6.

5.7K 146 25
                                    

Deborah.

Sobresaltada abrió los ojos, para encontrarse en su propio dormitorio de la isla, su piel estaba tan suave y olía tan bien.

- Te hemos dado un baño.

Movió su cabeza hacia la derecha asustada, observando a Saw en su sofá, tenía el rostro inclinado sobre su propia mano, que apoyaba en el reposabrazos, torció su rostro para observarla unos instantes.

- Entiendo que desees marcharte Deborah.

Saw observó como brillaban sus ojos y tuvo que torcer los suyos propios mordiéndose los labios mientras gruñía bajo, escuchándola agarrase a la sábana e incorporarse en la cama, torció sus ojos hacia ella de nuevo, observándola ponerse de rodillas, con la sábana enredada en sus dedos, apretaba y alzaba sus pechos, haciendo a la escena ante Saw ser aún más provocadora.

- Estoy perdiendo mi vida en esta isla Saw, no estoy avanzando en mi carrera.

Apenas él se levantó y pasó cerca de la cama, las manos de Deborah cogieron su camiseta, haciéndolo detenerse y observarla. Dejándole ver sus pechos al deslizarse la sábana por su piel hasta su vientre, la cogió por los hombros, haciéndola mirarlo.

- ¿Tú qué pensabas?, ¡Oh voy a ir a una isla llena de animalitos a los que poner lacitos y correas, voy a ganas un premio o una medalla bonita y reluciente!

Deborah estaba boquiabierta observándolo saltar con las manos al aire.

-Quieres ser diferente, pero nada en ti lo es, eres en el fondo igual a los hombres. Igual a un hombre tan rabioso consigo mismo que es capaz de morderse la cola.

Saw cogió sus muñecas y la separó de su cuerpo, se volvió dándole la espalda, dejándole ver a Deborah lo trabajada que estaba, todos sus músculos marcados apretaban la tela de la camiseta.

- No me compares con un humano Deborah.

Ella jadeó, señalándolo con una mano, cogiendo la sábana con su otra mano y cubriéndose.

- Saw, pero si eres humano, tienes rasgos animales, nada más.

En apenas un latido de su corazón, Deborah estaba bajo Saw en el colchón, con ambas manos estiradas hacia arriba, abrió los ojos, viendo a Saw a escasos centímetros de sus labios. Mirándola directamente al alma, rugió enseñándole los dientes lo más cerca de su rostro, viendo que se quedaba pálida.

- Respira humana, estás perdiendo el color de tu cremosa piel.

Soltó una de sus manos, para arrastrar las yemas de sus callosos dedos hasta el centro de sus pechos, subió con una caricia por uno de sus pechos, y gruñó al recibir un sonoro guantazo que le hizo torcer su cara completamente, volvió con ella y sus ojos hasta Deborah, enseñándole los dientes, puso ambas manos en la cama, a cada lado de ella y empujó varias veces, haciéndola saltar a ella, mientras hacía eso  arrancaba trozos del colchón con sus garras, destrozando todo hasta que se quedó casi sin aliento, los bordes de su camiseta en sus brazos se habían rajado por sus movimientos y Deborah podía ver una cola detrás de él moverse, estupefacta abrió sus labios entre jadeos, tragó asustada mientras lo observaba enderezarse en la cama y levantarse, se alejaba hasta la puerta del dormitorio, pero se volvió apretando con todas sus fuerzas el pomo, haciéndole perder su forma redonda.

- Nunca abandonarás esta isla.

Las palabras se repetían en la mente de Deborah sin parar tres meses más tarde.

- Vamos, no te lo pienses más.

Jenny le susurró tan bajo como pudo, en el cuarto de baño de la casa que le habían cedido a su clienta. Deborah sabía que había cámaras en su casa, aparatos de escucha, al igual que en casa de cualquier humano. Y cada casa tenía un equipo de olvidados esperando por si debían atacar, las doctoras que hacían los turnos que Deborah descansaban habían desaparecido al igual que las anteriores y nadie decía nada de que fueran a cubrir nuevos puestos. Ella misma se había visto relevada a solo estar pendiente de su clienta Jenny, con la excusa de que de momento no era necesario que prestase servicio en la clínica. Cansada de todo aquello se veía ahora en el único sitio donde sabía que no había vigilancia, en el cuarto de baño de la casa de invitados junto a la de ella misma.
Lejos de allí, cerca de la pista que habían preparado en la isla más de doscientos olvidados esperaban desde hacía una hora la salida de la hembra humana y su hijo de la isla.

Obsesión SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora