1. Elfos y un bunker.

82 7 0
                                    

        Era un día soleado en aquella bahía del condado de Kerry, en Irlanda. Estaba entrando el otoño, y el aire fresco lo recordaba en cada ventosa acompañada de hojas secas y doradas. El transito era fluido, dado la baja población de Dingle, lo que facilitaba el manejo al pequeño mini cooper rojo que atravesaba a paso lento las calles. La chica que conducía, mantenía los ojos abiertos, y miraba en torno a las esquinas y locales, tratando de ubicarse, a pesar de llevar el GPS activado.

Lily, la chica menuda, de cabello rojizo y brillantes ojos verdes, dejó escapar un suspiro de alivio, mientras leía los letreros y subía cuesta arriba, al centro del pueblo. A lo lejos pudo distinguir el edificio que su madre le había enseñado en fotografías. Sabía que ese era el suyo.

        Desde que Lily era pequeña, sus padres le contaban que cuando fuera mayor, le obsequiarían su propia librería, por haber demostrado mucho interés en la lectura. Ella deseaba crecer, que aquel sueño se hiciera realidad, y poder pasar todos los días entre libros de todas clases. Cuando su padre dejó su hogar, pocas cosas cambiaron en su entorno, y el sueño de la librería ya no le parecía real. Solía omitir cualquier comentario referente a los días de su niñez, en los que su padre había estado presente, para no incomodar a su madre, y para no llenarse ella misma de enojo e impotencia. Pero su mamá le mencionaba algunas veces el pequeño regalo que le habían preparado para cuando fuera mayor.

Cuando Lily cumplió diecisiete años, el regalo llegó a ella. Su madre le entregó una pequeña cajita que contenía un juego de llaves, tarjetas de crédito y un mapa. La pequeña pelirroja no lograba comprender las palabras de su mamá, que le decían que era el momento de ser independiente, y obtener aquello que había preparado con su padre durante muchos años. La verdad de toda la situación era mucho más extensa, pero ni siquiera su madre sabía toda la historia.

        Así que con pasaporte, mapa, llaves y combustible, Lily comenzó su viaje. Dingle, del condado de Kerry, en Irlanda, sería su destino. En dónde le esperaba un edificio completamente suyo de dos plantas, con un local en la parte inferior en la que se encontraba ya amueblada y bien abastecida su librería.

—Y es todo mío… —murmuró en tono alegre y presuntuoso al asiento trasero de su auto. Un gato, acurrucado en el asiento, levantó la mirada a ella, y cómo si le entendiera perfectamente, emitió un maullido— Sí, ya llegamos. Estamos en nuestro nuevo hogar. Entraré primero, y luego vendré por ti, ¿vale?

        Con una gran sonrisa, Lily estacionó el auto frente a su nueva casa. Al bajar con las llaves en mano, frunció sus pobladas cejas al observar la puerta que se encontraba a un lado de dónde terminaba la librería. Suponía que aquel era el pasillo que le llevaría al piso superior, pero…

—¿Qué se supone que…? —se dijo en voz baja, intentando encontrar dónde debía colocar la llave para abrir el… cerrojo que tampoco encontraba—, ¿Necesita un pago de sangre para entrar, acaso? —le dijo a la puerta, examinando el rededor, hasta que vio un pequeño panel a un costado, con una cubierta de plástico protector. Al acercarse y desprender el plástico, descubrió una serie de botones. Recelosa, mordió su labio inferior mientras pensaba un poco. ¿Cuál podría ser la contraseña? Pero marcó, dudosa, unos números. El panel emitió un trineo de campanas suaves, que indicaba el acceso correcto. Una amplia sonrisa se extendió en sus labios, y agitó los brazos en el aire en señal de victoria. —Por supuesto que sería la fecha de mi cumpleaños.

Con un suave giro a la perilla de la puerta, la luz del pasillo con escaleras encendió. Antes de entrar, la chica miró sobre su hombro, capturando un “color” extraño, pasando por la acera del otro lado. Así cómo lo captó, así desapareció, y tratando de no tomarle importancia, subió hasta su nuevo departamento; su nuevo hogar. 

Bitácora de una Nefilim.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora