A cute disaster.

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***

Llegamos a casa. Después de un viaje como de 2 horas, más las paradas en los autoservicios para beber algo. Al fin.

Subí las escaleras con velocidad y abrí la puerta de mi habitación. Sinceramente extrañaba ese aire cotidiano que siempre había allí. Mezcla de perfumes, aroma a tocino que siempre preparaba el vecino, y talvez un poco de polvo.

Me encogí de hombros inocentemente y me tiré a la cama de un salto. Necesitaba razonar un poco las cosas... o mejor dormir.

Quedé mirando el techo. Ese color crema que te hacía razonar extrañamente.

De repente se me vino a la cabeza el beso de James. ¿ Que pensaba de esto?. Pues nose, es tan raro para mí, que son pocas las alternativas.

Pero, ¿por qué me sentí extraña?. Siempre sentí que algo me faltaba, desde que mis padres tuvieron una fuerte discusión sentí ese vacío dentro mío. Y cuando me besó, de alguna forma me sentí completa. Que no me faltaba nada. Suena cursi y extraño a la vez.

Parecía que tenía una batalla de mariposas dentro mío. Si tuviera que definir como me sentí en ese momento la palabra sería...¿Felíz?.

No, claro que no. Por qué sentiría felicidad a su lado. No gracias, prefiero pasar antes de ser una más de su lista.

Solo que, fue tierno cuando me tomó de las mejillas, sus labios sabían bien, tenía una mezcla de alcohol y menta. Nada mal, de seguro que con sus besos debe tener a todas balbuceando. Pero conmigo eso no funcionará... Pero sus labios sabían tan bien... MALDITA SEA A MI BIPOLARIDAD.

Mis ojos se iban cerrando de a poco, mientras mi boca daba bostezos. Vaya que sabía aprovechar el tiempo compartido.
***
-¡Kate!. Ya baja, la cena está servida.
- ¡Maldita sea Chris, no molestes!. - dije aún con los ojos cerrados.

Oí que abrieron la puerta y sentí una mirada hacia mí. Pues, que mas da. Dormir tiene mas valor que estar observando a mi hermano.

Sentí un fuerte almohadazo en la cara, abrí los ojos y miré con rabia a Chris.
- ¡Lárgate!.- ordené.
- No hasta que bajes a cenar. Papá hizo mariscos con arroz, tu comida preferida. -dijo realizando círculos en su estómago.
- Ya voy.-dije y bajé de la cama, me quité mis zapatillas y tomé mis pantuflas de Scooby-doo... MADURAR ES DE FRUTAS.

Busqué una chaqueta vieja y me la coloqué sin pasar por su lugar mis brazos. Bajé de las escaleras y observé con tentaciòn la comida que estaba sobre la mesa. Un barríl para las babas porfavor.
- Chris, tráe las bebidas.-pidió mi madre trayendo los condimentos.

Fuí a el refrigerador rápidamente y tomé unas gaseosas junto a una botellita de agua, siempre prefería esa opción.

Las coloqué sobre la mesa y una vez que todos llegaron nos sentamos a cenar.

Chris hizo fuerza para tomar el frasquito con sal, que estaba abierto, pero se le derramó un poco en la mesa.
- Derramar la sal en la mesa trae mala suerte.- dijo mi hermano con poca gana.
- Aquí la única mala suerte eres tú, asi que CÀLLA Y COME.- respondió mi madre. De mí saliò una pequeña risita y al parecer de mi padre también ya que tosió falsamente cuando Chris lo observó.
- Bien y, ¿cómo va la escuela?.- preguntó mi padre bebiendo de su vaso.

Tragué el bocadillo que tenía dentro de mi boca y respondí.
- Bien. - me encogí de hombros sin darle tanta importancia.

Chris copió mi acción e hizo una mueca.
- Da igual - dijo. Mi madre lo miró con una ceja alsada cabizbaja.
- Sabes que no da igual, porque si repites otra vez, te irá peor de lo que te imaginas. - dijo firme.
- Mamá, hasta ahora me está llendo bien. Tengo buen promedio, suficiente información para ti.

Tenias que ser tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora