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Saila llamó a la puerta tres veces, a la tercera, la puerta se abrió sola dejando a la vista el hall de la mansión. Tomó su equipaje y entró, deteniéndose y esperando a ser recibida en la residencia. Finalmente, una voz se oyó desde las escaleras ligeramente a la izquierda de la joven.

- ¿Quién es usted? – ella llevó su mirada hacia la voz y se encontró con chico esbelto, cabello negro y ojos magentas, los cuales cubrían unas gafas. "Serán lentillas de color" pensó ella.

- Disculpe la intromisión, soy Saila, la chica que se hospedará aquí un tiempo, por la Academia Ryotei.

El chico entrecerró los ojos y tras unos segundos de deliberación, volvió a dirigirse a la chica.

- ¿Le importaría acompañarme hacia la sala de estar? Un sirviente se encargará de su equipaje.

La joven accedió y ambos caminaron por el pasillo de la fría y lúgubre mansión en silencio hasta que ella lo rompió.

- Disculpe, no he podido evitar notar que el edificio parece bastante antiguo, aunque está en un estado increíble. ¿De qué época es? – preguntó Saila mientras admiraba la arquitectura y decoración del edificio.

- De principios de la era Victoriana – contestó él con tono serio – Aunque hay paredes que han debido de ser remodeladas... por razones excepcionales. ¿Le interesan a usted los monumentos históricos?

- Increíble. Bueno, no específicamente. Soy una fanática de todo lo antiguo, todo lo que cuente historias de otras épocas y lugares – con ese último comentario de la joven acompañado de una suave risa por su parte, ambos llegaron a una entrada con dos grandes puertas.

Reiji abrió una puerta y cedió el paso a la chica. Cuando entró, ella se encontró con nueve chicos esparcidos por la sala cuya mirada se clavaba en ella. Fue la primera vez que Saila pudo decir que se sentía incómodamente observada. Curiosamente, cuando ella conectó las miradas sólo podía ver un rasgo en común (a parte de los extraños colores de ojos y cabello), dolor. Todos ellos tenían un brillo de dolor en sus miradas.

- Hola – empezó ella incómoda – Me llamo Saila Díaz Guerrero, de España, tengo 21 años, estudiaré y trabajaré en la Academia Ryoutei. Además, me hospedaré aquí con ustedes durante este curso, por lo menos. Gracias por acogerme – Terminó ella con una sonrisa.

- Yo soy Reiji Sakamaki – dijo que el chico que la recibió extendiendo la mano hacia ella, quien la tomó – Lamento la confusión, no habíamos sido informados de su llegada.

Ella sacudió la cabeza con una sonrisa comentando que no había ningún problema. De repente sintió dos manos que la agarraban de los hombros y la giraban hacia su izquierda. Una cabellera naranja se posicionó al lado de su cabeza y sintió como alguien depositó un beso en su mejilla. Entendiendo la intención, ella depositó un beso en la suya y luego ambos cambiaron de lado para hacer lo mismo por segunda vez.

- Nfu~ Yo soy Laito Sakamaki. Es un placer conocerte Choco-chan~.

- ¿Choco-chan? – dijo ella confusa. El acarició su mejilla con su dedo índice.

- Tu piel sabe a chocolate. Por eso Choco-chan~.

Esa frase... "Tu piel sabe a chocolate". La castaña se quedó paralizada por un momento. Una voz masculina susurraba esa frase una y otra vez en su cabeza. No fue hasta que sintió un beso en su mejilla derecha que salió del su estado de parálisis. Al girar la cabeza vio un chico de su estatura, con cabello morado, grandes ojeras y un oso de peluche entre sus brazos.

- Deliciosa... Me gustas, quiero devorarte – dijo el chico con una sonrisa bastante tétrica en sus labios. Ella se rió incómodamente, pensando que era una broma demasiado brusca.

No Nacieron Siendo Bestias | Karlheinz | Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora