2

698 88 18
                                    

ADVERTENCIA: Se me olvidó avisar que el físico de los chicos tendrá cambios, más el de Namjoon. El físico de Jimin y el de Jungkook no cambiará mucho, solo en la altura, Jimin será dos centímetros más alto porque me gusta apegarme al estereotipo omegaverse. Eso sí, no lo haré un jodido monstruo, macho, pecho peludo, solo será dos centímetros más alto.
Pero siéntanse libres de imaginárselo como quieran, ya que no haré mucho hincapié en la altura de Jimin.


—Responda a la pregunta de mi alfa —gruñó el señor.

—Y-Yo... —balbuceé, de repente un miedo que no había sentido se apoderó de mí.

Una mano pesada y cálida cubrió mi hombro. Como si un rayo me hubiera tocado, me sacudí y me sentí protegido. Inai me estaba tocando.

—Tranquilo, mi alfa no es alguien malo. Por su aspecto, me atrevo a decir que necesita ayuda.

Mi aspecto. Bueno, yo realmente no me había visto en un espejo, ¿me veía tan mal como me sentía?

—Yo... no lo sé —murmuré, todavía con la mano de Inai sobre mí—. Me desperté en el bosque, no recuerdo cómo llegué ahí, ni siquiera recuerdo quién soy.

No recordaba quién era. Como si solo faltaba que lo dijera en voz alta, me sentí frío y desprotegido. Un nudo se hizo en mi garganta y quería echarme a llorar hasta que alguien conocido viniera a por mí.

¿Pero cómo pasaría eso si no recordaba a nadie?

—Está bien. —El tono de voz de Inai cayó sobre mí como un salvavidas. Parecía que sabía a la perfección cómo me sentía—. Nadie te hará daño aquí.

Dejé caer la cabeza hacia atrás para poder mirarlo. Los ojos de Inai se me hicieron hermosos y cálidos de la noche a la mañana. El hombre pasó de darme miedo a hacerme sentir protegido. Casi gemí cuando su mano se deslizó por mi cuello, pero no lo hice, solo ronroneé.

Era peor gemir.

No supe qué hacía o qué intentaba hacer cuando bajó la parte trasera del cuello de mi camisa machada de sangre. Pero lo dejé, mientras me siguiera tocando todo estaba bien.

—¿Qué estás haciendo, Inai? —el alfa quiso saber, dando un paso al frente.

—Mierda —masculló—, jodida mierda, ¡lo sabía!

Salté asustado y quise apartarme de él cuando mi omega me dijo que estaba en peligro.

—¡No, mi omega! Jamás te haría daño, por favor, no temas de mí.

Cuando pronunció mi condición, parece que dijo que el mundo estaba por acabarse. Inai tenía mi cintura apresada y yo mantenía mi rostro en su pecho, calmándome con su olor.

—¿Omega? —el señor jadeó.

—Sí, mi señor, pero es un omega marcado.

—¡No importa!, tener a un omega aquí siempre es una bendición, Diosa Luna, es el primero que pisa nuestras tierras desde que esta fue hecha, mi alfa.

El señor se giró y miró al otro hombre, quien tenía el ceño fruncido y parecía enojado.

—Lo sé, Changkyun. —El hombre profundizó su ceño, pasando sus ojos por todo mi cuerpo—. No entiendo quién se atrevió a tocarte así, mi omega —comenzó, mirándome directamente—, pero haré que paguen con su sangre.

—Con su permiso, mi alfa, pero ese es el deber del alfa de este omega. Si usted toma venganza como si el omega fuera suyo, será una clara declaración de guerra.

El alfa suspiró cuando escuchó las palabras de Changkyun, por visto.

—Pero, mi señor —comenzó Inai—, ¿no ha visto al omega? El alfa que tenga no lo merece si ha dejado que esto pase.

Quise separarme y gritar que no se atreviera a decir nada de mi alfa, pero realmente su aroma era demasiado rico. Además, aunque me encantaría pensar que mi alfa me amaba, no sabía nada sobre él. No recordaba nada.

¿Y si era malo conmigo?

—¡Debemos conservarlo!

Y sabía por qué quería hacerlo. Por visto, todo lo que sabía sobre los cambiaformas estaba intacto. Inai había dicho que era un beta, lo había mencionado, y solo había un beta por manada. Era el encargado de proteger al alfa y a su pareja, y si esta era una omega, el beta despertará sus instintos más primitivos para protegerla y proveerle lo necesario, y, por supuesto, conservarla para su alfa, así este podía estar cerca de la omega y asegurar su bienestar.

En mi caso, era un "el", y eso no parecía aflojar ningún instinto.

Los omegas eran casi vistos como milagros. Había alfas, betas, cambiaformas de todos los lugares, que morían sin conocer a uno. Podían pasar décadas y décadas para que uno naciera.

¿Esto era buena o mala suerte?

De vuelta al presente, quise regañar a mi omega por ronronear cuando Inai pasó una mano por mi cabello oscuro.

—Te protegeré, mi omega —me susurró.

—No podemos conservarlo —comenzó Changkyun—, pertenece a alguien. Si lo mantenemos aquí sin avisar a los altos mandos, pueden condenarte, mi alfa, ¡a muerte!

—Lo sé, lo haré inmediatamente. ¿Pueden encargarse de él?, está en muy mal estado —dijo—, solo de verlo así me hace enojar.

—Inmediatamente, mi alfa.

Changkyun dijo, pero Inai ya me llevaba afuera. Me hizo subir por las escaleras y doblar hacia la izquierda.

—Nuestro alfa ya tiene pareja, mi omega. Así que, te llevaré al lado opuesto de donde ella está para que no se atreva a tocarte.

Casi salí de mi cuerpo cuando escuché eso. El alfa tenía pareja y yo, al ser omega, amenazaba con mi sola presencia su estancia en la casa como su compañera. Estaba marcado, por lo que no corría peligro alguno, pero no sabía si ella lo entendería.

—Tranquilo, no dejaré que toque ni uno de tus lindos cabellos.

Cuando no había omega en la manada, el beta protegía a la pareja elegida. El vínculo no era el mismo, a lo mejor se forjaba uno, como la amistad, pero el vínculo de un omega con el beta rayaba lo inigualable. Era primitivo, se originaba de lo más profundo del corazón y la mente, y era necesario el toque del omega al beta cuando este pertenecía a su alfa.

¿Quién será mi beta real? ¿me estaría necesitando? ¿estaría necesitando mi toque como lo haría mi alfa?

De repente, me sentí tan mal al pensar que mi alfa pudo haberme tratado mal. Era su alma gemela, era un vínculo tan fuerte, mi alfa se quitaría un ojo antes de hacerme daño, y si algo en él fallaba, si algo en él se rompía tanto como para hacerme irreconocible ante su lobo y dañarme, mi beta lo mataría antes de que pudiera llegar a mí.

Mi omega se retorció de necesidad, no pude sentir mis piernas y caí sobre Inai, quien se aferró a mí.

—Mi omega —jadeó horrorizado. Quise decirle que no era su omega, que me dejara salir para buscar a mi alfa y a mi beta, pero no pude. No quise. Mi beta o no, esto era necesario. Estaba solo y no podía salir a buscar a alguien que no recordaba.

Con eso en mente, me desmayé.

Amnesia [JIKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora