CAPITULO I

99 30 27
                                    

Tenía doce años cuando vi por primera vez a Ryan. Él se acababa de mudar a la casa a lado de la mía. No fue amor primera vista ni nada parecido, es más por ese entonces vivía encaprichada con Jordán, un amigo mío. Así que como cualquier niña de esa edad mi mundo giraba en torno a él.

Ryan se hizo amigo de mi hermano, aunque probablemente fue al revés. Mi hermano siempre fue una persona muy sociable y era fácil para él hacer amigos de una forma sorprendentemente rápida. De alguna manera el que nos volviéramos amigos estaba predestinado ya que mis padres eran amigos de los suyos desde mucho tiempo antes de que se mudaran y además ahora éramos vecinos.

Aun así nuestra amistad no se dio tan rápido.

Un día Jordán se fue y con él mi ilusión. Sí, definitivamente sentí que el corazón se me partió en pedazos. A esa edad todo se siente como el fin del mundo.

Por ese entonces Ryan ya llevaba siendo mi vecino por un año y a pesar de ello para mí era solo el hijo de los mejores amigos de mis papás, no importaba que viniera a casa muy a menudo a jugar con mi hermano o que fuera prácticamente una norma implícita las cenas familiares los fines de semana en casa de sus padres o de los míos. Yo no lo conocía mucho y tampoco estaba interesada en hacerlo.

Ryan para mí era un chico al que observas de lejos, pero nunca te acercas a hablar. No importa el porqué, simplemente no lo haces. Sin embargo, todo cambia y eso sucedió en una de esas cenas familiares de fin de semana, cuando como un ciego que ve por primera vez la luz, fui consciente realmente de su presencia y que no me era del todo indiferente.

Recuerdo claramente que estábamos cenando cuando sentí que todo a mi alrededor desaparecía y solo existía él, obviamente no lo supe disimular muy bien.

-¿Por qué me miras tanto? -Recuerdo que preguntó.

-No lo sé. -Era una gran mentira, claro que lo sabía, solo que no podía decirle que...

Una patada interrumpió mis pensamientos y no porque me hubiera dolido sino porque vino de la persona menos pensada.

-¿Qué estás haciendo? -susurré.

-Nada -respondió él, también en voz baja.

-Me acabas de patear.

-No fui yo. -Y allí estaba otra vez la patada y encima tenía el descaro de negarlo.

-Lo volviste a hacer.

-Bueno puede que esta vez si fuera yo. -Si quería guerra eso tendría, así que lo imité.

-¡Auch! ¿Estás loca? -No respondí a su comentario, solo me quede mirándolo como quien no mata una mosca-. Yo no fui tan brusco.

-De eso no se nada.

Después de ese día empezamos a hablarnos con más frecuencia, cuando antes no nos dirigíamos ni la mirada. Pasamos de comportarnos como dos extraños a dos personas con un poco de educación, digo poco porque fuera de esos pequeños momentos durante los fines semanas y en los momentos que venía a visitar a mi hermano, todo seguía igual. En el colegio seguíamos sin hablarnos, no es que hubiera motivo alguno para ello, teníamos grupo diferentes de amigos y pese a que debido a que había perdido un año estábamos en el mismo grado no llevábamos los mismos horarios.

Casi un año volvió a pasar antes de que todo volviera a cambiar.

Faltaba tan solo un mes para mis catorce cumpleaños cuando me enteré, por una conversación de mis padres durante la cena, que a su papá le habían diagnosticado cáncer. Fue un golpe duro para todos, su padre era parte de la familia y lo mismo sucedía con Ryan y su madre.

DON'T BREAK MY HEART© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora