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En un cementerio, bañado por la luz del amanecer de finales de Agosto, una joven vestida de negro camina entre piedras y flores en respetuoso silencio por aquellos que allí descansan eternamente. Al final del camino se divisa una lápida de mármol negro rodeada varios ramos de distintas flores. Pero un tipo predomina, ramos de rosas púrpuras, idénticos al que la joven acuna entre sus brazos.

Una vez alcanzada la lápida, la joven se arrodilló frente a ella, depositó el ramo de flores frescas a su lado y recogió todas aquellas flores o ramos que se habían secado con el paso del tiempo, depositándolas en una bolsa blanca de plástico

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Una vez alcanzada la lápida, la joven se arrodilló frente a ella, depositó el ramo de flores frescas a su lado y recogió todas aquellas flores o ramos que se habían secado con el paso del tiempo, depositándolas en una bolsa blanca de plástico. Después sacó un pañuelo blanco de su bolso y tras empaparlo en agua de una botella que sacó al mismo tiempo, limpió toda suciedad que empañaba aquella lápida. Cuando el pañuelo pasó por encima del grabado en oro que presentaba un nombre y una fecha, la joven retiró el pañuelo y pasó su mano por encima de éste, acariciándolo suave y cariñosamente.

SERGIO NOMDEDEU

1996 – 2019

La joven retiró la mano, besó ligeramente sus dedos y con ellos tocó el nombre. Colocó el ramo de rosas moradas al pie de la lápida, recogió sus cosas y se levantó. Observó unos segundos más el grabado y se dio la vuelta. Caminó de la misma manera que cuando había entrado, con una ligera diferencia; dos lágrimas se derramaban de sus ojos.

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La joven entró por la puerta de una hogareña casa, situada ligeramente en las afueras de la ciudad, anunciando su llegada, cuando de repente se oyeron pequeñas pisadas que avanzaban a gran velocidad, aproximándose a ella. La culpable, de 8 años, dobló la esquina manteniendo la velocidad y saltó a los brazos de la joven.

- ¡Coco! – la joven abrazó a su hermana pequeña y avanzó con ella en brazos hacia su habitación.

- Hola enana. ¿Qué tal te lo has pasado en la piscina con papá y Víctor?

Una vez había entrado en la habitación, sentó a Violeta sobre su cama y la niña de largo cabello castaño comenzó a contarle las aventuras que había vivido esa mañana con su padre y su hermano mayor. Mientras tanto, la joven a la cual su hermana pequeña llama Coco colocaba sus cosas y se cambiaba de ropa por algo más adecuado para las altas temperaturas del verano.

- Hermanita... ¿No me saludas? – Víctor, un informático de 25 años, estaba apoyado en la puerta de la habitación de la joven, haciendo pucheros y extendiendo sus brazos hacia ella.

Ella rió suavemente y fue hacia él, rodeándolo fuertemente con sus brazos y hundiendo la cabeza en su pecho. Un par de lágrimas se escaparon de los almendrados ojos de la joven, y Víctor la estrechó con más fuerza entre sus brazos, susurrando en su oído, calmándola poco a poco.

- ¡Saila! – Ana, una mujer de 44 años, pelo moreno y sonrisa radiante, se asomó a la habitación.

- ¿Sí, mamá? – dijo la joven, Saila, separándose del abrazo con su hermano mayor.

- Han llamado por teléfono, es para ti. – Ana le entregó el teléfono y se sentó en la cama junto a Violeta y comenzó a trenzarle el pelo. En ese momento el padre de los hermanos, Felipe de 48 años, pelo castaño, ligera barba y bronceada piel; entró en la habitación preguntándole a su hijo cómo podía solucionar un problema que le había surgido con el ordenador.

Mientras tanto, en la llamada, Saila se comunicaba en inglés con la persona al otro lado de la línea. Por un momento permaneció callada y observó a sus hermanos y padres. Suspiró. Dudaba. ¿Qué debía hacer? No quería irse tan lejos de su familia. Pero, por otro lado, era una gran oportunidad que podía asegurar su futuro estudiantil y laboral. ¿Qué es lo que su familia querría para ella? Finalmente...

- Okay. – Suspiró – I accept. Send me the information and the details of the schooling, position, trip, and residence as soon as you can ... Thank you so much for the oportunity ... Goodbye. (Acepto. Mándeme la información y detalles del viaje cuando pueda. Muchísimas gracias por la oportunidad. Adiós.)

Tras colgar la llamada, Saila se giró hacia su familia y una vez captada la atención de todos los miembros comenzó a hablar.

- Era Takeshi Nikimura, el director de la Academia nocturna Ryoutei en Japón. Al parecer les llegó mi solicitud de plaza de estudios en su academia y han decidido concederme una plaza para continuar mis estudios allí mi último año de carrera.

- ¡Pero hija, esa es una academia privada muy cara! Si recuerdo que nos reímos porque hiciste la broma de que sólo los pretenciosos iban a estudiar allí – dijo su padre.

- Esa es la cuestión. Los estudios serían gratis a cambio de trabajar como profesora de español para los primeros cursos de secundaria. No sólo eso, sino que tendría una pequeña paga a parte y residencia con todos los gastos pagados. Al parecer viviría con una familia cuyos hijos estudian también en la academia – terminó de explicar Saila.

Se formó un silencio en el que los miembros de la familia analizaron a fondo lo que esos estudios significarían tanto para Saila como para la familia en general.

- ¿Y qué vas a hacer? – preguntó Ana a su hija – La decisión es tuya, cielo. Esta oferta puede ser una gran oportunidad para empezar a abrirte puertas en temas de trabajo. Quién sabe, quizás luego puedes trabajar de traductora, o abrir una academia de idiomas. Pase lo que pase te apoyaremos.

- Iré. Ya he aceptado. No puedo seguir escondiéndome en casa, evitando enfrentarme al mundo. Es hora de seguir adelante y quizás alejarme de España por un tiempo es lo mejor.

- ¿Quieres decir que quieres alejarte de nosotros también? – dijo Violeta. Saila llevo su vista hacia ella y observó como tanto su hermana pequeña como su hermano mayor estaban haciendo pucheros, derramando lágrimas.

- ¡Jamás! – respondió Saila rápidamente – Intentaré llamaros todos los días. Y si no puedo, mandaré mensajes y fotos diarios. Eso lo prometo. Además, vendré en vacaciones y vosotros también podréis venir a visitarme.

- Será tan extraño no tenerte aquí con nosotros, mi princesa – dijo Felipe mientras la recogía en un fuerte abrazo intentando no llorar.

- Lo sé, papá. Lo sé. Os voy a echar muchísimo de menos. ¿Quién va a despertarme pronto los fines de semana para ir a cuidar plantas conmigo si no eres tú? – dijo ella mientras derramaba pocas lágrimas – Pero tenemos dos semanas todavía por delante para disfrutarlas juntos.

- ¡Podemos ir a la piscina otra vez! – gritó Violeta entusiasmada – Y jugar a peleas a caballito en el agua.

- Me parece una gran idea, coged las cosas – determinó Ana con una gran sonrisa en sus labios.

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Música clásica y gemidos femeninos fluían a través de unos auriculares en los oídos de un joven quién se encontraba durmiendo sobre un sofá, hasta que el sonido de un teléfono recibiendo una llama le sacó de su estado yacente. Dejó que el teléfono sonara dos timbres más hasta que abrió los párpados que resguardaban zafiros, se alzó y descolgó el teléfono.

- .... – El joven se mantuvo en silencio con la esperanza de que quien estuviera al otro lado de la línea colgara. Pero no funcionó.

- Hola hijo.

- ¿Qué quieres?

- En dos semanas llegará una chica a la mansión. Tratadla con respeto.

- ....

- No la matéis.

El joven colgó el teléfono sin responder y volvió a tumbarse en el sofá. Sus ojos permanecieron abiertos y si alguien hubiese mirado profundamente, hubieran notado como una pantalla de dolor los cubría antes de cerrarse.

Pero nadie estaba allí.

No Nacieron Siendo Bestias | Karlheinz | Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora