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Recordé... gran parte de lo que era.

Mi nombre es Park Jungkook y soy el omega de la manada Park, el único omega hombre en el mundo. Estoy por cumplir veintisiete años y pertenecía a la manada Kang.

Y mi antiguo alfa me quería.

Después recordé a mis padres y a Taehyung. Taehyung no era mi hermano de sangre, pero sorpresivamente nos parecíamos demasiado.

Tenía quince años cuando me presenté, y fue el día de mi cumpleaños cuando mis papás murieron al negarse a entregarme al alfa Kang. Taehyung me sacó de ahí, comenzamos a vivir de manada en manada, pidiendo asilo a los alfas y nos íbamos cuando Kang estaba cerca de tenerme.

Hasta que me encontré con Namjoon.

Era dueño de un hogareño restaurante a las afueras de Seúl, y Taehyung y yo llegamos pidiendo trabajo. Que fuéramos cambiaformas no significaba que no tuviéramos una vida aparte de la manada, principalmente necesitábamos aparentar ante los humanos. Jamás le dijimos a nadie que era un omega, y el alfa Kang no fue tan tonto para decirlo tampoco. Pero Namjoon supo lo que era desde que nos vimos.

Y sí, él se derritió a mis pies cuando me vio, pero también lo hice yo.

Supe que era un beta, uno fuerte que mataría a cualquiera si me hacían daño. Eso hacían los betas, el de mi antigua manada murió intentando detener a Kang. Taehyung pareció darse cuenta de lo que pasaba, por lo que le pidió que fuéramos a un lugar privado. Namjoon nos llevó a su oficina, recuerdo que después me contó que sus dedos habían hormigueado por la tentación de tocarme, alimentarme y envolverme en un lindo lazo para su alfa.

Estaba seguro de que si me hubiera dicho eso en aquel momento, hubiera salido corriendo. ¿Un lazo?, no me sentía como un regalo. Pero ahora me daba risa, porque, aunque no me lo dijo, lo hizo. Solo que sin lazo de por medio, en cambio me dio un delgado collar de oro con un pequeño diamante en el medio.

Cuando le pregunté después por qué se había atrevido a darme un collar si no me conocía, me dijo que, desde el primer momento en que me vio, supo que yo sería el omega de su manada y que iba a consentirme.

Me quedé sin palabras, ¿qué tan creído podría ser?

También recuerdo que Namjoon no esperó al otro día, después de que me alimentó estábamos yendo directo hacia la casa del alfa. Taehyung había tomado mis manos entre las suyas cuando nos bajamos del auto. Recuerdo la vergüenza que sentí cuando confundí a Jimin con Jin, pero supe la diferencia rápidamente cuando noté al que ahora es mi alfa.

Quien estaba frente a mí.

Gemí quedito, pasando mis ojos por todo su cuerpo y rostro. Sentí el poder que su animal emanaba, y eso sinceramente me hizo babear. Mi alfa estaba parado en toda su magnífica altura, con su porte como el de un rey y su físico como el de un dios egipcio.

Su cabello negro brillaba y caía peligrosamente sobre sus ojos igual de oscuros, su piel blanca destacaba con sus labios rosados y su cuerpo delgado, pero formado. No pude evitar fijarme en su mandíbula y en lo mucho que deseaba lamerla.

Cuando caminó hacia mí, me quedé sin aire. Su caminar, su mirada y todo él era digno de un depredador. De repente me sentí totalmente juguetón, como si esto ya hubiera pasado antes. Me recordé que, si bien gran parte de mis recuerdos los tenía sobre mi mano, había otra parte perdida y escondida bajo mi pie.

—Jungkook. —Escuché su jadeó y lo vi tomar aire como si fuera la primera vez que lo hacía cuando estuve a punto de entrar en sus brazos.

Yo fui el que cortó la distancia, golpeándome contra su firme pecho. Cuando había caminado hacia mí, no noté que su altura era similar a la mía, pero ahora que estaba revolcándome sobre su pecho como un gato ronroneante, la similitud era clara. Sinceramente, cuando vi que salía directo hacia a mí, pensé que debería de medir mínimo 1.80, pero vaya que no lo hacía.

No me importó ni un poco.

Jadeé y pasé mis manos alrededor de su cuello, y él pasó sus manos por mi espalda, cintura, piernas y culo sin importarle quien viera. Gemí, sintiendo su boca y dientes haciéndose nudo sobre mi cuello. No lo pensé ni un segundo más y dejé que mis piernas enrollaran su cintura, jalé su perfecto cabello negro y lo besé.

Lo sentí temblar y poner una mano en mi nuca y en mi cadera, impidiendo que me fuera mientras devoraba mi boca. Yo lo dejé, curvando los dedos de mis pies, totalmente complacido por su actitud dominante. Me moví sobre él, incapaz de poder controlarme más, incluso sentía mi entrada abrirse y prepararse con el lubricante. Estaba listo y necesitado. Mis feromonas salieron de mí como agua, escuché pasos a mi alrededor, incluso gemidos ahogados, pero no pude saber qué pasaba.

—Alfa Park.

La voz entró en mí de golpe, pude sentir el poder emanar de la persona frente a nosotros de forma inmediata. Nos separamos de forma abrupta, los dos jadeamos, y estábamos rojos y con los labios hinchados. Sentí una manos ajenas en mi cintura, me levantaron antes de alejarme de Jimin. Gruñí enojado y tiré mi mano para aferrarme, pero Taehyung me detuvo.

—Zeta Min. —Mi alfa se dio la vuelta y le dio una pequeña reverencia—. Lamento mi comportamiento, Zeta.

—Lo entiendo, alfa Park. —El zeta hizo un movimiento con su mano, quitándole importancia—. Es tu alma gemela, tu compañero, sería algo atroz separarlos estando tan juntos después de tanto tiempo.

Jimin dio un paso atrás y agarró mi mano. Miren, no sé ustedes qué harían con un alfa como él, pero yo me pegué a su costado e intenté recoger todo el aroma posible. La mirada del zeta cayó sobre mí con un calor abrasador que me hizo temblar. El zeta Min inclinó la cabeza un poco y me dio una pequeña sonrisa, sus ojos estaban brillando.

Mis ojos no se pudieron apartar de los suyos. Tan oscuros como eran, podía notar destellos amarillos en ellos. Quedé un poco hechizado cuando su poder se extendió hacia mí, lo sentí tocarme, era como una briza caliente que recorría firmemente mi piel.

—Mi omega —dijo, su tono cálido y deslizándose por sus labios.

Caminó hacia mí hasta que tomó mis manos entre las suyas. Caí en cuenta de que el zeta tenía puesta una bata blanca, pero en vez de parecer a la que usaban en las iglesias, parecía más lo que usaría alguien del antiguo Egipto.

—Por favor, señores, entremos —ordenó, llevándome con él.

Yo no podía estar más perdido. ¿No habían querido agobiarme? Lograron todo lo contrario.

Amnesia [JIKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora