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*Se recomienda leer el índice

Te extraño

Parte dos

El lugar de reunión fue la habitación 609.

Aquella tarde caía del cielo una lluvia ligera, levantando un fresco olor a tierra húmeda que lograba respirarse hasta su habitación gracias a las puertas del balcón abiertas en par. Aroma que creó una agradable y relajante atmósfera.

Kongpob decidió bajar el nivel de sonido de su televisor cuando se percató de que su invitado había dejado de prestarle atención a la película aun reproduciéndose en la pantalla.

El rostro tranquilo y durmiente de Arthit parecía incluso más joven para su edad, lucia completamente diferente cuando sus ojos permanecían cerrados acompañados de su respiración tranquila, en contraste a su mirada severa y porte firme. Kongpob solía recordar la anterior apariencia de Arthit, una aún más ruda que la actual, cuando él aún tenía su cabello sobre los hombros, el mismo que desapareció cuando terminó sus días como líder de la novatada. En la actualidad, justo en ese momento, el cabello de Arthit era tan corto que dejaba a plena vista la piel sobre sus clavículas ahí donde su camiseta negra usual dejaba ver.

La respiración de Arthit, pausada y tranquila, también fue clara señal que indicaba que estaba profundamente dormido. Y aquello, Kongpob pensó, era bueno. Sintiéndose feliz de que su habitación fuese un lugar donde Arthit pudiese relajarse hasta tal punto.

Habían pasado ya dos años desde que él y Arthit comenzaron a salir, y por supuesto, algunas cosas en sus vidas cambiaron. Kongpob era un estudiante de tercer año, y el nuevo líder de las novatadas, y Arthit por su parte, había comenzado a trabajar en una empresa lejos de la universidad. Por ello, cada vez sus encuentros duraban menos tiempo, estando ambos ocupados en sus nuevas responsabilidades, logrando, con un poco de suerte, reunirse no más de tres veces al mes.

Ese día era su primera cita desde la última vez que se vieron, dos semanas atrás, y quien propuso la cita había sido Arthit para sorpresa de Kongpob. Él le llamó con la excusa de que tenía un par de regalos de su viaje a Chiang Mai, lugar a donde la empresa en la que trabajaba lo envió por cinco días.

A la una de la tarde llamaron a la puerta de la habitación de Kongpob, donde apareció Arthit con dos grandes bolsas olorosas a cerdo preparado con salsa, bollos rellenos, y fideos con rodajas de carne y pimientos.

Arthit entró arrastrando dentro de la habitación su pequeña maleta, con el rostro cansado y una mueca descontenta marcada en su rostro. Lamentándose enseguida en voz alta que el equipaje hubiese tardado tanto en aparecer en el aeropuerto, haciéndole esperar casi una eternidad. Sólo para que después los taxistas se negaran a subirlo sin ninguna razón aparente. Y cuando logró encontrar a alguno que no tuviese problema con llevarlo, se desviara a una ruta aparentemente más rápida, y terminaran en un embotellamiento justo cuando la lluvia comenzó a caer más fuerte.

Kongpob le preguntó por qué no fue primero a su habitación, ya que el departamento al que se había mudado Arthit estaba más cerca del aeropuerto, pero la cara de Arthit se arrugó aún más, respondiendo de forma molesta e irritada.

—¿Y si la comida se echaba a perder?

Kongpob pudo ver que en la bolsa de fideos que Arthit le tendió había una etiqueta que aparentemente indicaba que caducaban ese mismo día, algo que le hizo suponer que Arthit había comprado aquel platillo, a diferencia de lo demás, la noche anterior a su viaje. Por ello, y por la expresión bastante cansada de Arthit en el rostro, no discutió. Kongpob simplemente comenzó a servir la comida en platos, calentado aquello que lo necesitaba, y ofreciéndole a Arthit relajarse.

SOTUS- Novela corta, especiales y extrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora