11. Estratificación Divina.

131 14 14
                                    


********************************















Barahúnda proclamada como música actual y jolgorio para audición adulta. El solfeo tiñendo oídos en aquel pacífico y selecto barrio de Hawkins; en una de las enormes residencias, sé es infestada por mancebos ebrios, olvidadizos acerca del límite en arbitrajes cotidianos en sus vidas  y entrega total a la lujuria esparcida por el alcohol.

Steve lamento al levantar su barbilla y observar aquel bonito domicilio de dos pisos, pues quien fuera propietario, que es hormiguero para la fiesta de jóvenes inestables, se llevará una gran lucha por limpiar el vasto desastre instruido.

Enterrando sus gélidas manos en los bolsillos de la chaqueta verde  que viste, trato de apaciguar los nervios vertidos en él, siendo varios meses atrás la última vez que asistió a una fiesta, solo, soltero y siendo el gran rey Steve Harrington. Un idiota insensible y frívolo ser, que se avergüenza de recordar.

Apretando los puños, se clavó frente al jardín frontal, desviando sus pupilas por los rostros desconocidos regados en el patio, en disfrute de la música, bebiendo cerveza barata en vasos plásticos rojos.

Haciendo oídos sordos, arrebato un vaso a una desprevenida chica, sorbiendo el amargo líquido al pisar la madera dentro de la elegante casa. Arrugando su puente nasal, se preguntó así mismo como es que ese ambiente antes le era fabuloso, porque estar rodeado de gente sudorosa, no es alentador, ni higiénico.

Tal vez ir tras una linda chica animaría su humor gruñón... Ó beber alcohol gratis. Las dos decisiones le parecen seductoras e innegables como darse el lujo de rezachar.

Su popularidad descendió al ser novio de Nancy y algo así como amigo de Byers. Hubo personas que le saludaron en el océano festivo, Steve les recibió jocoso al no ser del todo olvidado.

Curvando una sonrisa en sus rellenos belfos, entre pisotones y fugaces vistazos a cuerpos ajenos, encamino sus piernas a donde su sentido lo guió, hallando una amplia cocina, repleta de adolescentes sedientos por licor y otros pocos, conversando.

Mentiría si dijera conocer a quienes saludo, pero supuso que ellos lo hacen de algún lado.

Tomó un vaso de la docena posada en la blanca barra, moviendo levemente sus pies al ritmo sinfónico. Tal vez ebrio y sin juicio, podría sentirse moldeado para la fiesta actual y no verse como un inadaptado social. Por lo que, de un trago dejo vacio el recipiente plástico, sin dejar asimilar su paladar el sabor, cuando bebió de otro vaso más.

Pateando a la mierda su cordura.

Recargo ambos codos en el espacio libre de la barra, meditando sobre Nancy Wheeler. Su recuerdo es como un pinchazo de una hermosa espina rosal; dolia en su momento, lamenta haber marchitado aquella delicada rosa, más sin embargo, cada que su corazón se ahoga en melancolía, el recordar es un sabor que disfruta.

— Harrington, ya no pareces la basura de antes. ¿Te gusta mi fiesta? No es por nada, pero es de las mejores, sino que la mejor. Mucho mejor que las bazofias tuyas.

Cuidando de no tropezar y derramar alcohol en su ropa, viró sus tennis, quedando frente a Tommy H. Que cruzado de brazos, en él, adherida en sus delgados labios un elipse cínico, escoltado de su fiel novia Carol, que acompaña su risa bufona, únicas rebotando en la cocina, pues las personas, siendo espectadores, callaron todo sonido que sale de sus bocas, tan solo observan fielmente las acciones de aquel famoso y nuevo par enemigo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 25, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cantar De Los Cantares.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora