whispers

×The Ghost Of You

«Y todas las cosas que nunca me dijiste y todas las sonrisas que nunca van a atraparme. Nunca volverás a casa ¿Podría? ¿Debería?»

La nieve caía sin parar en Belleville haciendo que las calles se volvieran blancas y frías, el cielo gris con un sol potente queriendo salir detrás adornaba la pequeña ciudad dándole un tono melancólico que hacía querer llorar a cualquiera. Y era precisamente perfecto para la ocasión...

Gerard se encontraba sentado en la banca de un parque sin importar que el frío estuviera penetrando cada parte de su delgado cuerpo. No importaba en lo absoluto, eran cosas que Gerard había aprendido a ignorar, como si no fuera suficiente la magnitud con la sentía el dolor y el vacío en su pecho como para enfocarse aún más en ello. Pero aunque intentara con todas sus fuerzas no podía simplemente evitarlo porque estaba ahí invisible pero tan tangible, como una estaca clavada en el medio de corazón.

Era diciembre para ese entonces y recordaba perfectamente cada detalle de aquel pasado. Cómo había ido a comprar golosinas navideñas para pasar el rato mientras esperaba que su hermano Mikey llegara al departamento que estaban alquilando. Era una tarde nevada, exactamente igual a la que estaba presenciando actualmente a diferencia de que, en esa época no se sentía del todo desdichado. Aunque en su vida sintiera que faltara algo no era nada comparado con el extraño sentimiento que ahora lo albergaba.

«Gerard había caminado hasta la tienda que quedaba a un par de cuadras de su departamento, su hermano Mikey trabajaba esa tarde así que le tocaba esperar mientras el menor llegaba. A Gerard no le gustaba pasar mucho tiempo solo porque su mente comenzaba a pensar de más y eso no era algo que quisiera. A veces sus mismos pensamientos lo lastimaban.

La tienda estaba un tanto vacía y el señor detrás del mostrador se alegró de ver a un nuevo cliente. Así que le dio la típica bienvenida que dan en las tiendas y Gerard se adentró al pasillo de botanas y golosinas. No debía gastar mucho en ello así que solo tomó dos paquetes de Doritos, dos paquetes de oreos, dos snickers y una botella de Pepsi. Con eso sería suficiente para pasar el rato e incluso podía guardar algo para su hermano Mikey. El joven Gerard observaba con deseo un pequeño pie de limón -el cual era su favorito-, se veía tan delicioso en su empaque pero por supuesto no era algo que pudiera costearse, aprender a controlar el dinero había sido una tarea dura pero al final positiva para Gerard. Aun así el joven no podía quitar la vista del mostrador donde estaba su amado postre. Suspiró de tan solo pensar en su sabor.

-Te lo puedo regalar si quieres -Le dijo una voz a su lado, Gerard dio un pequeño brinco en su sitio ya que estaba tan perdido en el pie de limón como para darse cuenta de que había un chico al lado de él.

-N-no no, yo solo estaba viendo no... -No terminó su frase pues el chico volvió a insistir.

-De verdad, no es nada, se ve que quieres ese pie y no tengo problema alguno en regalártelo. -El chico se encogió de hombros con una pequeña sonrisa de boca cerrada. Y entonces Gerard se permitió obsérvalo.

Era un tanto más bajito que él, su piel era bastante blanca pero no tanta como la de Gerard. Tenía unos bonitos ojos color avellana y una bonita nariz con un piercing adornándola. También notó que en su labio colgaba un pequeño arito de color plateado que le hacía ver un tanto rebelde y su cabello despeinado afirmaba más la creencia de Gerard. El chico carraspeó y Gerard salió de su observación.

-No te preocupes, de verdad, solo estaba viendo lo bonito de la cobertura -Entonces Gerard quería que se lo tragara la tierra, podía haber pensado en cualquier otra excusa y precisamente se le iba a ocurrir la más estúpida. Peor, lo dejaba aún más al descubierto.

-Vaya... Bueno, a decir verdad mirar las coberturas de los pies de limón también es mi pasatiempo favorito. -Soltó una risita y Gerard quedó encantado de oír tal sonido.