Capítulo 9: Tu existencia es pecado (Parte 1)

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La luz mañanera acariciaba mi piel con una atípica calidez que no caracterizaba para nada al otoño, penetrando por mis párpados sin compasión haciendo que me despertase de una manera muy molesta.

Gruñí molesto por la luminosidad y me tape los ojos con el brazo. Ese vampiro me la había jugado muy bien, pero esto no iba a quedar así. Nadie me ridiculiza de esa forma sin abstenerse de las consecuencias, y jodidamente las va a haber, antes de matarlo me asegurare de arrancarle cada trozo de piel con las garras, romper cada hueso de la forma más dolorosa que me sea posible y en el momento en que me pida piedad le arrancaré el corazón de la forma más lenta y agónica que pueda. Sonreí satisfecho por cómo iba a ser mi venganza.

Palmeé a mis alrededores buscando un punto de apoyo esperando encontrar por el camino trozos de madera y espinas, toqué hierba y nada más. Estaba seguro de que había caído sobre un montón de troncos pero solo sentía las hebras de césped, en ese momento me di cuenta de que no estaba tumbado sobre un montón de árboles destrozados, sino en algo suave y mullido. Me levanté de golpe y abrí los ojos ya desconcertado de lo que estaba ocurriendo, inspeccione a mis alrededores viendo que estaba sobre una manta debajo de un árbol. Comprobé el estado de mi cuerpo descamisado, fijándome instantáneamente en los vendajes que cubrían mi abdomen, mi codo izquierdo y mi brazo, toque mi cabeza encontrándome con otra venda.

- Ya despertaste - gire la cabeza hacia la voz, encontrándome con el vampiro debajo de un árbol, agazapado sobre una sombrilla para protegerse del sol. Puso una cara de preocupación al verme girar - No hagas movimientos bruscos tus heridas podrían abrir...

En un movimiento rápido le agarré del cuello y lo estampe contra el árbol que tenía detrás suyo, el vampiro dio un grito e intento quitar mi mano de su cuello.

- ¿Qué ha pasado? - pregunte directamente en su oído con un tono grave.

- Te habías caído y... te habías herido - decía casi sin aire y con los ojos llorosos.

- ¿Por qué me has salvado?

- Estabas lastimado - chiste entre dientes.

- Si crees que por esto no te voy a matar estás totalmente equivocado, has hecho un grave error al salvarme - le mire a los ojos y empezó a llorar, patético - Pero antes de matarte me interesaría saber el por qué ¿Creías que engañándome no te haría nada?

- ¿Que? ¡No!

- ¿Entonces?

- Ya te lo dije estabas lastimado - un silencio se formó entre nuestras miradas, el cual rompí con mi estruendosa risa.

- ¿Piensas que voy a caer en tu palabrería barata? - le miré más furioso y gruñí delante de su cara, acto que lo asustó - ¿En serio piensas que me voy a creer que lo hiciste solo porque querías? - aumente la fuerza del agarre y sonreí al ver el dolor que expresaba su cara, era tan satisfactorio.

- ¿Por qué me haces esto? - gritó con desesperación. La sonrisa desapareció de mi rostro el cual empezó a desfigurarse junto a mi cuerpo, aumentando de tamaño mientras que un pelaje castaño empezaba a cubrir todo mi cuerpo. El vampiro parecía estar sin aliento al verme solamente medio transformado, seguramente se moriría al ver mi forma completa.

- Y la sanguijuela pregunta de nuevo - lo aleje del árbol para luego estamparlo contra el suelo, agarrándolo desde el cuello y las manos - Dime tú ¿A cuántos has asesinado? ¿A cuantos los hiciste pedir piedad? ¿A cuántos has torturado? - me acerqué abriendo mis fauces a su rostro - ¿Y a cuántos huérfanos has dejado?

El vampiro dejó de temblar y me miró con una gran confusión - ¿De qué estás hablando?

- Tu sabes de lo que hablo, de las desapariciones que ha habido en Eris, de los muertos que han aparecido sin sangre ¿Te suenan?

Flor viva pero destruidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora