Capítulo 18

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-Seré gentil.

-¿Estás loco? ¿Y si alguien nos descubre? -lo dijo con algo de temor en su voz-. Shadow te mataría.

-Tenías que recordarme a ese amargado -se separó un poco más-. ¿Por qué lo haría? ¿Que clase de relación mantienes con él? -preguntó algo molesto.

-Una que no tendría que interesarte -dijo segura-. Shadow a estado conmigo desde que entré a este lugar, eso es lo único que deberías saber.

-Mhm -el cobalto no estaba seguro de si ambos mantenían una relación, pero siendo sincero no le importaba, si podía tener a la pelirosa a su lado no le importaría nada.

La pelirosa se dio cuenta de que no estaba conforme con su respuesta pero no le tomo mucha importancia.

-Si no me crees es tu problema.

-No es eso. Pero, no sabes la rabia que me da que hables de él. Pareciese que son más que compañeros de ala.

La eriza iba a protestar pero el cobalto habló primero.

-Pero ¿Sabes qué? La verdad no me importa, y ¿Sabes por qué? -se volvió acercar a ella esperando que contestara.

-No -dijo mientras se sonrojaba por la nueva cercanía del erizo.

-Porque en este preciso momento soy yo quien te tiene de una manera más íntima -volvió a repartir besos por el suave cuello de la pelirosa.

Los suspiros no tardaron en volver a hacerse presentes. Las caricias repartidas por el cuerpo de la pelirosa hicieron que una corriente eléctrica recorriera toda su columna vertebral de una manera deliciosa.

-Dime una cosa -dejo de repartir los besos por su cuerpo, pero las caricias no se detuvieron-. ¿Por qué estás aquí?

-¿Eso importa ahora? -preguntó de manera entrecortada debido al placer que estaba experimentando.

Ante esa respuesta el cobalto no pudo evitar sonreír y aprisionar sus labios contra los suyos de manera necesitada.

[...]

El ambiente estaba acalorado, la ropa entre ambos ya no era un problema, el cobalto se encontraba lamiendo uno de los rosados pezones de su pelirosa, mientras esta únicamente gemía bajo por el placer.

Sintió la humedad de su eriza y se posicionó entre sus piernas. Alzo la mirada y ella asintió con la mejillas rojas. Poco a poco fue introduciendo su virilidad dentro de ella, quería ir más rápido por el placer que sentía, pero le había dicho a su rosa que sería gentil y eso haría.

Llego al punto en el que su eriza tuvo que morderse el labio inferior para retener sus gemidos y no dar alerta a uno de los guardias sobre su acto. Las embestidas de su erizo eran rápidas y profundas. Ella se aferraba a su cuerpo mientras él repartía besos sobre su cuello y con una de sus manos contorneaba su delgada figura.

En cuanto a él no había mayor placer que estar dentro de ella, cálida y apretada. La manera en la que se aferraba a él le daba mucho más fuerza para continuar, sentía sus delicadas manos sobre su espalda y púas, que acariciaba de una manera exquisita. La miró nuevamente con sus mejillas sonrojadas y la besó tierna y apasionadamente, ella en respuesta hizo mucho más profundo el beso y enrollo sus piernas en su cadera para hacer mucho más profundas las embestidas, ese fue el detonante perfecto para que no aguantara más y la llenara con toda su semilla, haciendo que al poco tiempo ella llegara de igual manera al éxtasis mordiendo el hombro del cobalto para evitar soltar un fuerte gemido.

Sus respiraciones eran irregulares, el cobalto se posicionó a su lado tratando de regular su respiración al igual que ella, al poco tiempo de normalizarse la atrajo a su cuerpo en un cálido abrazo y se cubrió con la sábana de la cama de la pelirosa.

-Fue la mejor experiencia de mi vida -dijo el azulado mientras la abrazaba fuerte.

-¿Por qué? -preguntó pues estaba insegura, para ella fue la experiencia más maravillosa de su vida, pero era inexperta y no sabía como pudo haberla disfrutado tanto si él había hecho todo el trabajo.

-Porque pude compartirla contigo, tu sola presencia hace que mi corazón lata más rápido -alzo el mentón de su eriza para que sus miradas se encontraran-. Quiero que sepas que de ahora en adelante no dejaré que nada ni nadie te haga daño.

Esas palabras fueron suficientes para que su corazón fuera feliz, se aferró más a él y apoyo su cabeza en su pecho.

No hizo falta decir nada más, pues ambos compartían los mismos sentimientos.

[...]

Mientras en una de las celdas del ala 13 un erizo azabache aún no podía conciliar el sueño. ¿La razón? La misma que no lo había dejado dormir durante los últimos nueve años. No la tenía consigo.

Se sentía vacío. No la tenía, no tenía su amor.

Se levantó de la cama y caminó hacia la pequeña ventana con barrotes que daba vista al mar. La luna en su máximo esplendor. Era hermosa. La observo por unos minutos más y volvió a recostarse. Ya no la tenía a ella, pero al menos tenía a Rose, debía cuidar de ella y protegerla de cualquier persona o cosa, después de todo se lo había prometido. Estaría con ella y para ella cuando lo necesitara. El único problema del cual aún no podía encargarse era de Ivo. Ese miserable mal nacido seguía aprovechándose de sus situaciones para hacerles la vida imposible. Otro problema es que no puede contactar aún con el resto que se encontra en la sala 11, pero conociendo a Ivo, de seguro ellos también eran víctimas de sus "métodos disciplinarios".

Sin las llaves faltantes no podrán hacer nada y los esfuerzos de Tails serán en vano, sin duda otro problema que lo consumiría, eso era seguro.

Sin contar la presencia del erizo cobalto. Podría ser una buena ayuda, sin embargo, no confía del todo en él. Algo en él le resulta extraño, una sensación conocida desde hace mucho tiempo, pero un no logra descifrar que es.

Más problemas que lo consumirán.

《Maldición》

Bueno, eso ya no importaba. Después de analizar cada unos de los problemas que tendría que resolver el sueño estaba llegando a él. Sus párpados poco a poco se cerraban. No fueron ni cinco minutos que puedo conciliar el sueño cuando escucho que la reja de su ducto de ventilación era abierta.

Volvió a maldecir en sus adentros aún con los ojos cerrados, lo único que quería era dormir en paz al menos una noche, ¿Era demasiado pedir?


Continuará....

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