Capitulo 1: Flechazo

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X - ¿O'Connell, tienes el dinero?

Finneas - No, todavía no pude juntarlo, dame más tiempo por favor -le pedía más tiempo pero en realidad ni con toda una vida podría conseguir esa cantidad-

X - Ya te di demasiado tiempo, se me acabó la paciencia. Vas a entender por las malas que con mi dinero no se juega. - lo dijo casi escupiendo cada palabra

Finneas - ¿Qué? Pero...

X - Si mañana no me traes el dinero, prepárate para sufrir.

Cortaron la llamada y un escalofrío enorme recorrió todo el cuerpo de Finneas, no sabía qué hacer, lo único que sabía era que, probablemente, vendrían a buscarlo.
.............
DOS MESES ANTES

Había llegado unas semanas antes a LA, tenía este tiempo libre y quería aprovecharlo para descansar sin complicaciones hasta la fecha estipulada para su nuevo encargo. Estaba quedándose en un pequeño apartamento que había alquilado, con vista a las playas de Malibú. Hacía demasiado que no se daba un tiempo para relajarse, la verdad es que nunca estaba relajada, le habían quitado todo el gusto por disfrutar de la vida, no tenía amigos y no confiaba en nadie. Sólo tenía como placer el sexo pero eso tampoco lo disfrutaba como se debía porque lo hacía sin estar enamorada de la persona. Allá en Chicago tenía sus mujeres regulares con las que se acostaba, una para cada ocasión, todas distintas pero de su gusto.
Ellas formaban parte del mismo mundo que ella y sabían lo que hacía, también sabían que no eran las únicas pero no les importaba, su encanto podía más. A veces pensaba que podía hipnotizar a las mujeres porque siempre terminaba consiguiendo lo que quería, tan dóciles, tan frágiles pero tan adorables. Con ellas bajaba un poco la guardia, se conectaba de nuevo con algún sentimiento humano, tenía contacto con el exterior.
Con ellas era otra persona distinta a la que era cuando trabajaba, seguía siendo incapaz de conectarse profundamente pero era más suave, gentil y mostraba pasión. Como dije allá en Chicago tenía una para cada ocasión, una para cuando quería ser más suave todavía, cuando quería ser más intensa y otra para cuando quería ser casi violenta, claro respetando lo que la otra le dejaba hacer que en realidad era bastante.
Gran parte del tiempo estaba fuera de Chicago, viajando a donde necesitaran de sus servicios y no le costaba conseguir alguna chica para un encuentro casual. Eso era todo lo que se permitía, en realidad eso era todo lo que podía permitirse porque ya estaba incapacitada para sentir como una persona normal, estaba demasiado dañada y era como una máquina programada para cumplir con su trabajo sin dudar.
Cualquier persona de bien no podría hacer lo que ella hacía, cualquier persona con consciencia sería incapaz de hacerlo pero ella estaba más allá del bien y del mal, como culparla si había sido criada y entrenada para eso, de pequeña, los golpes le sacaron la consciencia que la habría detenido en el momento de matar.
Ahora era fría, no dudaba, la mejor en lo suyo decían. Nunca dejaba rastros, era cuidadosa, sus asesinatos eran discretos, sus torturas silenciosas y todos sabían que su palabra valía, que era honorable a pesar de todo. Cuando se comprometía cumplía, por eso todos los grandes mafiosos de USA le daban trabajo deshaciéndose de lo que les molestaba o para conseguirles información de alguien que no quería darla.
Descubrió que tenía tiempo libre pero no sabía bien como llenarlo, matar o torturar a quien fuera su objetivo era lo único que sabía hacer. Los primeros días se dedicó a caminar por la cuidad, observando a la gente, especialmente se dedicaba a observar a los que reían o estaban contentos porque no lo entendía, no entendía que podía alegrarles de este mundo lleno de delincuentes, asesinos como ella, traficantes, pervertidos, violadores o simplemente egoístas.
Ocasionalmente le venía a la mente el vago recuerdo de cuando era pequeña y su madre vivía y la cuidaba, sabía que ella también había sido feliz en ese momento pero estaba tan lejano, tan borroneado por los años de maltrato a los que luego la sometió su padrastro.
También se dedicó a ampliar un poco sus gustos musicales, pasear por disqueras, ese también era de los pocos placeres que disfrutaba. Su madre amaba la música y solía hacerla escuchar, de alguna forma eso había sobrevivido en ella, como una pequeña chispa que se rehúsa a ser apagada del todo.
Finalmente fue a hacer la segunda cosa que mejor le salía y esa era seducir a las mujeres. Hacía un tiempo que no se acostaba con nadie y ya lo estaba extrañando, el sexo casual no llenaría su vacío y arruinado corazón pero la hacía sentir y eso era muy bueno. Le pareció interesante ir a buscar alguna chica de su edad a la universidad y cuando digo de su edad me refiero a 21 años, aunque por sus serias expresiones, la experiencia y la dureza en su mirada parecía estar fuera del tiempo común, parecía tener la edad que tenía y en momentos daba la impresión de tener más años. Teniendo en cuenta todo, ________ era una belleza, una belleza dañada con demasiada oscuridad precediéndola y a pesar de que su esplendor podía hacerla brillar, la mayor parte del tiempo se volvía opaca. Vivía en las sombras porque eso era lo que conocía pero aun así era sumamente atractiva y atrayente, tanto como el deseo hacia lo prohibido.
Hoy su plan era muy fácil y ni siquiera era un plan porque le salía naturalmente, iba a ir, distraídamente, pararía a alguna chica "caliente" que le llamara la atención, empezaría a hablarle sobre que le interesaba transferirse a la UCLA, sus encantos iban a empezar a funcionar y le aceptaría ir a tomar un café o algo. Allí continuaría la charla, se empezaría a acercar y cada vez la embobaría más hasta que finalmente la pudiera llevar a su apartamento para acostarse con ella.
A cualquier otra persona esto generalmente no le saldría o le tomaría días, incluso meses hasta llegar a llevarla a la cama pero para ella era casi como un trámite y siempre funcionaba. Lo que no sabía es que tal vez el día de hoy fuera un poco distinto.
Llegó al campus de la UCLA, estacionó su Superdeportivo Porsche 918 por cualquier lado sin prestar demasiada atención y se bajó. Ante sus ojos el desfile de chicas y más chicas universitarias, ella buscaba la que más le llamara la atención, la más tentadora, no importaba si era gay o no, hasta las heteros caían ante ella. Se puso a pensar que nunca había estado con una chica californiana, en sus anteriores visitas a LA no había tenido tiempo para eso, si se trataba de trabajo no le daba lugar a las distracciones. Llegó a la conclusión de que eso mucho no importaba, no hay un estereotipo de chica californiana, en realidad aquí como en cualquier parte cada una es distinta. Estaba apoyada levemente en el capote de su auto, metida en sus pensamientos cuando escucha una voz desde atrás.

X - Disculpa...

Desconfiada y a la defensiva, no le gustaba que le hablarán de atrás, tuvo el impulso de llevarse la mano a la navaja que siempre llevaba pero pensó que no era lo más prudente, todavía no sabía quién le hablaba ni que quería, así que se dio la vuelta. Se encontró con una bellísima joven, de gestos amables y leve sonrisa mirándola a cierta distancia, sin que pudiera evitarlo perdió un poco la tensión inicial.

_______ - ¿Si?

X - Tu coche me impide sacar el mío ¿Podrías moverlo para poder salir?

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Deja que se vaya (Billie Eilish y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora