CAPITULO VII

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Esa noche se me hizo larga, muchas dudas asecharon mi cabeza, no entendía que era lo que mi hermano quería que averiguara. Di muchas vueltas en la cama, no podía conciliar el sueño.

Cuando me percaté de la hora ya eran las tres de la madrugada, si quería dormir tenía que tomar una decisión. Ahora que me pongo a pensar en ella, no sé si fue la correcta, porque esa decisión me llevo a donde estoy; al menos pude dormir de corrido después.

Al día siguiente, un día antes de la boda, me escabullí de mi familia. No fue difícil porque casi todos los preparativos estaban listos. No tuve que darle explicaciones a Adrien porque él había ido a esperar a sus padres al aeropuerto, después los llevaría a un hotel cerca para que dejen sus cosas. Eso me daba tiempo.

Fue curioso regresar después de tanto tiempo a la casa de Ryan, a pesar de haber salido con él en varias ocasiones desde mi llegada, siempre encontraba una excusa para no ir a su casa, era como un sitio prohibido para mí. Demasiados recuerdos supongo. Así que esa era la primera vez después de tantos años que volvería a ir.

Vacilé antes de tocar la puerta y casi me regreso por donde vine, pero en el último minuto lo hice. Fue Ryan quién me abrió, parecía haber tomado una ducha. Lo miré como si tratara de descubrir la cura de alguna enfermedad mortal. Después de tantos años me pregunté qué era lo que me había gustado de él, porque lo había amado durante tanto tiempo y que tenía que me hizo difícil olvidarlo. Me dedique a analizarlo, tenía unos cabellos negros como la noche, que hacía un gran contraste con su piel clara y con sus ojos cafés, junto a una nariz respingada y un mentón casi cuadrado hacían de su rostro algo digno de apreciar. Su cuerpo no se quedaba atrás, no era musculoso en exceso pero si se mantenía en forma.

Debí de quedarme mirándolo durante demasiado tiempo y al ver que yo no decía nada fue él el primero en hablar.

—Te vas a quedar parada ahí todo el día o me dirás que misterio te trae aquí. —La sonrisa que tenía en el rostro demostraba lo gracioso que le resultaba la situación.

—Necesito hablar contigo.

—Uy que seriedad y ¿de qué quieres hablar?

—No estoy segura —respondí en voz baja, lo suficiente para que no me entendiera.

— ¿Qué dijiste?

—Que si puedo pasar o pretendes que me crezcan raíces frente a tu puerta.

—No me quejaría al respecto, serías un bonito árbol —bromeó, mientras me dejaba entrar. Era asombroso la facilidad con la que aún después de tanto tiempo podía aliviar la tensión en mí y sacarme una sonrisa con facilidad—. ¿Te importaría si hablamos en mi cuarto? Estaba ordenando mis cosas antes de que llegarás.

— Ese sí que es un milagro ¿qué está pasando con el chico malo que conocí? Y no, no me importa donde hablemos. —Debió importarme.

Subimos las escaleras con rumbo a su habitación.

—Así que ya recuperaste el humor y para que lo sepas lo de chico malo siempre fue una apariencia —dijo y me sacó la lengua al terminar de hacerlo.

—Que maduro de tu parte Ryan.

—Así soy yo, un ejemplo de madurez, deberías aprender de mí.

—Por seguir tus pasos, es que cometo errores, sino sería el ser más perfecto sobre la tierra —respondí. Bromear era tan fácil cuando estaba con él.

—Ya eres perfecta para mí. —Eso nos sorprendió a ambos, el no parecía creer lo que había dicho y yo tampoco.

Decidí ignorar su comentario. Empecé a hablar sobre lo que me había llevado allí.

DON'T BREAK MY HEART© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora