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El día finalizaba con el atardecer, dando paso a la noche. Saila, quien apenas había dormido una hora, observaba la caída del sol tumbada sobre su cama, acariciando el cabello de Azusa. Dicho peliverde abrió lentamente los ojos y aún bajo la embriaguez del sueño, dirigió su mirada hacia la clavícula de la humana, la cual tenía justo frente a él. Acercó su boca lentamente y depositó un suave beso. Se mantuvo inmóvil, callado, pues su mente acababa de procesar lo que había hecho, y cuál era su objetivo.

Saila alzó una mano y la posó sobre la cabeza del peliverde, acariciándola y atrayéndola más hacia su clavícula. Haciéndole entender que estaba bien, que tenía permiso para beber. Azusa dudó, pues recordaba el sabor de aquella sangre, pero no había bebido y ni comido nada durante la cena. Así que quizás el sabor repulsivo compensaría por el daño que estaba a punto de hacerle a la castaña. Abrió su boca y gentilmente clavó sus colmillos bajo su garganta.

Sus ojos se abrieron como platos. Estaba deliciosa, no podría describir exactamente el sabor, pero daba igual. Alzó su vista hacia la humana y observó como una sonrisa relajada adornaba su rostro. Saila se encontraba tranquila, cálida, y él se sentía igual. Rodeó con sus brazos a la humana y la abrazó, separándose de su clavícula y lamiendo la herida, ayudando a su sanación.

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Poco después, alguien llamaba en la entrada principal de la mansión. Tanaka abrió la puerta, dejando paso a un hombre, el cual caminó hasta el hall, donde su camino fue detenido por la aparición de nueve vampiros. Seis de ellos lo observaban con odio y repulsión, su postura tensa. Mientras que los otros tres miraban confundidos al intruso.

- Tienes mucho valor para volver aquí - exclamó Ayato.

- Deberías estar muerto, Richter - amenazó Laito avanzando un paso en las escaleras.

- ¿De verdad creíais que unos novatos como vosotros podrían acabar conmigo? - contestó el hombre - Seréis fuertes, pero todavía os falta mucho por aprender - giró su mirada hacia los tres vampiros confusos - Vosotros debéis ser los Mukami. Me llamo Richter Sakamaki, el hermano de "ese hombre". Y es por él que estoy aquí. Vuestro padre me ha forzado a venir aquí. Así que, ¿dónde está la humana?

- Estoy aquí.

Todos llevaron sus miradas a la parte superior de las escaleras, donde la castaña estaba sujeta a la barandilla, mientras el peliverde la abrazaba desde atrás

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Todos llevaron sus miradas a la parte superior de las escaleras, donde la castaña estaba sujeta a la barandilla, mientras el peliverde la abrazaba desde atrás. Ambos tenían el cabello revuelto y ella se frotaba un ojo, intentando eliminar el cansancio. Saila tomó la mano del vampiro y ambos descendieron las escaleras bajo la atenta mirada de los demás. Llevó al peliverde hacia el sofá, lo sentó y besó su frente acariciando su cabello, antes de pararse frente al nuevo invitado.

- Mi nombre es Saila, encantada - ella extendió su mano y el hombre la tomó.

- Richter - se introdujo él.

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⏰ Última actualización: Jun 24, 2023 ⏰

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No Nacieron Siendo Bestias | Karlheinz | Diabolik LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora