PRÓLOGO.

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"Sakura, ¿ recuerdas nuestra promesa? Nunca te abandonaré". 

Chaeyeon llamaba a su compañera pero no obtenía respuesta. Quizá solamente estaba jugando con ella, darle un susto por haberla dejado atrás... Pero su horror fue palpable en el momento en el que la niña se asomó cuesta abajo de aquel sendero: Sakura estaba en el suelo, varios metros abajo, llena de tierra, pero lo peor de todo, era que su pierna formaba un ángulo horroroso  e inhumano, ella, totalmente inconsciente. 

"Lo siento..."

(...)

El ruido del agua corriendo por el pequeño riachuelo la despertó de su letargo. De pronto, recordó dónde se encontraba. El relajante sonido de los pájaros sobre las altas copas de los árboles que abundaban en el lugar, y ese precioso líquido refrescante haciendo su recorrido imparable, siguiendo su curso. Y a pesar del apacible lugar y momento que estaba viviendo, no pudo evitar sentir esa molesta punzada de culpa a pesar de los años que habían pasado, y... algo más...

Hoy su ser se sentía extraño. Tal vez la melancolía la había abordado con la situación.

El peso de unas manos en sus hombros la sacó de sus pensamientos, el aroma tan familiar de la persona tras ella era inconfundible para su sentido del olfato.

—Antes solíamos jugar mucho aquí, ¿lo recuerdas?

Chaeyeon elevó su cabeza con una sonrisa para ver a la chica que le hablaba.

—Sí...

Sin embargo, la sonrisa de la otra no era como la de Chaeyeon. Ésta era triste, melancólica. Una media sonrisa como la de alguien esperando lo inevitable. Algo que se ha aceptado porque no hay alternativa...

—Es una lástima que todo esto desaparecerá pronto. —dijo incorporándose.

Chaeyeon la miró y después miró la venda en la rodilla de su acompañante.

—¿Te duele la pierna? —preguntó Chaeyeon preocupada. Y es que ya llevaban un buen rato ahí, más del que se les había permitido, pero ellas no querían dejar ese lugar, pues, la próxima vez que regresaran, ese pequeño y precioso lago no existiría. Una belleza de la naturaleza sería arrebatada una vez más, víctima de las grandes empresas que se empeñaban en apoderarse de los bonitos paisajes que se les ofrecía.

Pronto parte de los mejores recuerdos de su infancia les serían arrebatados de aquella triste manera.

Ninguna de las dos quería irse, pero no podían permitirse más tiempo, Chaeyeon sabía que no podía sobre exigir la condición de la chica.

—Sólo me duele un poco, nada de lo que preocuparse. —Sakura le sonrió con esa preciosa sonrisa, contestándole a la menor.

—Chae... —llamó Sakura, su voz dudosa y titubeante, sentándose a su espalda, compartiendo el calor de la otra como quien cubre la retaguardia de un compañero. 

—¿Sí? 

—Nada, no importa... —Chaeyeon frunció el ceño extrañada pero decidió no insistir, por lo que volvió su vista al pequeño riachuelo que pasaba a sus pies, volviendo a perderse en sus recuerdos, en su culpa... 

"¡Sakura! ¡vamos!"

Chaeyeon corría por el angosto sendero en medio de aquel precioso bosque, de tanto en tanto, giraba sobre sí misma observando la distancia que ella misma creaba, alardeando de su velocidad y su atlética condición, ignorando los gritos de la otra. 

Mariposa carmesí. [Chaekura/Kkuchaen] [IZ*ONE] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora