Narra Gerard
-¿QUIÉNES ERAN? ¿QUÉ QUERÍAN?- Frank no paraba de gritar.
Podía sentir el calor en mi cara. Correr me había dejado exhausto, pero estábamos en la puerta de mi casa, por fin.
-Ellos... Frank ellos me habían golpeado la otra vez.- apenas pude decir.
-... -se quedó callado un momento- Volveré, les arrancaré la cabeza. Quédate aquí.- me ordenó
-¡No! - sostuve su brazo con fuerza antes de que se alejara más.- No valen la pena.
-¡Te dieron una paliza! y si yo no hubiese estado allí... oh Gerard si yo no te hubiese invitado... Fué todo mi culpa, entenderé si no quieres volver a verme.
Se agarraba la cabeza fuertemente con las manos. Santo cielo me siento tan culpable.
-No fué tu culpa Frank.- Le acaricié el cabello. Volvió a subir la mirada.
-Sí que lo fué, y lo sabes.
Negué con la cabeza y las manos. Pensé un rato en lo que estaba por hacer.
-Frank... yo.. y tú... emm- formulé las palabras en mi cabeza- ¿Eres gay, correcto?
-Sí. Te lo he dicho en la pizzería ¿Porqué?
Con mi cara como un tomate, me estaba acercando a él. Cielos, espero que no se asuste. Realmente odiaría que se asustara ahora.
Acerqué mi mano a su mejilla para retenerlo en ese lugar. Estoy muy nervioso.
Creo que se ha percatado de lo que estoy por hacer, aún no ha huído, genial.
¡Ahora Gerard!.....no. tengo que preguntarle primero.
-¿Quieres que lo haga? - salió de mi boca de inmediato cuando solo lo tenía a unos centímetros.
-Por favor. - musitó, dándome el permiso para invadir sus labios.
Con mi mano en su nuca empujé su cabeza hacia la mía alzándolo de esa manera, agaché mi cabeza para alcanzarlo y nuestros labios después de lo que pareció una eternidad al fin se tocaron.
Suave. Es lo que era. Fué un beso suave y hermoso.
Con los ojos cerrados se sentía mucho más.
He dado besos en mi vida. Sí que los he dado. Pero ninguno como el primero de muchos que le he dado ha Frank. La sensación rosaba la mágia. Recordaría ese día y ese beso por siempre.
Me separó de él con una sonrisa en su rostro perfecto. Sus ojos normalmente oscuros se veían esplendidos a la luz del sol decayente. Todo él se veía hermoso. ¿Serán los efectos de la droga que son sus labios para mí?
-Gracias.- me susurró agrandando (si cabía) su sonrisa.
Acaricié su mejilla sonriendo de lado y observando cada centímetro de su hermoso, en serio, hermoso rostro.
-Tengo que entrar.- dije frustrado hasta los huesos. Saqué mis llaves y me dispuse a meterlas en la cerradura. Fallé los dos primeros intentos.
-No sabía que vivías aquí.- Frank hacía tiempo para no tener que irse. Esto me enterneció el corazón.
-Nos vemos, Frank.- le dije sin más.
-Adiós.- se alejaba.
-¡Espera! - lo detuve a tiempo. Dió la vuelta en redondo.
-¿Si?
-No... no me digas adiós.
-¿Porqué? - me miraba dudoso.
-Adiós es lo que dices cuando no volveras a ver a alguien... tú dí "nos vemos" o "hasta pronto" ¿Sí?
Me preocupaba que Frank se acostumbrara a decirme adiós, no él.
-Hasta pronto, Gerard.- optó por esa.
-Hasta pronto, Frank.- entré a casa.
Esa noche dormí felíz. Como no lo había hecho en mucho tiempo.
