¿Qué tan irónico podía ser que viniendo de una familia adinerada me viera en la necesidad de robar?
Y aunque era obvio que sí era irónico, las razones del por qué me veía en la necesidad de hacerlo resultaban demasiado revoltosas. En pocas palabras, por problemas con mi padre, había terminado desheredada, y podía decirlo a medias, porque gracias a la buena voluntad que mi madre me tenía decidieron que al menos como herencia podía recibir una pequeña casa a las afueras de la ciudad considerando que era adoptada, cosa que no era nada en comparación de todo su dinero y poder.
Había intentado trabajar, sí, pero nadie quería a una chica de cabello pelirrojo lo suificientemente inquieta como para romper un par de cosas por accidente.
¿La razón de mi imperactividad? Era simple en realidad: tenía poderes.
Con 14 años ya mi super velocidad resultaba un total problema. Yo era producto de uno de los 43 bebés que nacieron el primero de octubre de 1989, hija de una adolescente que bajo los efectos de las hormonas y el "amor" no supo qué hacer cuando se dio cuenta de que estaba embarazada. Ahora, mis padres adoptivos habían decidido que era un estorbo cuando al fin pudieron tener un primogénito, así que gracias a ellos me habían desechado dos veces.
Al darme cuenta de lo horrible que sonaba eso, chasquee la lengua intentado olvidar las cosas de mi pasado que solían atormentarme en los momentos menos indicados, como en medio de mi robo por ejemplo.
Tomé el candado de la puerta y lo agité con mi super velocidad hasta que un pequeño "click" resonó entre las tiendas vacías indicando se que había roto. Pasé sigilosamente a la tienda de ropa y, tarareando la canción de misión imposible, empecé a tomar prendas de mi talla.
Pero, alejandome de mi pequeño atraco, un chico que curiosamente estaba allí llamó mi atención. Iba a ignoralo pero parecía estar hablando con uno de los maniquíes, cosa que se me hizo extraña.
--- ¡Ey...! --- exclamé, haciendo que voltera bruscamente y frunciera el ceño --- ¿Estás bien, viejo?
--- Debería importarte poco, ¿Qué haces aquí? ¿Me estabas espiando? ¡¿Quién te envío?!
Uy, un ladrón paranoico.
--- Tranquilo, vengo sola --- quería responder algo más, así que mi vista viajó a los alrededores de aquel niño y descubrió una mochila. Soprendida, la apunté --- ¿Te ibas a llevar ese maniquí?
--- Métete en tus asuntos.
--- ¿Seguro que estás bien? --- Me acerqué un poco --- ¿No prefieres robar dinero o algo de ropa? Podemos dividirnos el efectivo que haya en el cajero, no tengo problemas con compartir.
Ahora fue el turno de él en mirarme extrañado, así que supuse que no estaba allí precisamente para robar. Pero antes de que pudiera contestar, un tiroteo empezó de la nada y ambos tuvimos que agacharnos y rodar hacia un lado. El chico del trajecito gritó al ver que el maniquí con el que hablaban se partió a la mitad y cuando la parte superior del cuerpo cayó en el suelo, la jaló hacia nosotros.
--- ¿Qué mierda está pasando? --- le pregunté, mientras ambos avanzabamos a gatas. Llegamos a un lugar relativamente seguro de las balas y me tomó por los hombros con algo de fuerza, su respiración era agitada y sus ojos azules chispeaban de adrenalina y furia.
Diablos, eran preciosos...
--- Necesito que tomes a Dolores y te vayas de aquí, yo los distraeré.
¿El maniquí tenía nombre?
--- ¿Y cómo un niño como tú planea hacer eso? --- Frunció los labios, claramente molesto por mi comentario ---. No tendrías dos minutos con la cabeza asomandote allá fuera cuando ya tendrías una bala entre las cejas.
Se cruzó de brazos y me miró desafiante.
--- ¿Así? ¿Tienes un mejor plan?
--- Yo soy ese plan, maldita sea. Quédate aquí.
--- ¡Espera, ¿Qué mierd-
Antes de que acabara, empecé a correr por el establecimiento, haciendo que todo a mi alrededor se volviera estático, casi sin signos de vida alguna. Vi las balas flotando en el viento y decidí juntarlas todas para que terminaran haciendo un círculo perfecto en la pared en las que terminarían inscrutradas. Busqué a nuestros atacantes y curiosamente, me encontré con dos personas que tenían unas máscaras muy feas que parecían de tianguis. Eran un hombre y una mujer con máscaras de oso y perro, respectivamente. Me debatí qué hacer con ellos, pero como no era alguien violenta, sólo les quité las armas y las vacié, volviendo rápidamente con aquel chico de ojos azules.
Todo volvió a su movimiento natural. Se escucharon las balas chocando con la pared y después de ello, los diparos cesaron.
--- ¿Quién eres? --- preguntó él, ligeramente sorprendido.
--- Quien te acaba de salvar ese lindo trasero --- dije con un guiño ---. Tenemos que irnos ahora.
--- Dame la mano.
--- Oye, más despacio, Flash. Te acabo de conocer.
---La mano, ahora.
--- Ni siquiera me has invitado a comer y ya te pones mandón. Que tóxico. --- Murmuré en broma, dándole la mano.
Lo siguiente que hizo me dejó un poco aturdida:
Una aura azul comenzó a rodearnos y el pareció introducirse en ella,después seguí yo, pero antes de poder pasar por completo por aquel Vórtice, el maniquí nos detuvo, impidiendo que pasaramos. Lo intento una, dos y hasta tres veces sin éxito alguno, así que paró de hacerlo mientras maldecía por lo bajo.
--- Justo ahora deciden fallar, muchas gracias.
--- ¿También eres especial?
Me miró de reojo, pero me ignoró.
--- Tenemos que irnos antes de que lleguen aquí.
El chasquido de un arma recargandose nos hizo voltear.
--- Muy tarde --- Dijo la cara de perro.
El sonido del disparo me estalló cerca del oído porque curiosamente, a quien buscaban era sólo a él. Sin pensarlo ni dos veces, activé mi super velocidad y lo empujé lejos de la bala, pero como la distancia era muy corta, el pequeño pedazo de metal mortal terminó incrustrado en mi tobillo izquierdo. Grité un poco, pero con la pierna sana salté lo más rápido que pude mientras empujaba al chico de los shortsitos azules.
Sin remedio, caí a unos cuantos metros de los tipos de las máscaras, haciendo que todo volviera a su curso normal de nuevo.
--- Maldita sea, no tenias por qué hacerlo --- exclamó molesto, mirando mi tobillo ensangrentado.
--- Un gracias estaría bien --- contesté a punto de soltarme a llorar.
Sin pensarlo, me tomó la mano de nuevo, ignorando que ellos venían hacia nosotros de nuevo y que Dolores se había quedado atrás.
--- Reza porque funcione esta vez.
Y un segundo después, justo cuando el sonido de una pistola disparandose se hizo presente en mis oídos de nuevo, me vi sumida en un remolino de color azul que me obligó a doblarme sobre mí misma. Sentí que las tripas se me pegaban a todos lados y que mi cuerpo estaba rebotando en distintas direcciones.
Y cuando tuve consciencia de mí de nuevo, ya nos encontrábamos a las afueras del local.
--- ¿A dónde? --- preguntó él, mirándome desde arriba. La cabeza la tenía hecha girones, pero sabía que me estaba cargando en brazos.
--- A las afueras de la ciudad.
No sabía si aquella extraña sensación de debilidad se debía a la teletransportación o a la perdida de sangre, pero antes de volverme a sumir en aquel Vórtice azul, me desvanecí en los brazos de un muchacho de ojos azules que apenas conocía.
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| Number Five | One Shots
FanfictionTodas amamos a Número Cinco y su obsesión por el café, así que si ambas cosas te gustan tanto coml a mí, eres bienvenida a este lugar que será dedicado a historias de él. Pedidos abiertos;)