La letra pequeña (Segunda parte)

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Matsukawa le había dado un cojín, esponjoso y blandito, cuando notó que le estaba suponiendo un problema apoyar su trasero en el plástico de su silla. La pizza acababa de llegar y estaba dividiéndola en triángulos equivalentes, ni siquiera le había mirado y Yamaguchi, realmente, no estaba seguro de cómo se había dado cuenta. Se acercó al sillón y cogió uno de los cojines para entregárselo al chico, aún manteniendo sus ojos en la pizza y su boca ocupada comentando algo acerca del repartidor con Hanamaki.

Yamaguchi lo aceptó en silencio, avergonzado hasta la médula e ignorando la corta mirada que le había lanzado Iwaizumi al otro lado de la mesa. Prefirió concentrarse en los trozos que le habían tocado, en tragarse la pizza a pesar de que hacía tiempo que había perdido el apetito, sin prestar atención a la conversación que los otros cuatro chicos habían comenzado.

Al final, todos habían terminado de comer, recogido su parte y evaporado de la mesa. Matsukawa se había recostado en el sillón, con su teléfono en mano y perdiendo el tiempo sin prestar atención a nada en general. Oikawa había optado por entrar en la piscina y tumbarse sobre la colchoneta de plástico que, prácticamente, había obligado a Iwaizumi a hinchar. Este caminaba de un lado a otro en el jardín, hablando por su móvil con su madre, o algo así, riendo cada poco tiempo de algo que le contaba. Hanamaki, sin embargo, hacía tiempo que lo había perdido de vista.

Se llevó su último bocado de su trozo a la boca con cierta dificultad, limpiándose sus manos grasientas con las servilletas que habían dejado a un lado. Se levantó de su asiento y recordó, como si fuera el pinchazo de una aguja, el picor que había olvidado durante unos segundos y que sacudía su nalga derecha. Frunció su ceño, tragándose el quejido que en otra situación hubiera soltado, y se encargó de recoger los platos que había utilizado.

No estaba seguro de lo que debería hacer ahora que sus manos no estaban ocupadas comiendo. Podría sentarse a un lado de Matsukawa, encender el televisor y perder el tiempo junto a él. Podría subir escaleras arriba, buscar a Hanamaki y pedirle que jugara con él a las cartas. Podría salir al jardín y meterse en la piscina junto a su novio. O hasta podría quedarse afuera, sentado en una de las hamacas, y entablar una charla trivial con Iwaizumi cuando este terminara su llamada.

Al menos eso era lo que él hubiera hecho. Lo que haría si, mágicamente, de su memoria desaparecían las últimas horas de su vida. ¡No le hubiera importado! Hasta esa mañana todos habían sido agradables con él, simpáticos y graciosos. Todavía no entendía qué era lo que había provocado un acontecimiento así y no podía dejar de pensar en que, a lo mejor, él había sido partícipe en ello.

Quizás, si se hubiera quejado de los toques de Matsukawa, de los abrazos de Hanamaki o de las palabras de Iwaizumi, nada de eso hubiera pasado.

Pero Oikawa parecía feliz con ello, así que suponía que no era tan malo, después de todo, y que solo se estaba comportando como un quejica. Ellos mismos habían dicho que no era extraño, ¿no?

Lavó su plato en silencio y buscó un vaso para ponerse algo de agua de la nevera. No había dejado de sudar como un cerdo desde que Matsukawa le había pedido el beso y sentía que en cualquier momento caería deshidratado al suelo. Iría al baño, se cepillaría los dientes y, entonces, se metería en la piscina con Oikawa. El chico se lo había prometido así que sería un buen momento para cobrar su recompensa.

Subió al piso superior levantando y estirando sus brazos, haciendo tronar sus dedos y soltando un extenso bostezo. A lo mejor era una mejor opción acostarse en la gran cama de matrimonio que compartiría con Oikawa, con la puerta del balcón abierta de par en par, y dormir durante alguna hora en el frescor de la habitación. Sí, eso no estaría nada mal...

Revolviendo entre sus cosas encontró su cepillo de dientes y, atinó a dónde se encontraba el baño en el segundo intento, después de abrir la puerta de la habitación de Matsukawa. Se echó un rápido vistazo en el espejo y, aunque se veía a sí mismo en él, notaba algo diferente que no le gustaba.

La letra pequeña [Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora