—Me llamo Jade. Mucho gusto.—sonrió.
—Me llamo Evan, el gusto es mío.—le agarré la mano y la besé. Ella se sonrojo.
—Deja de coquetearme, imbécil.—me golpeó de nuevo y me sonrió.
-Tranquila que duele.-reí- Bailemos.-agarré su mano y la hice bailar.
Pasaron varias canciones y llegó una "lenta". La agarré de la cintura y la atraje hacia mi suavemente.
—Evan, ¿Qué estás haciendo?—me miró.
—Estamos bailando.—dije obvio.
Ella me miró de nuevo, sonrío y apoyó su cabeza en mi pecho. Por fin en años, me sentí bien. Bailamos así hasta que terminó la canción. Volvió a mirarme.
—Evan.—dijo firme.
—¿Sí?
—Tengo que irme.—me sonrió y se soltó de mi agarre.
—Espera.—la agarré del brazo y la atraje de nuevo hacia mi y la besé. Era ahora o nunca. Agarré su cara y la besé más profundo. Besaba tan malditamente bien. Acaricié su espalda y ella tembló. Sonreí. Nos separamos lentamente, nos miramos y sonreímos.
—Ahora sí, debo irme.
—Espera Jade. Dame tu número por favor.—le hice puchero.
—Esta bien, coqueto.—sacó un papel y una lapicera y anotó su número.—Toma y llámame por favor, ¿sí? La pasé muy bien.—me dio un pico y se fue dejándome estúpido.
—¿Te divertiste, eh?—río y golpeó mi espalda haciendo que moje la pared.
—¡Pelotudo!—le grité, guardé la pija y fui a lavarme las mano.
—Perdón.—río.—¿Te divertiste?
—Sí, la pasé muy bien.—sonreí recordando todo.
—Estúpido, me alegro. Ya pareces re enamorado, boludo. ¿Te tocó la pija que estás tan feliz?
—Callate. No, no me tocó la pija. Fuimos despacio. Y me encantó.—sonreí como tonto.—Parece como si la conociera de toda la vida.
—Bueno, te felicito.—sonrió.—Vamos con los chicos.—dijo y salió del baño.
Llegué con los chicos y me despedí rápidamente. Estaba caliente por culpa de Jade, así que llamé a Hayley.
—¿Hola?—contestó sonando adormilada.
—Hey Hayls. ¿Te desperté? Perdón.
—No, no pasa nada, bombón. Decime, ¿qué necesitas?
—Te necesito. ¿Puedo ir a tu casa?—hablé casi suplicante.
—Sí, deja que me cambio.
—¡No!—grité.—Buscate una lencería muy sexy y ponetela.—dije susurrando.
—Uh, me parece que el bombón necesita que lo derritan.—dijo ¿coqueta?
—Sí, nena. Pasame la dirección por mensaje. Nos vemos ahí.—corté.