Alimenté a mi tortuga bebe con un poco de fruta. Pera, era su favorita. Tenía tan solo unos pocos años de nacida. Era tan pequeña y adorable; su caparazón era de un color verdoso tirando a marrón, No estoy muy segura en que clasificación de tortuga terrestre tendría.
Me senté en el suelo junto a ella, la amaba, y al parecer ella me amaba a mí. Siempre que volvía a casa la encontraba escondida en mis pantuflas. y al verme, venía caminando lo más rápido que podía hacia mí. Al dormir, le gustaba estar en la almohada junto a la mía. Si no la dejaba allí, se enojada y al día siguiente no comía su comida. Y hasta que no acariciaba su caparazón y me disculpara, no probaría ni un bocado en todo el día. Sinceramente, creo que la estoy malicriando mucho.
Escuché sonar el timbre de llamada de mi celular. Mirando a Lulú, y notando que me miraba, supe que ella estaba tan extrañada como yo. Levantándome de mi sitio, lo agarré de la mesita ratona donde lo había dejado. Miré el identificador de llamada, notando el nombre Casey en la pantalla. Extrañada, me pregunté qué querría. O más importante, ¿cómo es que tenía su número?
La última vez que recordaba verlo, es hace ya bastantes años, donde soñaba y aseguraba en que él sería un justiciero en el futuro. Reí levemente al recordar el entusiasmo con el que decía esas palabras. Estaba tan convencido.
Espero lo haya podido cumplir.
Atendi, acercándolo a mi oreja derecha. Antes de siquiera decir hola, pude escuchar muchas voces del otro lado, y él reganandoles de que fueran más silenciosos. Me fue casi imposible no contener las carcajadas que amenazaban con escaparse.
- ¡Hola Micaela! Ha pasado mucho tiempo ¿cómo estás? - el entusiasmo y alegría exagerada con la que pronunciaba esas palabras solo volvían más nítidos los recuerdos del pasado.
- Si, creo que pasaron varios años de la última vez que hablamos.
Me acerqué a un marco que se encontraba puesto en mi pequeña estantería. Lo tomé, apreciando la diferencia de edades entre él y yo. Él, era unos años mayor que yo, y yo era prácticamente una niña. Aunque no lo parecía del todo. Puede que tenga cuerpo de una jovencita, pero mi mentalidad era de una mujer madura. Y según sus palabras, algo aburrida.
Lo escuché reír de una manera nerviosa del otro lado. Como si se culpara por tantos años en lo que ha desaparecido.
- Si... Lamento no haber mantenido contacto. - parecía arrepentido o culpable de sus acciones. Pero la realidad era todo lo contrario, nunca lo culpé de nada ni tampoco me enojé por que lo hubiera hecho. Ambos fuimos amigos en su tiempo, y como todas las personas, llegó un punto de la relación en la que cada uno tomó su rumbo.
Yo quería cumplir mi sueño de ser escritora, él tenía su sueño de ser un vengador. Además, no siempre debería estar aprovechando me de su amabilidad. Quería tener mi propia casa, quería ser independiente. Y nunca lo lograría estando en su casa y viviendo de él. Nunca me gustó ser la carga de nadie... Y eso creía que era lo que estaba haciendo con él.
Por eso, cuando me fui, solo dejé una carta agradeciendo le por todo. Desde ése entonces, no habíamos vuelto a hablar. Yo tampoco se la había puesto fácil; me fui, no dejé ni una pista de dónde encontrarme. Había conseguido un trabajo de mucama donde me dejaban hospedarme. Luego, cuando había conseguido el dinero suficiente, alquilé un departamento y vivía de mis trabajos online. Se ganaba bien, y eso me ayudó a seguir creciendo y cumplir mi sueño.
- Tanto tú como yo sabemos que no tienes nada de qué disculparte. Me fuì, y solo dejé una nota. No creí que volvería a saber de ti. Dime una cosa - Dejé el marco donde se encontraba. Me dejé recostar contra la pared y continué - ¿Pudiste cumplir tu sueño?
- ¡Claro! Ahora salvo a Nueva York desde las sombras. - Bromeó.
- Es un alivió oírte decir eso.
- Por lo que veo tú también pudiste cumplirlo. - La nostalgia parecía no solo golpearme a mí en lo más profundo, sino también a él.
- Supongo que ya estás enterado de las noticias.
- ¿Enterado? ¡Eres furor en todos lados! Todos hablan de ti.
Miré mis pies, avergonzada de sus palabras. Mis mejillas se encontraban rojisas. Si me viera en el espejo, juraría que son iguales a un semáforo.
- Gracias.
- Eso no es todo, tengo un amigo mío que es fan de tu trabajo. Y déjame decirte, que lo conoce desde antes que publicaras tu primer libro. - ¿Antes que publicará mi primer libro?
Si ese era el caso, significa que sería de las pocas personas que estaban subscritas a mi pagina. Eso me recuerda. Había una única persona que siempre dejaba un comentario en cada publicación que hacía, recuerdo una en específico. El escrito era un pensamiento que había hecho luego de haber visto una película. Creo que se trataba de los cuatro fantásticos, y en cuanto ví cómo la prometida del hombre de piedra lo había dejado. Pensé que era algo muy cruel e injusto, solo porque "supuestamente" era un monstruo. Entonces, esa noche me dedique a escribir el sentimiento de ira, tristeza y melancolía al ver que lo rechazaban por no ser humano.
" nadie se merece ser tratado así; humano, animal, extraterrestre, o incluso mutantes también son personas. También aman, también sienten... También son humanos. Y tú, persona desconocida, si alguna vez te dijeron monstruo, se alejaron de ti, o incluso te repudiaron. Déjame decirte, que para mí. Eres y siempre serás único y hermoso. Siempre serás una persona que también merece el amor que da".
ésas fueron mis palabras al terminar. Y esa misma persona, no solo le había hecho feliz lo que dije. Sino que dijo que era lo que siempre había deseado que una persona le dijera.
- Por casualidad... ¿Su nombre es turtlepurple?
ESTÁS LEYENDO
Amigos peculiares
FanfictionLo distinto a muchos pueden asustar, incomodar o incluso descolocar. A mi no, nunca me gustó la idea de discriminar a alguien sin conocerlo primero. Y cuando te conocí y supe cómo era el mundo contigo y tu familia. Lo odié, lo odié porque no saben l...