Pasamos unos días increíble con las chicas que conocimos en Alaska. Puedo decir que parecíamos que nos conocíamos de toda la vida. Fuimos a Miami. Fue un viaje de 3 días, pero la pasamos genial.
No volví a saber de Jade en esos días y eso me dejaba muy tranquilo. Llamó Hayley, pero no la atendí. Llamó unas 5 veces más y tampoco la atendí.
—Hey, dormilona. Despertate.—la sacudí suavemente.
—Dejame dormir.—gruñó y se tapó.
—Vamos, nena. Despertate. Tenemos que irnos.—le besé la mejilla y gruñó de nuevo. Sonreí.
—Cinco minutos más, barba.—sonreí. Ese era mi apodo desde que volvimos de Miami, por haberme dejado la barba, solo por ella.
—Bueno, pero si cuando vuelvo no estás despierta. Ya sabes las consecuencias.—golpeé su culo y salí de la habitación.
Fui a la cocina y preparé el "desayuno". Dos hamburguesas con queso, papas fritas y dos vasos de Coca-Cola. Sí, eran las dos de la tarde. Volví a la habitación en busca de ella.
—Dormilona. Vamos.—me asome y ella no estaba en la cama. Fui al baño y ahí estaba.
—Hola, nena.—le sonreí y me acerqué.
—Hola, barba.—sonrió y me besó.
—Ya esta el almuerzo, nena.—le dije en medio del beso.
—Vamos, amor.—sonreí. Nos tratamos como novios pero no lo eramos.
Fuimos a la cocina a buscar la comida, la agarramos y la llevamos a la mesita ratona que hay frente a la tele. Nos sentamos en el sillón, prendí la tele y empezamos a comer.
Nos pusimos a ver Buscando a Nemo. Reímos a cada idiotez que decía Dory. Hasta empezamos a imitar a los cetáceos. Sí, muy infantil.
(...)
—¿Qué queres Derek?
—Hay alguien en la casa de Evan.
—Mierda. Sacalo ya de ahí.
—Es una mujer. Y al parecer se están divirtiendo.—rió.
—Pelotudo, deja de mirar eso. Encargate de sacarla. No me puede ver.
—Lo sé, señor. Voy a hacer lo posible.
—Avisame cuando se haya ido.—cortó.
(...)
Después de comer, nos calentamos y jugamos un ratito. Ustedes ya saben de que manera. Ella se quedó dormida. Me paré para ir al baño y sonó el teléfono. Mierda. ¿Justo ahora?
—¿Hola?
—...—nadie contestó.
—¿Hola?
—...—corté.
Dejé el teléfono y me fui al baño a cagar. A los 10 minutos escuché de nuevo mi teléfono. Julie atendió.
—¿Hola?
—...
—¿De parte de quién?
—...
—Ya te paso.
Escuché los pasos de Julie.
—Barba.
—¿Sí, mi amor?—sonreí.
—Te llaman. Dice ser amigo de tu hermano y que sabe algo de él.—me pasó el teléfono.
—¿¡Qué!?—girté y se me salió un sorete que se me había quedado trabado. Julie rió y me pasó el teléfono.
—Barba, amor. Me tengo que ir. Adiós.—hizo ruido de beso y se fue a cambiar, supongo.
—¿Hola?—dije angustiado.
—Evan. Querido.—era él.
—Pelotudo, forro. Te odio.—corté.
Me levanté del inodoro y me limpié el culo. Lavé mis manos y salí.
—¿Julie?—revise el comedor. No estaba y estaba todo limpio. Aw, que linda. Fui a la habitación y tampoco estaba. Estaba por sentarme en la cama cuando sonó el timbre.
—La puta madre. No puedo estar tranquilo un puto minuto.—fui a la puerta y la abrí de golpe.
—Hermanito.—dijo y sonrió.
—Theodore forro Peters.—lo saludé.
—¿No vas a dejar pasar a tu hermano querido?—me hice a un lado y pasó.
—¿Qué haces acá?—le hablé de la mala manera.
—¿No puedo visitar a mi querido hermano?
—¿Qué haces acá?—volví a repetir, ignorando su pregunta.
—Necesito que tengas cuidado.—habló serio.—Una de mis "enemigas" estuvo acá y casi te hace mierda junto a sus dos gorilas.
—¿Jade Patterson, no?
—Sí, ella. Fue mi maldita novia por 2 años.—lo miré sorprendido.—Cuando la dejé, por otra, ella me tomó mucho odio e investigó todo sobre mí. Aunque tardó un par de años, te encontró.—me miró serio.—Y quiero que te cuides. Cuida a tus amigos. Y a tu novia.—me sonrojé.
—No es mi novia. Hace una semana la conozco.—sonreí sonrojado.
—Tu cara dice lo contrario, pero bueno.—sonrió de lado.—Por las dudas, te voy a mandar por e-mail los datos de mis enemigos. Igual tengo a dos de mis mejores guardaespaldas.—habló por un walkie-talkie. Y en segundos tocaron timbre y Theo abrió.
—Evan, ellos son Bastian.—señaló a un rubio alto.—Es alemán y es un guardaespaldas excelente.—Bastian estiró su mano, yo también y nos dimos un apretón.—Y él es Derek.—mostró a un castaño oscuro apenas más bajo que Bastian.—Es inglés y también es un excelente guardaespaldas.—repetimos el gesto anterior.
—Buenas tardes, señor Peters.—saludaron.
—Buenas tardes, Bastian y Derek. Por favor diganme Evan.
—Ellos van a "cuidarte". Cualquier cosa que pase ellos me van a avisar.—sonrió.—Cuidate hermano.—me abrazó.—Nos vamos a ver pronto.—sonrió de nuevo.—Vamos Derek. Evan, una última cosa. Bastian y él,—señalo a Derek.—si no te molesta, se van a quedar acá y van a vigilar todo. Ahora, adiós.—dijo yéndose.
—Si me permite, voy a traer nuestro equipo.
—Dale, dale. Anda.—Bastian se fue.
¿Qué es toda esta mierda por la que estoy pasando? ¿Mi hermano alguna vez aprenderá de los errores?
Tocaron la puerta. Pensando que podría ser Bastian, abrí.
—Evan, ayudame por favor.
—...