lo miraba de forma fija. —¿Le pasa algo?

Ambos se hallaban peligrosamente cerca por el tropiezo, por lo que cualquiera que los vea al pasar malinterpretaría la situación inevitablemente.

—Nada... —titubea, desviando la mirada para acercarse a su oído y susurrar de forma lenta antes de retirarse. —Vas a atener que esforzarte mas si quieres ganar la apuesta.

Al oír eso todo su cuerpo se remueve y hasta siente que se va a caer al mejor estilo de caricatura. ¡¿Acababa de oír eso?!

Si, Samuel De Luque había aceptado su apuesta. ¡Lo había hecho!

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Capitulo doble porque si(?.

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