Solo respira
-Tiene que beber mucha agua- Susurró Kiam para sí mismo, cosa que me alteró aún peor.
-¿¡Como mierda va a hacer eso si esta inconsciente?!- Grité entrando en pánico
-¡Joder cálmate...! -Me ordenó- Saca las llaves de mi bolsillo y sígueme
Hice lo que me dijo sin preguntar ni reclamar nada. Lía se estaba poniendo pálida y ni siquiera podía abrir los ojos.
Llegamos junto a una camioneta blanca. Seguí las instrucciones de Kiam y subimos a Lía a la parte trasera. Me subí junto a ella mientras Kiam encendía el vehículo.
Ni siquiera le pregunté dónde íbamos, estaba muy nerviosa y asustada. Mi respiración comenzó a acelerarse, avisándome que posiblemente tendría un episodio. Rogué, recé y suplique porque pudiera controlarme.
Si tener ataques de pánico ya es muy malo, el tenerlos en público es mil veces peor.
El recuerdo de mi garganta cerrándose a los doce años, vino a mi mente como un gran flashback. Ese día, había estado entrenando box en el gimnasio con mis hermanos. Le había pedido a Nícolas que me acompañara a cargar mi botella en uno de los otros salones, ya que el de nuestra área no estaba funcionando. Cuando entramos, fui directo hacia los bebederos. Mi botella casi estaba llena, pero unos gritos y el sonido de puñetazos hicieron que me girara sobresaltada, dejando caer toda el agua.
Dos chicos golpeaban a Nícolas sin parar. Habían aprovechado la situación, ya que Sebastián no estaba con él.
Luego de ese día, me prometí que sería la última vez que me paralizaría ante una situación.
En tanto veía como lastimaban a mi hermano, mi cuerpo decidió quedarse inmóvil, mientras mi pecho se cerraba poco a poco. Segundos después, gracias al cielo reaccioné, y lo más inteligente que se me ocurrió fue encender el alerta de incendios. Y debido a la falsa alarma, entrenadores de todos los salones vinieron hacia donde estábamos, y pudieron ser testigos de que estaban atacando a Nick, y claramente eran dos contra uno.
Y como pasa la mayoría de las veces en las que sufro ataques de nervios, luego de que la situación se haya calmado, mi cuerpo se apaga. A veces reaccionaba luego de horas, pero incluso hubo situaciones en las que estuve un día entero sin despertarme. Mi terapeuta, así como mi médico, me dijeron que era normal, ya que mi cuerpo y mente estaban siendo sometidos a una cantidad de estrés mayor de la que pueden controlar y posteriormente me pasaban factura.
-¡Emma!- El grito de Kiam me obligó a volver al presente.- Respira despacio... por favor, solo respira...
No terminé de comprender sus palabras hasta que noté que, evidentemente, estaba teniendo un episodio, leve en comparación de muchos otros, pero aún así lo era. Mi respiración se había acelerado bastante, mientras con mis dedos no dejaba de rasgar mi garganta, la cual se me estaba cerrando impidiendo que el oxígeno pasara.
Las imágenes de todas aquellas veces por las que sufría ataques de nervios me invadieron. Las peleas callejeras, el accidente de mi padre, la muerte de mamá... Como un balde de agua fría solo llegaban a mi mente. Me había bloqueado con recuerdos, y una pequeña parte de mí, la que si estaba consciente de la situación, también se preocupó ya que Lía no reaccionaba, y no estaban ni mi padre ni mis hermanos para ayudarme.
La puerta de trasera se abrió de inmediato. Kiam tiró de mí hacia el exterior, mientras yo solo luchaba por conseguir bocanadas de aire que no llegaban a mis pulmones.
Tomó mis manos evitando que siguiera lastimando mi garganta, y puso ambas manos en mi rostro de manera firme.
-¡Mírame! No mires hacia atrás ¡Solo mírame!- Me ordenó bien alto.
ESTÁS LEYENDO
Después de ti
RomanceEra hermosa y ella lo sabía. Siempre había tenido todo bajo control. Una chica segura de sí misma, con autoestima, sin inseguridades ni miedos. Con una reputación de puta madre. O al menos eso aparentó siempre. Hay veces en la vida que parece estar...