Consecuencia de la fuerza.

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Otra fiesta, Luffy no se agota de las fiestas, la comida, el escandalo, el agotamiento del rubio, platillo tras platillo; aunque era un placer cocinar para sus Nakamas y más para el peliverde, su querido Marimo ¿Tenia algo de malo estar perdidamente enamorado en secreto del primer oficial? ¿De aquel espadachín?

Se dirigió a la mesa donde todos se encontraban con ansias esperando sus platos tan deliciosos. Trajo consigo unos siete platos, tres en cada brazo y uno en la cabeza -no desperdicien nada- eso iba exclusivamente a los hombres, Nami, Robin y Law sabían como comportarse, eran educados no como cierto Capitán.

-Sanji, tienes una sonrisa de oreja a oreja ¿puedo saber por que?- la arqueóloga lo cacho de sorpresa asustándolo -estas sorprendido- se estaba divirtiendo en ver sus cambios de expresión repentinos -siéntate- movió una silla invitándolo, no dejarían al chef fuera de la mesa

Sus ojos solo estaban centrados en el espadachín, sus movimientos, lo que comía, bebía, si se reía o enfadaba, debía verlo en todo lo posible. Cuando mordiera el postre comenzaría todo, algo que tanto deseaba, algo que lo haría odiarse a si mismo y que si era posible, que Zoro lo odiara para siempre, pero no importaba, ya había dado ese arriesgado paso y no habría marcha atrás.

Luego de un rato Zoro se levanto, había sido el ultimo en recibir un amargo postre, el gusto no le molesto, lo que realmente fue de su incomodidad fue el calor indescriptible que su cuerpo comenzaba a exparsir en su interior, el mareo que comenzaba a revolotearle la cabeza, sin contar su visión borrosa -¿que? Mi cabeza- se sujeto sus cabellos con su derecha, se sentía mal

-Zoro ¿que te pasa?- Nami se acerco a el y toco su frente -¡estas caliente!- retiro su mano al sentirlo así -Chopper, aquí tienes un paciente- lo señalo, no lo tomo muy enserio creyendo que se trataba producto del alcohol, el reno iba acercandose cuando Trafalgar se movio.

-Deja que me encargue ¿de acuerdo?-

-Te ayudo- Sanji tomo del brazo al peliverde y juntos comenzaron a llevarlo al barco, Este era el segundo paso para la tan dolorosa satisfacción de uno y la experimentación del otro. Apenas llegaron Sanji lo arrojo sobre la litera -debes recostarte Marimo, Torao quiere ver algo-

El ojeroso se acerco al espadachín y analizo sus síntomas -si, es el efecto esperado, cuando caiga inconsciente seguirá excitado, así que no tendrás que contenerte- trago saliva al oirlo, Zoro, Roronoa Zoro seria suyo esa misma noche -trata de no dejar marcas, yo vigilare hasta que los demás decidan que hacer-

-En-Entendido, cuanto contigo Torao- apenas el cirujano abandono el camarote, el rubio sensualmente se sentó sobre Zoro

-¿Que ¿pa-mn?- no pudo quejarse completamente, lo que si, se quejo en silencio al sentir dos dedos del extraño en su boca, inconscientemente de lo que estaba sucediendo empezó a ensalivar las falanges con extraña delicadeza

Ya estaba enloqueciendo, jamás pensó en tener a Zoro en sus dedos, estaba tan lindo así, se veía como nunca antes visto, hermoso y lleno de lujuria que se notaba a leguas -así Zoro, asi me gusta- no pudo evitar excitarse de sobremanera, esa alga lo enloquecía con solo degustar sus dedos -Zoro, de-deja mis dedos y abre grande la boca- obedeció, casi escupió los dedos y abrió su boca de inmediato, Sanji se inclino para saborear esos labios, esa lengua, sentir su saliva, acariciarlo internamente como nunca lo hizo

Algo…algo le gritaba que todo eso estaba mal, muy mal, que estaba haciendo algo indebido, de un movimiento corrió su cabeza y corto el feroz beso ¡No, No!- su agitada respiración y su rostro sonrojado solo lograba excitar a hombre que lo estaba sometiendo -¿Quién…?- su visión totalmente nublada no le permitía ver a la persona que lo hacia sentir de ese modo

-Cállate, aprieta mi trasero- llevo las manos de su rival hasta su parte trasera y lo obligo a que se quedara alli. Se sentía caliente y con un dolor indescriptible en su cuerpo, tras un latigazo doloroso en su espalda apreto sus manos en la zona del rubio -Marimo, eres demasiado brusco- lo estaba estrujando, como se esperaba de un salvaje, mientras el animal se dedicaba a aprisionarlo sin control alguno, el se dedicaba a aflojar la cinta roja, dejando ver mejor ese pecho del cual surcaba la gran cicatriz de hace dos años, sentir su piel de un modo romántico y abusivo le era mejor que luchar mano a mano con el, sentir su rudeza en la cama era mejor que en las peleas.

Sus labios lentamente marcaban un camino de besos por la cicatriz tan áspera y deliciosa

-Mierda…-

-Tranquilo, te aliviare- no se detendría aunque utilizara tonos suplicantes, tan dolidos, era su única oportunidad de tener a Zoro en las sabanas, de tenerlo bajo el, de tenerlo por una única vez; sus manos estaban rojas de tanta presión, rendido, las dejo a un costado de su cuerpo. Con sus manos deslizo suavemente su pantalón dejando a la vista ese gran e hinchado miembro que yacía prisionero entre otra estorbosa tela, se relamió los labios mientras lo liberaba, eso cabria en su boca como de lugar, con su dedo pulgar e indicé pellizcaba uno de sus pezones mientras le dedicaba su calidez a aquella parte que notoriamente gritaba atención, sus gemidos, el retorcer de su cuerpo, su ojo cerrado con fuerza era un deleite

-No…puedo- se sucumbió ante los toques y la inconsciencia

-No importa si te rindes ahora Marimo, disfrutare…-

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No lo recuerda, Zoro no recuerda esa noche y me siento vació, tenia una pizca de ilusión de que vendría a reclamarme algo, pero no sucedió, bueno, era mejor asi, el sigue con sus rutinas, con su vagues, pero me siento dolido, lo hice con el porque lo amo y aun asi no me conforme con eso, lo quiero a mi lado por siempre, eso es imposible porque no me ama; ¿fue pecado lo que hice? Si se lo digo ¿me perdonara? Ahora tengo miedo, pero no hay posibilidad de que nadie se entere, menos Zoro, todas las pruebas fueron eliminadas por Torao, no habría nada que nos relacione a los dos esa noche, era triste.

¿Cuanto paso ya? ¿Un mes o más? No me importa, me siento pésimo emocionalmente, algunas comidas durante días se me fueron de la mano y las eche a perder, algo inusual en mi, pero no tengo la culpa, el amor me hace sentir así y más la culpa.

Perdona mis actosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora