Dios, que dolor de cabeza.
Me levante acomplejada y pateando todo lo que encontraba a mi alrededor. Encontré mis zapatos primeros y luego el vestido arrugado sobre una silla. Ni siquiera pensé en tomar la ropa interior, quería irme. Ya.
El ni siquiera se dio cuenta, solo se movió hacia la izquierda recobrando nuevamente el sueño. Me felicite mentamente por el candidato, aunque el sexo no había sido de lo mas complaciente. En fin, no todo el mundo llega a llenar el profundo tanque de mis expectativas.
Salí a la luz del día. Eran las siete, casi ocho de la mañana. Me moví hacia al pasillo principal encontrándome con la escalera de doble entrada. Repase los barandales entrelazados con la mayor destreza que se podría lograr teniendo una resaca descomunal.
Me alegraba haberme despertado sin que nadie me viera. Muchas veces me encontraba con familiares madrugadores y la reacción era ciertamente muy incómoda. No recordaba como había llegado hasta aquí ¿A donde tenia que ir ahora?
Este lugar era demasiado grande para mi orientación. Me detuve en el medio de la alfombra con dibujos arabescos, tratando de recordar, fallando miserablemente.
Hay cinco puerta, bien Axia, concéntrate, focaliza y piensa.
Tome la primera a la izquierda del gran circulo que me rodeaba con infinitas opciones. Ni siquiera había ventanas por las que pudiera escabullirme, y las que había estaban bloqueadas.
Tome el picaporte y,rogando que fuera el final de todo, lo presione hacia abajo.
Por favor, que esta sea la salida.
Pisos blancos, mesadas de mármol gris, fregaderos de acero inoxidable. Maldita sea, esta era la cocina ¿Quién diablos construye estas mansiones aprueba de acostones de una noche?
Mientras maldecía internamente, atravesé parte de la gigantesca cocina digna de chefs griegos profesionales. Abrí la heladera, y sin pensarlo, tome una de las tantas botellas de agua mineral.
¿Cómo iba a salir? Esa era la cuestión de mi Shakespeare interior.
Recorrí la mirada a través de la ventanas, la cafera, la multiprocesadora hasta encontrarme con...
— Sabia que volverías a mi Duquesa.
Una taza de café en sus manos, cabellos alborotado, boxers.
— ¿Qué? — Pregunte pensando que todavía estaba soñando — ¿Qué haces aquí?
— Bueno — Sonrió el dejando su bebida a un lado — Resulta ser que esta es mi casa ¿Por qué?
¿Qué? Repito ¿Qué? Esta no era su casa.
— Esta no es tu casa — Repetí pensando en la tarjeta de Ulises, el idiota que me había invitado, el idiota que hace menos de tres horas estaba entre mis piernas.
— Si lo es — Contrario el con cejas altas, dando un sorbo largo y pausado — Es más, no recuerdo haberte invitado ¿Cierto?
La sonrisa se amplio. Mi furia también. Resulta ser que es bastante rápido enojarse cuando me encuentro con esta persona. Es fácil enojarme y engañarlo. Es divertido.
— ¿No lo recuerdas?— Dije acercándome a su cuerpo, a su boca. Muy, muy, cerca — No hay drama. Ya estaba por irme.
Y sin desquitar la mirada, camine seductoramente a su lado, dejándolo atrás.
— Estaría encantado de mostrarte la salida — Grito en un susurro — Pero no creo que lo consigas tan fácil.
— ¿Cómo sabes que no se donde esta...
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BAD GIRL
Teen FictionA veces la gente no nace con largas cabelleras doradas y una actitud enternecedora. A veces solo salen como ella. No es que eso sea malo si se toma en cuenta lo físico, pero resulta que cuando se habla de actitud... Bueno, ella demuele cualquier al...