Capítulo 22: Gravitación

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La vida tiene una extraña forma de ser.
No se detiene, avanza con o sin ti, no espera a nadie, es tan impredecible como un hoja en el viento, como las gotas de lluvia cayendo, no tiene una razón de ser y no la necesita.

No cuando tiene al destino como fiel amante y compañero.

Justo o cruel, lleva a cada persona hasta el punto donde necesita estar, al momento oportuno y a la situación incorrecta, haciendo que sea absurdo buscarle una justificación a cada suceso en la vida, existiera o no, una tras cada acontecimiento ¿Valdría la pena conocerlos? Tal vez sí, tal vez no.

La razón de estar y avanzar, depende de cada persona, pequeño o grande, se forja bajo un criterio diferente dependiendo de su vida y camino que crean, el final de ese camino es conocido para aquellos que lánguidamente se dejan llevar por el flujo de la vida.

Y es en ese camino, donde se aprende que el mundo no puede ser blanco o negro, y en la medida en que este concepto para alguien es bastante claro, es una de esas cosas que Barry tuvo que aprender por su cuenta. Contrario a lo que muchos asumieron sobre él, fue algo muy difícil de entender, considerando que su familia le enseñó el amor y la virtud que se encuentra dentro de cada persona, vivió creyendo que la luz podría ser tan amplia y brillante que la oscuridad nunca lo alcanzaría, que su mundo podía ser de un inmaculado blanco. La triste inocencia de la infancia.

Para Barry aprender que la vida podía ser maravillosa y sádica, etérea y tormentosa de un segundo a otro, le costó innumerables noches de terror, más de lo que un niño puede soportar.

De lágrimas y llanto incesante bajo la protección de los brazos de su tío, pesadillos que llegaron y se fueron, recuerdos que de los que jamás tendría escapatoria aunque lo intentara, estaban ligados a su camino por seguir.

Dejó de caminar, solo para comenzar a correr sobre un mismo lugar.

Disfrutando de ver a su padre cargar a Bart, mientras besaba su coronilla, sobre el suave cabello castaño contrastante con el brillante uniforme naranja que portaba Henry Allen, una bofetada con guante blanco que le recordaba, que si bien la vida no podía ser blanco y negro, también tenía múltiples colores, creando incontables matices inesperados en su godete.

Y que dependía de él, apreciarlos o ignorarlos, resignado a una vida de tonos grisáceos

—Estás pensativo hijo —mencionó el Sr. Allen, después de notar el poco ocasional silencio de su hijo— ¿Algo va mal?
—No, por el contrario —Le devolvió una pequeña sonrisa— Después de la audiencia, todo a marchado relativamente bien
—¿Relativamente?
—Es universidad, no es como si las cosas fueran tranquilas y simples, pero va bien
—Siempre puedes pedirle ayuda a Jay por si se complica más de lo que puedan manejar
—Lo sabemos, el tío Jay y el Sr. Scott son una gran apoyo los fines de semana, incluso Iris y Jim hacen su intento de niñeros, verlos con tanto tiempo libre, me hacen extrañar los perezosos días de preparatoria
—Es gracioso que lo menciones de esa forma, teniendo en cuenta que te estresabas incluso en tus días de preparatoria

Si hubiera tenido alguna pista de lo que la universidad traería, seriamente habría disfrutado con mayor pereza sus días de preparatoria, donde su única preocupación fuera ganar la feria de ciencias y no análisis de investigación que no parecían tener fin

—Bueno, no puedo decir que estar con Bruce, Diana y Clark fue aburrido

A pesar de pasar su tiempo libre entre libros, tener amigos tan inusuales le trajo alegría y aventura a su adolescencia, desde visitar la antigua ciudad griega hasta perderse en la tétrica Gotham

—Tus amigos van en contra de cualquier probabilidad, hijo
—Metrópolis tiene singular forma de unir a las personas —Un millonario, una chico de Kansas, una técnicamente princesa griega y bueno, él, eran un grupo variado e inusual— Te sorprenderias de mis otros compañeros y amigos
—Fue lo mejor ¿No? —Dijo Henry, colocándole nuevamente su chupete a Thad mientras descansaba en el regazo de Barry— Dejar Central City, es una gran ciudad con algunos malos hábitos de pueblo
—Papá, siempre tuve matones corriendo tras de mí, no siempre escapaba de ellos pero lo que ocurrió no hubiera cambiado nada
—Los niños a veces pueden ser mas crueles que los adultos, Barry. Se dejan llevar por lo poco o nada que comprenden y los adultos, si bien son más recatados con los chismes, atacan con mayor prejuicio
—De niño, adolescente o adulto, no me importa lo que ellos digan o piensen de nosotros. Se que las personas a las que llamó amigos y familia, me creen, creen en nosotros
—Y es una suerte, campeón. Pero dudo que hubieras ostentado de esa misma suerte en Central City. Aquí es, mejor
—Porque es nuevo. Por eso solicitaste la transferencia, o mas bien le dijiste al tío Jay que lo hiciera, 
—Quería que pudieras iniciar de cero
—Y yo no podía hacer eso —Respiró hondo para calmar la creciente frustración de ver a su padre con una actitud tan resignada— Se sentía más como si estuviera huyendo, de ti, de mamá, de esa  noche… Como si negará que alguna vez existió nuestra familia
—Solo queriamos que las cosas fueran más sencillas para ti, que no tuvieras que cargar con ese gran peso que te impusiste, Barry, eras solo un niño, mi pequeño campeón
—¿Y que se supone que haga? Olvidar que eres inocente, seguir con mi vida como si nada, ¡Quiero que puedas cargar a tus nietos fuera de estas cuatro paredes! ¡Que pases el fin de semana con ellos, conmigo! ¡Verte libre, de todo esto!
—Yo también quiero eso, ver a mis nietos sin éste horrible uniforme. Pero lo que mas quiero, es verte vivir tu vida, disfrutarla y no dejarla atrás, que disfrutes salir con tus amigos, tener citas con tu novio y criar a estos pequeños campeones. Como mencionaste, no me importa lo que otros piensen, lo único que es más importante que eso, eres tú, mi hijo

Doble ProblemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora