Desde que Samantha y Josh comenzaron a ser amigos con derechos plantearon varias reglas, pero la principal: no enamorarse.
Ambos tomaban eso bastante fácil pues solo se veían como manoseos y un rapidín. Cualquier noche, cualquier día, solo tenían que decir la palabra "¿estás?" y ya se encontraban en la casa de uno de los dos, con la castaña a horcajadas del chico besándolo. Sin embargo, uno de los dos comenzaba a tener sentimientos hacia el otro, en este caso era Josh.
Josh cada que hablaba con su mejor amigo Anthony decía que Sam tenía esa cosa deliciosa que lo hacía tenerla en su mente todo el tiempo. Más de una vez se pensó el declarársele, pero el conocía lo suficiente a la chica y sabía que no era estable, siempre se mantenía corriendo. Ella no buscaba una relación seria desde hace mucho, y menos con Richards.
El mensaje de la chica lo saco de sus pensamientos, le había puesto un tono diferente a todas sus demás notificaciones. Leyó la pantalla cansado, quería que fuera a su casa.
Sin más contestó con un "estoy en camino" y una carita guiñando el ojo bastante falsa, con pereza tomó las llaves de su lambo. Una vez arriba apretó sus manos al volante, estaba tenso, se debatía si hacerlo o no. Largos minutos de silencio pasaron en ese vehículo hasta que llegó a la casa de la menor de las Robinson, aparcó donde siempre y se dirigió caminando a la entrada, resopló antes de tocar el timbre.
— ¡Por fin! ¿por que tardaste tanto? — interrogó la chica al abrir la puerta con una sonrisa entre dientes.
Ha decir verdad, el castaño tomó una ruta diferente con tal de retrasar su llegada lo más posible, resultado de sus nervios.
Antes de poder decir algo la ojiverde le salto encima como de costumbre besándolo desesperadamente metiendo sus manos por debajo de la camisa de Josh.
— Espera... quiero que hablemos — la detuvo el chico tomándola con suavidad de las muñecas, separándola de él.
— Uhm bien — soltó confundida — No me digas que ya encontraste mi reemplazo.
— No — rodó los ojos con diversión — Aún eres la numero uno en mi corazón.
La chica se echó a reír haciéndose a un lado para que su amigo se adentrara a la casa de una vez por todas.
— He estado pensando mucho — mencionó el joven metiendo ambas manos a sus bolsillos delanteros.
Bajo su mirada contemplando el cuerpo entero de la chica, sus ojos recorriendo sus curvas, su piel bronceada y su cabello bien acomodado sin importar que. Para él la chica era la definición de perfección.
— ¿Tú? ¿no te dolió? — preguntó juguetona enarcando una ceja.
— Sam...
Robinson carcajeó por el regaño y se tumbó en el sillón de la sala, él la imitó.
— Ya dime — golpeó suave el hombro del muchacho impaciente.
— Creo que perdí el control de mi mismo — murmuró sin mirarla a los ojos.
— ¿A que te refieres?
— Acabo de romper la primera regla — jaló su cabello recién cortado desesperado.
— Josh, no juegues con eso — frunció el ceño.
— No es broma — chilló tomando varias respiraciones para lo que estaba a punto de decir — Me gustas Sam.
El estómago de la adolescente se revolvió, esperaba todo menos eso. Su silencio por no saber que decir alentó a Josh a seguir hablando.
— Se que lo prometimos, pero cada minuto qué pasó a tu lado me siento muy feliz, no solo me refiero a lo sexual, me encanta verte sonreír, hacer bromas y que a pesar de todo te preocupes por mi bienestar como yo del tuyo, estoy completamente enamorado de ti... y por eso estoy entusiasmado de que seas mi dama.
Cortó su discurso poniéndose de pie bajo los atentos ojos de su enamorada.
— ¿Quieres ser mi novia? — la tomó de las manos, sus ojos brillaban anhelados por un si.
— Yo...
No sabía cómo hacer para no herir los sentimientos de Josh. No era buena para eso, el tacto en absoluto era uno de sus fuertes.
— No, lo siento.
— Pero Sam...
— ¿Podrías irte? — pidió desviando su mirada, el se quedó callado pensando que decir para hacerla cambiar de opinión — Por favor.
El ojiazul la vio por última vez con decepción y con su corazón rompiéndose poco a poco se fue. Sabía que no funcionaría.
Sam sintió una presión en el pecho, el chico de verdad le importaba pero jamás se planteó el salir con el, ni lo haría. No pensaba volver a pasar por un corazón roto.
Su agobio se desvaneció cuando oyó a su celular vibrar, fue cuando sonrió viendo sus mensajes y recordó que nunca se quedaría sin chicos, a cada lado que Samantha Robinson iba más de un hombre se le quedaba viendo, citando a Josh: cómo si fuera una cosa deliciosa.
vale madre a penas es el uno y siento que ya fracasé 😔✌🏽
