Cap.8 « El deber de una criada personal »

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—El mundo que yo veo está englobado entre la luz y la oscuridad—empezó mientras se acomodaba junto con la albina—Es solo cuestión de proporciones, todo lo que el dios Sol creó está basado en eso. Si algo está compuesto por solo luz, es guía del Sol y las supremas. Si es solo oscuridad, entonces es un vampiro. Todas las demás criaturas están compuesta por ambos, así es como los humanos terminan haciendo pecados pero como siguen siendo hijos del más allá el siempre los perdonará—pero la sonrisa del sacerdote empezó a caer mientras dirigía su mirada a la albina—Excepto por ti.

¿Yo? ¿Porqué solo yo?

Eres un frasco vacía, el cual no está lleno ni de luz y ni de oscuridad... Por favor, dime, ¿De donde veniste?

 Por favor, dime, ¿De donde veniste?

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¿Le respondí bien? Eso creo...

La albina seguía con la mente echa un lío mientras se dirigía a la oficina del vampiro. Nunca se podrá olvidar la cara de Mael cuando le dijo la verdad de donde provenía.

(Hace diez minutos antes...)

Nací y crecí en un país llamado Japón. Tan rápido como desperté en este mundo, me confundieron como un vampiro y me vendieron como esclava—siguió ignorando la cara perpleja del albino—Estoy agradecida contigo ya que eres uno de los pocos lo cuales me creyó que no era un vampiro, aparte de que demostraste enfrente de todo que no era uno.

Muchas gracias...

(En el presente)

Volví, amo—cerró la puerta tras suya mientras se acercaba al escritorio, donde estaba siempre su amargado y bipolar amo.

Como siempre, el vampiro subió su mirada hacia la albina, demostrándole aquella expresión seria que parecía que nunca desaparecía de su rostro.

Aunque esta vez parecía disgustado que serio.

Tú. ¿Que hiciste con aquella gallina con coleta?

¿Gallina?

Mejor dicho, no querrá decir ¿de qué hablamos?

¿A que se refiere de que hicimos?

¡Oh! De su pulgar empezó a salir brilló como si fuera purpurina y me lo presionó aquí—mencionó demostrando con su propio dedo mientras se presionaba su propia frente, en el mismo exacto sitio donde lo hizo el.

—¿¡Que?! Como se atreve a...—chasqueó la lengua—Ven aquí—ordenó, la albina lo obedeció un poco confundida.

De repente el vampiro se mordió su propio pulgar, dejando caer dos gotas de sangre de su herida para luego presionarlo en la frente de la albina.

La criada y el vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora