Capitulo 8: Castigada por los errores

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Bueno, más o menos asi estaba la cosa.

Habían pasado semanas. Eternas y aburridas semanas. Los sábados a la noche eran intolerables. Parecía que al empezar el año escolar, todos los asquerosos ingleses se concentraban en sus promedios, y futuros, y me daban asco. Vomitaria si no fuera porque en realidad no me interesan sus vidas. Lo único que necesitaba era una fiesta, no sé, una "reunión" como ellos lo llamaban.

Incluso hubo momentos en los que pensé en fugarme, y encontrar algún bar que contuviera mis deseos. Pero todo estaba cerrado, o tal vez no busque con el suficiente entusiasmo.

En cuanto a el instituto Liberty seguía sindo monótono. Yo no era de esas personas que socializaba, al menos que fuese por conveniencia. Descubrí que Ulises, August y "El campeón" eran amigos. No saben lo feliz que estoy por ellos... Ulises intento ignorarme por un largo tiempo, fallando miserablemente. Siempre se le desviaban los ojos tratando de borrar mi existencia.

— Buen día — Dijo una vez con su mirada deboradora.

— ¿Lo son? — Gruñi cerrando el casillero — ¿Para quién?

La respuesta lo sorprendió y no logró disimularlo.

— Vaya, que mal humor — Anunció confundido — Debe ser porque no haces las cosas que te gustan. Tendria que invitarte más seguido a casa.

La indirecta fue clara. El estaba aludiendo aquella noche.

— Si me hubiera gustado — Dije con cierta comicidad, tratando de no estallar frente a su cara — ¿No crees que hubiera repetido?

— Wow, señorita frialdad — Comento inflando su pecho. Típico — Lo lamento, no volveré a molestarla.

— La verdad no tiene temperatura — Contesté frunciendo el labio superior — No te preocupes, te perdono.

Y mirandolo por última vez, me retire de su halagadora presencia...

Arghhh que frustrante son. Pero conocía a alguien incluso mas estresante que todos ellos juntos. Mi madre.

— No sé porque deje psicología — Confesó con nostalgia en esa llamada que ya llevaba media hora.

— Mejor, me arruinarías más la vida — Solté sentandome en el escritorio. Esta era la hora a la que siempre llamaba para comprobar que, todavía, no había incendiado nada — Imaginate que ya lo haces a distancia — Bufe tecleando, buscando información— Hay que admitir que eso es bastante impresionante.

— Podría ayudarme a comprender lo que te sucede cada vez que hablo contigo — Me silencio con cierta melancolía — O incluso porque me tratas de esa manera.

Después mencionó algo sobre la rebeldía y la depresión. No le preste atención. Tendría que haber apagado el celular. Supongo que algo de pena me daba. Mentira. Supongo que algo la quería. Tampoco. Bueno, al menos ya se porque nunca confía en mi. Soy una mitomana, o algo parecido a eso. No creo que los mitomanos admitan su falta de sinceridad...

— ¿Axia? ¿Hola? — Su voz aguda interrumpio mis profundos cuestionamientos — Llegas a cortar y...

— Dios, Beatriz ¿Por qué no te callas ya?

— Que suerte — Suspiro ella con alivio — Pensé que ya habías terminado la conversación.

— Eso deseo con todo mi ser... — Murmuré, pero ella no llego a escucharme. O simplemente ignoró el comentario.

— Alguna vez hablamos sobre tu deficit de atención. Creo que ya es algo serio ¿Por qué no le dices a la Señora Bradbury que te lleve a un psicólogo?

BAD GIRLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora