"Los hilos del destino son rojos... ¿no?"

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En la más prestigiosa academia de toda Konoha había un chico especial, bueno depende del punto de vista, ya que aunque se viera como especial, otros veían el don que poseía este chico como algo que podría traer... vergüenza ya que, nadie debería ver aquellos hilos rojos que que unen a las personas, y tildarlo de loco era más fácil que creerle en un asunto tan raro.

El chico en cuestión era Naruto Uzumaki, un rubio de unos ojos de color azul profundo, y unas marcas en sus mejillas que le daban un aspecto zorruno, era alegre, bondadoso, hiperactivo como pocos y muy amistoso, al menos antes lo era ya que pasado el tiempo, gracias a su "don" sus amigos comenzaron a evitarlo, ya que el al principio fue demasiado abierto, por decirlo así, con su visión especial, le contó a sus mejores amigos primero, Sasuke y Sakura, pero ellos le dijeron que era raro y tonto afirmar que el podía ver algo tan tonto como ello, y así todos sus compañeros de la academia también comenzaron a decirle que era un error que dijera tales cosas, pronto el animado muchacho fue apagando su luz, y fue más reservado y más introspectivo con sus cosas, y llegó al punto donde ya casi no hablaba del tema, lo guardo solo para el, y se dijo que en vez de un don, esta visión especial solo podría ser una maldición.

Además de esa distancia social que le trajo tal poder, estaba el asunto de que el veía a todos con sus hilos tan fuertes y brillantes, y el no, no veía esos hilos en el, había varios con el, pero no de la manera amorosa, todos de amistad, al principio busco que al menos un hilo rojo lo uniera a Sakura, su amiga, pero no, ella ya estaba unida a su uraño amigo Sasuke Uchiha, y un hilo muy fuerte unia A sus amigos, pero el, para el no había tal conexión, y eso lo entristecia, en uno de esos días solitario, que ya se iban haciendo costumbre, el estaba en el árbol más grande de aquella academia solo observando como los hilos se unían a las personas, y se movían a traves del aire, en eso vio su mano, vio los hilos que se le unían a el, y jugando con ellos se dio cuenta que había un hilo que jamás había notado, un hilo muy fino, pero este era muy diferente al de los demás, este hilo era Lila, pero... eso no era posible, los hilos siempre eran rojos, no importa a quien viera, siempre eran de aquel color, pero este sin duda era del color lila, se sorprendió y curioso comenzó a caminar para ver a quien le pertenecía tal particular hilo, este hilo estaba tan escondido entre los otros, que jamás supo de su existencia hasta este punto, se encaminó por los salones y pasillos de aquella enorme academia, hasta que el hilo lo llevó a la biblioteca, era enorme y muy silenciosa, así que silenciosamente camino por los pasillos de la biblioteca y vio el final de aquel fino hilo, y a la persona a la cual le pertenecía:

Era Hinata Hyuga, una compañera de salón, era tan tímida y callada, que sin duda no podia culparse de no notarla, ya que, ni ella misma se hacía notar, pero, si de algo podía culparse seria de jamás acercarse a ella, ese error aún había tiempo de enmendarlo, así que sin pensarlo mucho solo se acercó a aquella bella pero tímida chica.

-Hola Hinata.- dijo alegremente.

-¿Na...na...Naruto-Kun? Ho...hola...- le dijo muy sorprendida de verlo allí, siempre lo vio distante, pero ahora estaba de pie viéndola y notando su existencia, como siempre ella lo había deseado.

-Valla Hinata aquí es donde pasas los recesos, jejej muy típico de ti.- le dijo con esa característica sonrisa.

-¿Po...po... por que dices eso?- preguntó curiosa.

-Pues eres tan inteligente y buena para los estudios, que es muy propio de ti estar aquí leyendo.- dijo tomando asiento cerca de aquella muchacha, que ya era un manojo de nervios.

-Bu... bueno, me gusta este lugar, es muy tranquilo.- le dijo aún algo tímida.

-Sabes Hinata, estoy algo aburrido de estar afuera, y me gustaría que me enseñaras a tener ese cariño por los libros que tu tienes, ¿me recomendarías alguno?.- Le dijo sinceramente, buscando el punto de inicio para poder conversar o algo así.

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