Capítulo 6

833 62 29
                                    

Pablo.

— ¡Pabli! — oigo a lo lejos — ¡Hey, tengo que irme!

Con mis ojos cerrados, abrazo más fuerte a Marizza para no dejarla ir. La apreto más a mí y siento el calor de su cuerpo junto a el mío, es una sensación exquisita.

— No dale, no te vayas — respondo adormilado.

— De verdad tengo que irme — suelta una risita.

Me quedo unos segundos callado, pensando en alguna excusa para que se quede: pero es muy temprano y estoy lo bastante dormido como para pensar. Abro un ojo y la observo, aunque apenas puedo ver su sombra por la escasa claridad que entra por la ventana.

— Tu papá ya se fue, podes quedarte — digo, aunque ni siquiera sé que hora es.

— No avisé que me quedaba, por eso.

Abro los ojos completamente y enfoco mi vista en su rostro. Achico un poco los ojos para poder ver mejor su cara, sus ojos se encuentran achinados demostrando que acaba de despertarse, sus labios están un poco secos pero rosas, sus mejillas sonrosadas y su pelo algo revuelto. Pero se ve hermosa, aún más que si estuviese maquillada y con un peinado perfecto.

— ¿Qué hora es? — pregunto, confundido.

Ella le da una mirada rápida a su celular para luego volver a mirarme a mi.

6:37am.

Frunzo el ceño y suelto un bostezo. Paso una mano por mi cara frotando mi ojo derecho y abriendo lo más de lo normal al deslizar mi mano por la cara.

— Pilar ni siquiera llegó seguro — digo tratando de convencerla.

Ella me mira con una ceja enarcada.

— Seguro que sí — ríe —. Dale, tengo que irme.

Suelto un suspiro, rendido.

— Está bien — la libero de mi fuerte abrazo a regañadientes —. Te acompaño.

— No hace falta.

— No te voy a dejar ir sola — respondo.

Vive frente a mi casa, pero quien sabe que puede pasarle tan sólo cruzando una calle. Nunca se sabe que puede pasar, y prefiero no correr ningún riesgo, acompañarla y estar seguro de que llegó bien a su casa. Además, no me cuesta nada hacerlo.

Intento levantarme de la cama, pero justo entonces suena el celular de Marizza llamando nuestra atención. Ella atiende enseguida y sonríe al pegar el aparato en su oreja.

— Melli — dice alargando la i —. No, no, estoy en — me mira sonriendo —, en lo de Pablo — Hace un silencio algo más largo que el anterior, para luego decir: —. Bueno dale, gracias melli.

Al cortar, mira el celular con una sonrisa y luego lo deja sobre la mesita de luz. Voltea a verme rascándose la nuca.

— ¿Y, qué te dijo? — pregunto, ansioso por saber si puede quedarse a dormir conmigo o no.

— Pili le avisa a Feli que me quedo acá.

Sonrío exageradamente, emocionado por seguir durmiendo junto a ella como recién, abrazados, pegados tipo mocos, como si fuésemos novios y nada de lo que siento fuese un secreto.

— ¡Perfecto, a dormir! — grito eufórico. Me abalanzo sobre ella y la estrecho con fuerza entre mis brazos, lanzandonos a ambos sobre la cama.

Mi brazo abraza su cintura como si no quisiera que se fuera y ése fuese un impedimento, mientras que mi cara está muy cerca de la suya y nuestras piernas se entrelazan hasta conseguir una postura cómoda para ambos.

Amor de verdad; versión Pablizza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora