Capítulo V

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Pov. Eris

Y así fue. Pese a esa sensación extraña y excitante me inscribí en su horario, sabía que explicaba muy bien, era estricto pero bueno explicando. Todos los sábados lo veía. Debo decir que durante sus clases nuestras miradas se encontraban, lo cual causaba un poco de gracia e incomodidad. A veces me dedicaba a mirarlo, para que mentir a examinarlo con detenimiento. La verdad es que después de un par de horas de explicación, mi mente comienza a agotarse y divagar. En ese momento estaba mirando por la ventana, pensando en el verde césped del campus y en cómo me gustaría estar afuera con Nina bebiendo una cerveza juntas y riéndonos a carcajadas en vez de vernos obligadas a memorizar tantos artículos. Tenía hambre ¿Qué podía comer en el campus?¿Qué harían los profesores en sus ratos libres ¿leer? ¿Comer? ¿tener citas?

El sinfín de mis pensamientos se vio interrumpido por el profesor, quien se apoyó en el marco de la ventana, lanzándome una mirada extraña,seguro me lo había quedando viendo, me muero. Se cruzó de brazos, y dando un rápido vistazo a mis compañeros para ver si estaban ocupados escribiendo, volvió su vista hacia mí, mientras se relamió sus labios. Perfecto para besar y que me besen. En ningún momento dejó de observarme mientras lo hacía. Estaba tan nerviosa que preferí concentrarme en su clase.En que pensaba! al parecer, ¡Santiago había dictado las preguntas hace un buen rato, mis compañeros ya estaban escribiendo sus respuestas! Tomé coraje y decidí llamar al profesor, mi miedo a reprobar era mayor a mi timidez. Ya me había perdido el dictado. Cuando él escuchó su nombre, alzó su vista que ahora se había clavado en el paisaje y se dirigió hacia mi lentamente, un caminar tranquilo. Tuve que explicarle que no había copiado ninguna pregunta, él me miró desconcertado, y dijo en un tono levemente molesto:

-¿No copiaste nada?-observó un con el semblante un poco serio, más luego levantó una ceja mientras esbozaba una sonrisa de lado.

-No... perdón, estaba distraída copiando lo de la pizarra.- Mentí penosamente. Bajé mi vista, sentía mis mejillas calientes, debían estar rojas probablemente, no sé si era porque no había prestado atención o por aquel juego con su labio que me hizo imaginarme tantas cosas en un instante.

El profesor Santiago se paró a mi lado, demasiado cerca, yo estaba en el último lugar. De repente percibí un aliento en mi oído derecho, era tan cálido, me recorrieron escalofríos de la sorpresa. Era él, dictándome las preguntas, de forma automática yo las copiaba sin pensar, no podía entender lo que estaba escribiendo porque solamente me enfocaba en él, en su perfume, su aliento a café, su barba un poco descuidada. Cuando terminó, noté una presión en mi hombro, su pierna y a menos de un centímetro ....no quise ver porque ya sabía lo que era, su entrepierna. No sé qué me impulsó en ese instante pero solo atiné a inspirar fuertemente, suspiré entrecortadamente. Lo sentí, tan masculino. Anteriormente en sus clases, cuando él se encontraba apoyado perezosamente en la ventana o sobre el escritorio, había tratado de evitar barrerlo con la mirada, sin embargo, lo había notado. Un gran bulto en sus pantalones, a simple vista se podía ver lo dotado que estaba.

Me dediqué a disfrutar cada micro segundo, me pegué a él para hacerle saber que era consciente de lo que estaba pasando, y que me gustaba. Mentiría si dijera que no me excité, por la dureza de su miembro, puedo decir que él también estaba muy excitado. Jamás alguien me había hecho mojar tanto. Santiago me dio la espalda y volvió a su asiento.

No pude escribir las respuestas tan detalladamente, estaba un poco decepcionada, frustrada. Cuando la clase concluyó solo atiné agradecer y huir rápidamente. Sentía el calor envolviéndome y vergüenza por cómo me había comportado. 

Terciopelo VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora