El día finalizaba con el atardecer, dando paso a la noche. Saila, quien apenas había dormido una hora, observaba la caída del sol tumbada sobre su cama, acariciando el cabello de Azusa. Dicho peliverde abrió lentamente los ojos y aún bajo la embriaguez del sueño, dirigió su mirada hacia la clavícula de la humana, la cual tenía justo frente a él. Acercó su boca lentamente y depositó un suave beso. Se mantuvo inmóvil, callado, pues su mente acababa de procesar lo que había hecho, y cuál era su objetivo.
Saila alzó una mano y la posó sobre la cabeza del peliverde, acariciándola y atrayéndola más hacia su clavícula. Haciéndole entender que estaba bien, que tenía permiso para beber. Azusa dudó, pues recordaba el sabor de aquella sangre, pero no había bebido y ni comido nada durante la cena. Así que quizás el sabor repulsivo compensaría por el daño que estaba a punto de hacerle a la castaña. Abrió su boca y gentilmente clavó sus colmillos bajo su garganta.
Sus ojos se abrieron como platos. Estaba deliciosa, no podría describir exactamente el sabor, pero daba igual. Alzó su vista hacia la humana y observó como una sonrisa relajada adornaba su rostro. Saila se encontraba tranquila, cálida, y él se sentía igual. Rodeó con sus brazos a la humana y la abrazó, separándose de su clavícula y lamiendo la herida, ayudando a su sanación.
-----------------------------------------------------------------
Poco después, alguien llamaba en la entrada principal de la mansión. Tanaka abrió la puerta, dejando paso a un hombre, el cual caminó hasta el hall, donde su camino fue detenido por la aparición de nueve vampiros. Seis de ellos lo observaban con odio y repulsión, su postura tensa. Mientras que los otros tres miraban confundidos al intruso.
- Tienes mucho valor para volver aquí - exclamó Ayato.
- Deberías estar muerto, Richter - amenazó Laito avanzando un paso en las escaleras.
- ¿De verdad creíais que unos novatos como vosotros podrían acabar conmigo? - contestó el hombre - Seréis fuertes, pero todavía os falta mucho por aprender - giró su mirada hacia los tres vampiros confusos - Vosotros debéis ser los Mukami. Me llamo Richter Sakamaki, el hermano de "ese hombre". Y es por él que estoy aquí. Vuestro padre me ha forzado a venir aquí. Así que, ¿dónde está la humana?
- Estoy aquí.
Todos llevaron sus miradas a la parte superior de las escaleras, donde la castaña estaba sujeta a la barandilla, mientras el peliverde la abrazaba desde atrás. Ambos tenían el cabello revuelto y ella se frotaba un ojo, intentando eliminar el cansancio. Saila tomó la mano del vampiro y ambos descendieron las escaleras bajo la atenta mirada de los demás. Llevó al peliverde hacia el sofá, lo sentó y besó su frente acariciando su cabello, antes de pararse frente al nuevo invitado.
- Mi nombre es Saila, encantada - ella extendió su mano y el hombre la tomó.
- Richter - se introdujo él.
ESTÁS LEYENDO
No Nacieron Siendo Bestias | Karlheinz | Diabolik Lovers
FanfictionSaila, una chica común de 21 años, de España, con un dolor aún reciente, recibe una llamada del Instituto Ryoutei presentándole una oferta para cursar sus estudios universitarios en Japón. La oferta incluye el viaje, el curso y un puesto de trabajo...