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- He llamado a esa persona y he conseguido hablar con él sobre Saila – anunció el azabache.

- ¿Y qué dijo? – exigió Ruki una respuesta. Seguía bastante irritado con la humana después de lo ocurrido en la cocina.

- ¿Hay algún problema conmigo? – preguntó la humana completamente confusa por la discusión, mientras se tomaba una pastilla y bebía agua para ayudarla a pasar.

- Tú sangre, pastelito. Ese es el problema contigo. Es repugnante, vomitiva – respondió Ayato con una sonrisa burlona que enmascaraba la rabia interior que sentía en ese momento.

- Pero... Reiji bebió antes bastante y no pareció disgustarle... - su confusión solo aumentaba. Todos dirigieron sus miradas hacia el segundo hijo de los Sakamaki. Shu, quien estaba sentado a su lado, abrió los ojos para observarle.

- Eso es lo que iba a explicar... - el azabache relató lo sucedido, desde el sabor de la sangre hasta la sensación que el mordisco había dejado en ella.

- Si eso es cierto, y su sangre ha cambiado de sabor... - Kou se apareció detrás de la castaña e inclinó la cabeza de ésta hacia un lado rápidamente dejando su cuello expuesto – Yo quiero probarla.

Sin dejar tiempo para reaccionar, Kou mordió el cuello de la humana. Y para sorpresa, confusión y ligero placer de los demás, Saila lanzó un grito de dolor cuando los colmillos perforaron su piel. Rápidamente Kou se separó y escupió la sangre quejándose de su horrible sabor, mientras la joven se cubría el cuello con una servilleta de tela para reducir y frenar el sangrado, quejándose suavemente de dolor.

- ¿Nos has mentido, Reiji? – cuestionó Subaru.

- ¿De qué me serviría hacerlo? – se defendió él aún más confuso por la situación actual.

¡PAM!

Un golpe resonó por todo el comedor cuando la mano abierta de la humana golpeó con fuerza la mejilla derecha del idol.

- ¡¿Tú eres gilipollas o qué?! ¡No tienes ni idea del daño que me has hecho! – en ese momento una pequeña sonrisa sádica curvó los labios del rubio – No. Sí lo sabes. Y te gusta. Tú y todos vosotros os creéis mejor que yo, que todos los humanos, simplemente por el hecho de que sois más fuertes. Os gusta someterlos, ¿verdad? Que os teman, que lloren de miedo, de dolor – continuó con una expresión de asco y rabia – Pues os voy a decir una cosa. No sois más que unos niñatos. Os comportáis como unos niños a los que sus padres les niegan un juguete. Podréis vivir más y superarnos físicamente, pero al menos nosotros, los humanos, sí maduramos mentalmente. Las personas como vosotros, creídos, falsos e inmaduros; siempre acaban solos y destrozados. Las personas como vosotros me dan asco.

Hubo un silencio durante unos segundos en los que los vampiros miraban a la humana como sí le hubiesen crecido dos cabezas más. Kou se sujetaba la mejilla, sorprendido por el daño que realmente le había hecho el golpe.

- Mmmm... Choco-chan. Este lado salvaje tuyo me excita bastante~ - dijo Laito al oído de la castaña con su cuerpo pegado a su espalda y su mano acariciando desde su pierna hasta su cintura.

Saila respiró profundamente y se giró hacia el pelirrojo. Con una mano acarició su pecho, deslizándola hacia abajo hasta llegar a su entrepierna. Laito le lanzó una sonrisa pervertida mientras un rubor cubría las mejillas del pelirrojo. Ella le respondió con la misma sonrisa y seguidamente agarró con gran fuerza su entrepierna, clavando sus uñas para asegurarse de que infligía gran dolor. Laito se quejó de dolor y se inclinó hacia delante ligeramente. El resto de los vampiros se cubrieron de forma inconsciente sus entrepiernas, protegiéndose empáticamente del dolor que el pelirrojo estaba sufriendo.

No Nacieron Siendo Bestias | Karlheinz | Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora