Capítulo 60

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_______ POV
Al día siguiente a las 10 en punto estaba golpeando la puerta negra de uno de los clubs de juego clandestino del Mariscal. Se abrió una pequeña ventana y uno de sus muchachos me observó, al reconocer quien era abrió la puerta solo lo suficiente como para que pasara.
"Sígueme " Me dijo el grandote guardaespaldas que siempre acompañaba al Mariscal. Llegamos a una sala llena de sus muchachos.
"Apoya todas tus armas sobre la mesa"
El procedimiento era el mismo de siempre y ya estaba acostumbrada. Es verdad que todos confiaban en mi pero en este negocio todos venderían hasta a su madre por un buen precio así que ningún jefe se reunía conmigo sin que me revisaran primero.
Me saqué la pistola y la navaja y las apoyé en la mesa.
"Separa las piernas y abre los brazos"
"¿No quieres que la revise yo? " Dijo uno que nunca había visto antes con una sonrisa pervertida.
"No, yo me encargo de revisar a Miller. Además si fueras a hacer lo que sé que quieres hacer, ella te daría una buena lección de modales. Ella es el aniquilador."
El otro tipo se puso blanco como una hoja. Por estos lugares algunos me decían el aniquilador, y los que no me conocían no esperaban encontrarse con una mujer.
"Oh no sabía...Perdón aniqui...digo Miller, discúlpame... Pensé que eras una... " No terminó la frase asustado.
"Ya, muchos lo piensan pero pocos quedan para contarlo" Dije seria abriendo piernas y brazos para que el guardaespaldas me revisara.
"Todo en orden. Pasa por aquí" Dijo guiándome a una oficina.
Detrás de un escritorio y con dos guardaespaldas más estaba el Mariscal, fumando un habano y con un café. Con su maldita sonrisa de mafioso y millonario, sus anillos de oro y su traje de Armani. La imagen de lo que detestaba pero sin embargo trabajaba para que mantuviera su poder corrupto.
"Bienvenida otra vez" Dijo levantándose y estrechando mi mano. "Espero que mis muchachos se hayan comportado, ya sabes que si te faltaron el respeto me lo haces saber y me encargo de ellos o te lo dejo a ti"
"No hubo problemas."
"Mejor ...Sabes, siempre es un placer tratar con una profesional como tú... Cuando no estás disponible se nota la diferencia, algunos de tus colegas son tan descuidados o poco confiables. Hay muchos que no tienen códigos, no se a dónde vamos a ir a parar con gente como esa" Irónico comentario viniendo de quien venía. Levanté las cejas pero asentí. "Ojalá todos fueran como tu padrastro o tú, son pocos los que mantienen esa línea. Sé que él era un tipo bastante cerrado para demostrar cariño, ni siquiera te quería como hija, él mismo me lo dijo.... pero que orgulloso que estaba que hubieras aprendido tan bien. Es una lástima que no se lleven bien" Si ese maldito está orgulloso de mí significa que estoy haciendo las cosas mal, muy mal.....pero claro no necesitaba saber eso para darme cuenta. No veía la hora de salir de allí, cumplir con el sucio trabajo que me tocara esta vez y tratar de terminar con esto lo más rápido posible. Mi mente ya no era una máquina programada para cumplir con los trabajos, mi mente y mi alma querían volver con la grisácea que me esperaba con el corazón abierto y sonrisas cálidas. Pero rápidamente la alejé de mis pensamientos, pensarla en esta situación hacía que tuviera asco de mi misma.
"Lo prefiero así. Mi padrastro y yo somos demasiado para estar en una misma habitación. Es un espejo en el que prefiero no mirarme"
"Si... bueno" Dijo mirándome fijo, claramente consciente de mi repudio a mi padrastro. "Me habría encantado que vinieras a la fiesta, de vez en cuando está bien relajarse un poco"
"No mezclo negocios con placer, lo sabes."
"Lo sé y estoy de acuerdo... Pero, deberías disfrutar un poco del trabajo también, creo que con lo que tengo para ti tal vez lo hagas" Dijo con una sonrisa que no me gustaba para nada. "Pero, primero lo primero" Chasqueó los dedos y uno de sus muchachos le alcanzó una maleta. "Acá están los 20 mil dólares del trabajo anterior" Dijo abriendo la valija y descubriendo los fajos con billetes. "Puedes contarlos, yo no tengo apuro"
"Está bien, confío en tu palabra" Dije tomando un fajo y examinando los billetes. Cuando estuve conforme de que no eran falsos lo cerré y apoyé la maleta en el piso a mi lado.
"Muy bien con eso resuelto, pasemos al trabajo actual. Originalmente te llamé para deshacerte de dos deudores antiguos que tengo. Al principio pagaban en cuotas la deuda y con algunos trabajos pero realmente no están cumpliendo este último tiempo y ya no me son útiles así que es hora de dar ejemplo para que próximos deudores no sigan sus huellas. Mátalos limpiamente y fin de la historia" Asentí.
"¿Cuánto deben?"
"Este es Joseph Guerrero" Dijo mostrándome una foto de un tipo morocho de unos 30 años. "Debe 300 mil dólares, ahí tienes todos sus datos. Y este es Gustavo Martínez, debe 400 mil" Tomé la otra foto para mirar al tipo rubio con aspecto de mafioso ruso. "Gustavo es un hombre con gusto por la pelea así que tal vez no se rinda fácilmente aunque le estés apuntando pero sé que eso no es problema para ti, además tiene mucha debilidad por las mujeres ojiverdes como tú, lo último que va a pensar cuando te vea es que te mandaron a matarlo"
"No hay problema, no creo que sea un desafío"
"Sin dudas que no lo es, pero tal vez puedas divertirte. Si por uno de esos milagros de la vida tienen la plata para pagar, acéptala y déjalos vivos. A último momento se agregó alguien más, no te preocupes que en vez de 10 mil te voy a dar 15 mil por el trabajo" Sonrió como si hubiera algo divertido en toda esta situación, yo solo quería borrarle esa sonrisa de alguien que se siente el dueño de la vida y la muerte de todos estos idiotas. "Este es un deudor muy divertido, el pobre es la primera vez que pisaba uno de mis clubs y tuvo muy mala suerte... encima creía que podía ganarle a la casa y terminó pidiendo un préstamo en otro de mis negocios para poder seguir jugando."
El Mariscal contaba todo esto muy divertido. Una clara diferencia de cuando me dio las directivas del anterior trabajo. En esa ocasión quería deshacerse rápido del tipo que podía hundirlo con información para la policía pero ahora disfrutaba de tenerlos agarrados a los hombres que le debían plata.
"Le di su tiempo para que pagara toda la deuda, me debe 150 mil. Me da un poco de lástima, no es de los delincuentes que vienen a jugar por estos lugares. Si fuera así le podría dar más tiempo y que me pague con trabajos pero no debe saber ni por donde sale la bala en una pistola" Rió y también lo hicieron sus hombres. Yo solo lo miré seria esperando que terminara de decirme a mi última víctima. "Le reconozco que tiene algo de agallas, ayer vencía su tiempo para pagarme y vino me dio 5 mil dólares y me pidió más tiempo. Se lo hubiera dado pero seamos honestos, un tipo como el tardaría unos 10 años en pagarme todo y perdonar así no es bueno para mi negocio y reputación....No podía creer que lo dejé salir vivito y coleando pero antes de que se fuera le dije que no se preocupara que me iba a cobrar la deuda de otra forma. El tan solo tenía que esperar." Sacó la última foto y me la alcanzó. Cuando mis ojos se posaron en el rostro una punzada atravesó mi pecho y sentí que respirar se me hacía imposible. Estoy segura de que me puse como un muerto pero más allá de eso traté de no dejar que se notara ninguna expresión.
"Ese es Finneas O'Connell" Me dijo "Sabes como soy una persona bondadosa quiero darle otra oportunidad para que me pague" Dijo riendo sádicamente. "Así que primero vamos a darle un buen susto que sirva para despertarlo sobre con quien se metió. Quien sabe...tal vez aprenda a robar un banco y me traiga el dinero después de esto... Así que vamos a tocarle donde más le duele, matarlo sería muy fácil y lo más divertido es disfrutar con estos pobres diablos... Estoy seguro de que con esto te vas a divertir Miller" Me dijo sacando otra foto y dándomela "Esa es su querida hermana Billie O'Connell. Nuestro amigo Finneas, sufriría mucho si algo le pasara" Esta vez sentí que mi corazón se detuvo cuando sostuve entre mis manos la foto de mi ángel. Sentía un mareo terrible y estaba segura de que mis piernas no iban a poder sostenerme por mucho tiempo pero hice el esfuerzo para permanecer inescrutable por fuera. Miré de reojo a los guardaespaldas presentes por miedo de que estuviera el tipo que me vio con Billie esa noche a la salida del pub pero no estaba. De todas formas probablemente ni la recordara o eso esperaba yo. Mis manos estaban a punto de volverse temblorosas así que bajé la foto de Billie, tomada de lo que parecía una especie de ficha de su universidad. "Sé que es raro que te toque una mujer, de hecho creo que nunca te pedí que te encargaras de alguna pero primero no quiero que la mates. ¿De todas formas si tuvieras que hacerlo no creo que sea un problema no?"
Sabía que mi voz podía jugarme una mala pasada así que me tomé un segundo para concentrarme en que saliera segura a pesar de la desesperación que tenía. "No, por supuesto que no es un problema. Me da igual quien sea, yo solo hago mi trabajo" Dije convincentemente.
"Perfecto... Primero quiero que le des un susto a O'Connell, así que solo golpea y tortura un poco a su hermanita. Juega con tu navaja, pégale cuanto quieras, hasta podrías divertirte un poco con ella. No está mal para atarla y follarla un par de veces" Dijo tomando su foto y mirándola bien. Yo solo quería que esto no fuera real, que la foto en ese escritorio no fuera la de mi grisácea. Justo cuando creía que la vida me había dado toda la mala suerte que me podía dar y ahora tal vez las cosas mejoraran... se empecinaba en reírse en mi cara y quererme quitar lo único que me importaba. Queriendo hacer que yo misma me quitara lo único que me importaba y me hacía humana. Cuando volví a la realidad de la habitación en la que me encontraba y reparé en la forma en que el Mariscal miraba la foto de Billie, lo único que quise es poder matarlo en ese instante, a él y a todos los malditos que lo acompañaban. Deseé tener mi arma conmigo. Sabía que si intentaba algo estando desarmada iba a estar muerta en menos de un segundo.
"Espero que te gusten las grisácea. Esta es una hermosura, va a ser un desperdicio que tengas que pegarle a esa cara bonita pero diviértete todo lo que quieras antes de dejarla inconsciente" Devolviéndome la foto.
"Seguramente vamos a pasar un buen rato" Dije fingiendo una sonrisa y dándome repulsión a mí misma.
"Ese es el espíritu, sabía que este trabajo te iba a dar algo de placer. Después de dejarla así, Finneas va a tener unos días más para pagar su deuda y va a saber que tan serio es el asunto. Si no paga después de ese plazo ahí si te vas a encargar de que su hermanita pase a la otra vida. A él, no vale la pena matarlo, le sirve más como escarmiento que su hermana, esté muerta"
"Entendido."
"Bueno eso es todo, ahí tienes toda la información básica de tus víctimas. Encárgate de los tres en esta semana y cuando termines con ella, déjala en algún lugar donde la encuentran rápido, si no te ve nadie hasta podrías dejarla en la puerta del departamento de su hermano. Avísame cuando lo hagas así luego me pongo al día con Finneas...Como siempre cuando esté todo terminado vienes a buscar tu pago"
"Nos vemos."
"Nos vemos Miller, un placer"
"Igualmente"
Agarré las fotos y las hojas con datos y volví a estrecharle la mano. Levanté la maleta y me fui, sintiéndome peor que si me hubieran dictado una sentencia de muerte o tal vez me la habían dictado al dictársela a Billie. En la otra habitación volvieron a darme las armas y una parte de mi quería mandar todo a la mierda e intentar bajar a todos, incluido el Mariscal. Pero mi parte racional me decía que era imposible, al menos en ese momento. Estaba rodeada y siendo acompañada por varios de sus hombres armados y al primer intento de sacar mi pistola me dispararían por la espalda. Necesitaba calmarme y pensar que iba a hacer. Necesitaba encontrar una salida a esta situación, este era el único trabajo que no podía cumplir. No podía dejar que me quitaran a Billie, ni podía ser yo quien me quitara a ella. Tenía que encontrar la forma de protegerla aun si eso significara que supiera la verdad sobre mí, en esos momentos decirle la verdad era el menor de mis problemas.
Cuando subí a mi auto tiré el maletín en el asiento trasero. Apreté el volante fuerte, odiando mi vida y maldiciendo mi suerte ¿No era suficiente con todo lo que había pasado? ¿Tenían que seguir tirándome mierda para ver si aguantaba? ¿Era la forma macabra del destino de castigarme por todas las personas a las que había matado? Sabía que me merecía sufrir y arder en el infierno por todo lo que había hecho pero ella era inocente, no merecía esto. Por unos instantes empecé a culparme pero luego me di cuenta de que Billie terminó en esta situación por los actos de su estúpido hermano. Aun si yo no hubiera aparecido en su vida igual estaría en peligro. Tal vez todo tenía un motivo, tal vez nos conocimos para salvarnos la una a la otra. Pero el problema era ¿Cómo iba a salvarla? No me importaba mi vida, no me importaba si me mataban por no cumplir con el trabajo, yo solo quería que ella estuviera a salvo.
Manejé a toda velocidad, tratando de calmarme y buscar tranquilidad para pensar. Llegué a mi departamento dejé la maleta tirada en el piso junto con las carpetas con datos y me senté en el sillón. Respiré hondo, necesitaba olvidarme de todos los miedos y ser racional, calculadora para buscar la mejor solución a esto. Una parte de mí la que Billie había logrado ablandar quería llamar a la grisácea, ir a buscarla y abrazarla. Subirla a mi auto y sin darle explicaciones acelerar hasta salir de este maldito país, ir a Canadá donde no pudieran encontrarnos y hacer una vida con ella. Pero sabía que era una solución que no serviría de mucho, ella querría saber qué demonios estaba haciendo y tendría que contarle la verdad. Me odiaría por lo que hago y querría volver porque su familia estaría en peligro. Si las dos desaparecíamos el Mariscal mataría a todos los O'Connell como venganza y ella no me perdonaría eso, sin contar que quedaría destruida. Yo solo tenía una cosa para perder: a ella. Pero la grisácea tenía una familia que valía el mundo y más.
Si nos quedábamos de alguna forma yo tenía que cumplir con mi trabajo. Mientras pensaba saqué mi pistola y la apunté a mi cabeza. Hace un tiempo había descubierto que eso me hacía pensar más claramente. Por un breve instante pensé en disparar, si me quitaba la vida no tendría que hacerle daño a la grisácea. Pero el Mariscal mandaría a otro a cumplir con el trabajo y ahora sí, Billie correría peligro.
"Vamos _______, una maldita solución" Me dije a mi misma sin bajar el arma.
Las cosas empezaron a ordenarse en mi cabeza y las ideas más sensatas vinieron a mí. El Mariscal había dicho que después de que torture a Billie le iba a dar más días a Finneas, para juntar el dinero. Y yo tenía esa cantidad de dinero en Chicago. Solo tenía que viajar, traer la plata y dársela a él. El pagaba su deuda y ambos O'Connell estaban a salvo. Yo había cumplido con mi trabajo y todo quedaba en orden. Lo único que podía salir mal era la parte de torturar a Billie -sentí nauseas de solo pensar en hacerle cosas como las que hacía cuando me pedían eso- no podía hacerle eso... Pero, podía fingir que se lo hacía, si le decía la verdad y ambas aceptábamos actuar un engaño convincente nadie tenía por qué enterarse que en realidad no la había torturado. Era arriesgarse si el Mariscal se enteraba, era arriesgarse a que no quisiera verme nunca más después de saber lo que soy pero era la única opción para que ella y su familia estuvieran a salvo. Si podía protegerla que no quisiera estar conmigo era un precio que iba a pagar, sabiendo plenamente que tenía razón en dejarme una vez que supiera la verdad. Bajé la pistola y la apoyé en la mesa ya más calmada.
Tenía que ser cuidadosa y metódica, cualquier error podía hacer que la persona que amaba saliera lastimada. Primero debía cumplir con la parte fácil del trabajo. Liquidar a esos tipos y concentrarme en que lo de Billie saliera bien. Traté de no pensar en la grisácea y me puse a leer los datos de los dos tipos, tomando un mapa y buscando los lugares que frecuentaban. Pensando en posibles sitios donde podía encontrarlos y cual sería más apropiado para terminar con su vida allí.
Esa misma noche fui a matar al tal Joseph Guerrero. Trabajo fácil, casi un juego de niños a pesar de que no me encontraba tan concentrada como siempre. El tipo vivía solo en un edificio de departamentos antiguo, de esos con las escaleras de emergencia del lado de afuera. Fue muy fácil meterme por su ventana y pegarle un tiro mientras dormía. Ni me molesté en darle oportunidad de pagar la deuda pero después de ver el lugar donde vivía no me quedaba duda de que no tenía esa cantidad de dinero. Salí por la misma ventana, asegurándome de no dejar huellas digitales en el marco o en otro lugar y me perdí en la noche, silenciosa y sin ser vista.
Pero Gustavo, el maldito ruso fue otra historia. Si mi cabeza no hubiera estado tan llena de preocupaciones por Billie, si hubiera sido la misma de siempre, Gustavo habría sido pan comido. Pero no era la misma de siempre y no había vuelta atrás para eso. Gustavo era bastante cuidadoso, no salía de noche solo y si lo hacía era solo por lugares transitados donde no podía hacer nada para liquidarlo. Su departamento estaba bien protegido, no tenía ventanas sin rejas por las que pudiera entrar fácilmente. Tampoco seguía una rutina aparentemente, lo seguí por dos días y no pude descubrir ningún horario específico. Parecía hacer siempre cosas distintas. No quería perder mucho tiempo tratando de encontrar el momento o lugar justo así que fui a donde sabía que lo encontraría pero esta vez tuve que usar un personaje para poder entrar a su casa. Me puse mi pantalón más ajustado, una camisera con un buen escote y toqué a su puerta.
"¿Quién es?" Me preguntaron sin abrir la puerta

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Deja que se vaya (Billie Eilish y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora