Extraños

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- Momo...

Abría sus ojos con delicadeza, una vez que los abrió por completo se dió cuenta de que estaba rodeada de una oscuridad densa, no sabía porqué estaba en ése lugar, escuchó su nombre ser pronunciado por así decirlo de la nada, eso la inquietó bastante.

- ¿Dónde estoy? -Pensó mientras miraba para todos lados.

- Momo... -Nuevamente escuchó su nombre, la diferencia fué que era la voz de una persona distinta.

- Momo...

Ella se asustó demasiado, eran voces que no conocía, entonces, ¿Por qué las escuchaba?, empezó a caminar sin rumbo aparente, lo único que quería era alejarse lo más que pudiera de quién sea que la estuviera molestando.

- ¡Momo!

Los leves llamados se convirtieron en gritos desesperados de muchas personas que venían en todas direcciones, comenzó a correr lo más que podía para quitarse esa sensación tan molesta de la soledad y el vacío, pero esas voces parecían que siempre la encontraban dónde sea que fuera, pronto ya no era sólo su nombre si no que alcanzó a entender insultos, maldiciones, lamentos y cosas que para ella no tenían sentido.

- ¡Perra!

- ¡Cobarde!

- ¡Huye!

- ¡Ayúdanos!

- ¡Traidora!

- ¡Mantente a salvo!

Creía que eran figuraciones suyas o algo parecido, pero juraba que algunas voces las conocía y otras que en algún momento escuchó, ya no tenía idea de que hacer, quería salir de ahí de alguna forma, se sentía pequeña en ese lugar, cómo si no pudiera hacer absolutamente nada más que mirar o escuchar.
Se dejó caer sobre sus rodillas, tapó sus oídos con sus manos aplicando un poco de fuerza, pero el ruido no cesaba.

- ¡Déjenme en paz! -Gritó al borde del llanto.

Al momento en el que ella gritó, el ruido paró de manera inmediata, siguió por unos minutos cubriendo sus oídos pero poco a poco fué retirando sus manos de su cabeza al igual que abría sus ojos.
Nuevamente estaba en completo silencio, estaba más tranquila pero seguía angustiada.
Se derrumbó en lágrimas, sintió que el mundo se le venía abajo, no quería estar en ése lugar, quería estar con sus padres, ver a Kyoka y a Tenya a su lado, sobretodo no quería estar sola.

- Momo...

Dió un pequeño brinco del susto, conocía esa voz que sonó cómo una especie de eco.
Levantó la vista limpiando su rostro húmedo para intentar calmarse.

- ¿Quién eres? -Preguntó.

- Ya no hay tiempo...

Ésto extrañó a la pelinegra, no entendía a qué se refería en absoluto.

- ¿Tiempo para qué? -Soltó la pregunta al aire.

Por minutos que parecían horas no escuchó nada, miró para todos lados sin respuesta alguna.
Y en una fracción de segundo alguien susurró a su oído.

- ¡Despierta!

.
.
.
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Se levantó de manera brusca y con la respiración agitada, tanto que en su cabeza empezó a sentir leves punzadas molestas, llevó una de sus manos a su cabeza en un intento de apaciguar el dolor, notó que tenía un vendaje alrededor de su frente y su brazo, ésto la sorprendió mucho.
Claramente no recordaba haberse curado ella sola, observó a su alrededor, estaba ligeramente nublado y hacía frío, se abrazó a sí misma para darse algo de calor, vió que seguía en el bosque, sólo que no entendía cómo había llegado hasta ahí "sana y salva".

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