Capítulo 5

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Ya me encuentro en la cafetería. Son las cuatro y diez. Seguro que no tarda en llegar.

Entonces la veo a lo lejos. La luz del día le asienta bien. Su ropa no es más que de color negro, pero aun así su rostro sobresalta.

— Hola.—saludó al sentarse.

— Hola. Me alegra que vinieras. Creí que tal vez hubieras cambiado de opinión.

— Para nada, solo... me demoré. Es todo.

— Pues... ¿y cómo estás?

— Bien. ¿Tú? —preguntó tomando un sorbo de su taza de café, el cual ya estaba mucho antes de que llegara.

— Bien también.—respondí a su primera pregunta.— Rubén. Rubén Doblas. Tengo 24 años y estoy soltero.

— Bien... Y yo Keyla Millers. Tengo 20 años y también estoy soltera.

— Bonito nombre. Y pues, ¿cómo es que te metiste en eso de la prostitución?

— Ya no digo más sobre mí. Me desagrada la gente chismosa.

— Perdón, no quise... bueno.  

Se crea un silencio incómodo. Dentro de ese silencio, ella prende un cigarrillo.

— Creo que no deberías de fumar tanto.

— Ese no es tu problema. Yo fumo porque quiero.

— Pero sabes que hace daño, ¿cierto?

— Lo sé, ¿y eso qué?

— Mhm... nada, supongo.  

Entonces me fijo en su antebrazo, por la parte de su muñeca. Ella se da cuenta y cambia de mano para sujetar el cigarro.

— ¿Esas son cortadas?

— No. Son marcas de mi niñez.

— Vale... Oye, de verdad, no estas ayudando mucho. Quisiera saber más de ti, tal vez ayudarte con algún problema que tengas.

— ¿Ayudarme? a mí nadie me ayuda. Nunca lo hicieron.

— Pero, yo sí puedo.

— Eso dicen todos. Mira, anda al grano. ¿Para qué me citaste hoy? ¿qué acaso no solo quieres cogerme y ya?

— Pues no. Quisiera ser tu amigo, ya sabes; conocerte. No siempre tengo malas intenciones.

— Pff...  sí claro.—se relaja sobre la silla para inhalar el humo de su cigarro— Ya deja de "preocuparte" por mí y ve en busca de nuevas aventuras.

— No todo en la vida es sexo.

— Claro que sí. ¿Qué otra cosa es mejor que el sexo?

— El amor.

— Eso sí que no me lo creo. Lo que sí te puedo creer, es que me digas que el infierno existe.

— Parece que no estás pasando por un buen momento...

Se levanta furiosa.

— ¡No! no quiero que me ayudes.—eleva la voz— Al final acabarás dándome la espalda. ¡Es lo que todo el mundo hace! Yo no confió en nadie, nunca lo haré. ¡Ni menos confiaré en ti! 

— Keyla... —trato de calmarla, ya que sus exclamaciones habían llamado la atención de los que estaban cerca.

— ¿Sabes qué? ¡a la mierda con esto! no sé ni que para que vine aquí contigo.—se va sin decir nada más. Tampoco se despide. Yo solo me quedo ahí muy avergonzado por lo sucedido. No salió tan bien como esperaba.


¿Quién carajos se cree ese? ¿ayudarme? ¿a mí? jaja, que buen chiste. Pero en serio, no quiero que alguien me "ayude", ya he tenido suficiente con lo que me pasó. No más de estas mierdas de confiar en la gente. Todos te dejan al olvido después. Es la ley de la vida, a todos les pasa, no solo a mí. Estoy harta de que todos finjan, ¿y para qué? solo para que al final te vuelvan a hacer mierda. ¿No solo pueden decirme que quieren sexo y ya? Que mundo más estúpido.

No trates de salvarme [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora