Capítulo 5: A los demonios les gustan las fresas

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- ¿Me vas a decir porque estás enfadado? - ya habían pasado diez minutos desde que se fueron la directora y Jacob, y aún seguía sin contestarme - Mira, yo tengo un temperamento explosivo pero me estoy conteniendo por ti, así que te lo preguntaré por última vez ¿Por que estás enfadado? - se apartó el libro de la cara y estaba llorando como un niño pequeño, no me esperaba esto.

- Es que... Es que - empezó a tartamudear mientras lloriqueaba - Yo era un demonio poderoso ¡Uno de los más fuertes! Hasta los otros demonios tenían miedo de mí - cogió un pañuelo y se sonó la nariz - ¡Para resucitarme se habrían necesitado miles de vidas humanas! Pero lo único que utilizaste fue una minúscula porción del bosque.

- ¿Estas enfadado por que no he matado a nadie?

- No es por eso es por lo que significa - le mire confuso, él puso los ojos en blanco como si me fuera a explicar lo más obvio del mundo.

- Mira para resucitar a alguien necesitas sacrificar el doble del poder de a quien quieras resucitar, si quieres resucitar a un humano normal necesitarás pocas vidas, pero si es alguien que tuvo un gran poder necesitaras mas vidas ¿Me entiendes?

- Supongo que sí.

- Pues bien, como te dije antes soy un demonio muy poderoso, y con la poca vida que utilizaste no se como lo hiciste ¿Y si ahora tengo la fuerza de un ratón? ¿Y si nunca fui un demonio poderoso? - genial le acabo de dar una crisis existencial a un demonio.

- Yo creo que nunca moriste...

- ¿Cómo?

- Antes eras una flor.

- Debe de ser la esencia que deje en el mundo al morir, por eso pudiste resucitarme.

- Pero es que sentí algo, había algo, había vida dentro de la flor - el demonio me miró sorprendido y pareció darse cuenta de algo.

- Tal vez no morí - se puso los dedos en la barbilla de forma pensativa - A lo mejor solo estaba hibernando.

- ¿Los demonios hibernáis convirtiéndoos en flores?

- Cuando un demonio poderoso está cerca de la muerte puede dejar su esencia para resucitar luego, pero si hubiera sido así habría despertado milenios atrás, por alguna razón no desperté.

- No se si es una pregunta que se deba de hacer pero ¿Cómo moriste?

- Me clavó sus ojos azules y puso una expresión dolorida - Solo recuerdo que fue dolorosa, me vienen fragmentos pero... no me acuerdo, no tengo muchos recuerdos de cuando estaba vivo - me sentí mal por él e iba a consolarlo, pero me lanzó el libro a la cara y caí al suelo de espaldas - ¡Pero qué más da! Estoy vivo y no he perdido mis poderes, eso es lo único importante - se levantó de la cama y me miró con una sonrisa inocente - ¿Por qué estás en el suelo? - le lancé el libro pero lo cogió antes de que impactara sobre él - Por lo que veo mis reflejos no están oxidados.

- Ahora mismo te estaría gritando pero no he desayunado - me levanté quitándome el polvo de la ropa - Y no puedo ser yo mismo sin mis calorías mañaneras.

- Puedes comerme a mi, estarás más que lleno - me miró con una mirada perversa.

- ¿Comerte a ti? - quedamos unos segundos en silencio, enrojecí al darme cuenta de lo quiso decir - ¡Eres un guarro! - me encerré en el baño.

- O venga no te enfades solo era una broma, pero si quieres puede ser real - uso un tono insinuante en la última frase.

- No creas que me he encerrado por ti, tengo que prepararme para ir a la cafetería.

Flor viva pero destruidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora