''Capítulo 11''

33 7 9
                                    

Habían pasado unas semanas desde el accidente de Noah, ese precioso Shiba Inu que había sido arrollado por un auto. La verdad es que no teníamos muchas esperanzas de que sobreviviera, su estado era muy delicado. Pero para nuestra sorpresa, no solo había sobrevivido, sino que también se estaba recuperando de maravilla. Era evidente que ese pequeño cachorro deseaba vivir, volver a casa con su dueño y poder caminar de nuevo. Sin duda es un perro muy fuerte y valiente.

Es cierto que tendrá que someterse a una extensa terapia, pero estaba seguro que dentro de poco ese adorable y peludo amigo, volvería a correr y saltar por todos lados. De hecho, hoy era un día especial, ya que por fin le daríamos de alta y podría volver a casa con su dueño. El pobre tampoco la estaba pasando bien. Cada que venía a ver a Noah, se notaba cansado y trasnochado, pero decía que estaba bien tan pronto veía a su mejor amigo de cuatro patas.

Pero, no era para menos, de seguro debía estar trabajando turnos extra para poder cubrir los gastos. Ya que, a decir verdad, a veces las veterinarias son demasiado caras, al menos más de lo que la gente se puede imaginar. Por eso, quise darle la sorpresa personalmente, y ser yo quien le trajera a Noah a casa. Bastó con pedirle los datos a una de mis compañeras para conseguir su dirección y su número de teléfono.

De hecho, fue muy conmovedor ver como todos los vecinos del edificio se alegraban de ver a Noah y no dudaban en darle palabras de apoyo para que se recuperará lo más pronto posible. Se nota lo mucho que este pequeño se a esforzado por ganarse el amor y el afecto de las personas. Aunque con lo lindo y adorable que es, no es de extrañar. Incluso lo hizo conmigo, aquel día en el parque. Justo el mismo día que los conocí, tanto a él, como a Aron; su dueño.

Al llegar al lugar, toqué a la puerta y esperé unos cuantos minutos. Pero no recibí respuesta alguna, volví tocar pero la puerta seguía sin abrirse. Por un momento pensé que no había nadie, pero pronto se me acercó una chica de cabello corto y ropa un poco holgada, la cual se me quedó mirando de una manera un poco extraña. Pero cuando su mirada se volteo hacía la jaula, donde traía a Noah, su expresión cambió. Realmente estaba emocionada de ver a ese cachorro.

¡Noah!—llamó con alegría, acercándose hasta la jaula y haciendo algunos mimos. Por lo visto, era muy cercana al perro.

Veo que tú también lo quieres mucho.—mencioné con una ligera sonrisa, más que nada, intentando ser amable.

Por supuesto, es el perro de mi mejor amigo, casi como un hijo para él.—mencionó de vuelta, incorporándose y mostrando una expresión un poco sería.—¿Y tú, quien eres? ¿Por qué tienes a Noah contigo?

Mi nombre es Hwang MinHyun.—expliqué rápidamente, esperando ganarme al menos un poco su confianza.—Vengo de parte de la veterinaria. Esta mañana le dieron el alta a Noah, por lo que decidí traer al pequeño cachorro personalmente.

Ya veo. Así que tú eres MinHyun.—dijo un tono totalmente diferente. Ahora parecía emocionada ante mi sola presencia.—Mi amigo, Aron, me a hablado mucho acerca de ti. Sobre todo, de lo mucho que le has ayudado con todo lo relacionado a Noah. Muchas gracias.

No es nada.—respondí, con algo de pena, sintiendo como mis mejillas se sonrojaban levemente. No me esperaba en lo absoluto aquellas palabras.

Disculpa, que tonta soy, debes de tener un poco de prisa.—indicó igual de apenada, dándose prisa en buscar en buscar las llaves y seguidamente abrir la puerta.—Por favor, deja a Noah y ponte cómodo, iré a buscar al tonto de mi amigo. De seguro aún debe de estar durmiendo.

Sin siquiera dejarme contestar, aquella chica cerró la puerta y se fue hasta una de las habitaciones en busca de Aron. El cual, hasta el momento, no había hecho acto de presencia. Pero luego de unos minutos de silencio, la voz de aquella chica me alertó. En verdad sonaba angustiada, como si algo malo estuviera pasando. Por lo que rápidamente dejé a Noah en el sofá y corrí a ver que sucedía.

¡Vamos, Aron, despierta!—exclamó preocupada y asustada. Y no era para menos, por más que ella sacudía a aquel chico, él no parecía reaccionar ni mostrar expresión alguna.—¡Mierda! ¿Porqué no me dijiste nada?

¿Qué sucede?—pregunté, también preocupado. El pobre Aron no se veía nada bien, de hecho se veía un poco más pálido de lo normal.

Sucede que tiene fiebre, una muy alta.—respondió nerviosa, sin saber muy bien que hacer.—Y todo porque se a estado forzando más de lo normal. No hace más que trabajar turno doble casi toda la semana.

Déjame revisarlo.—comenté, acercándome hasta la cama, solo para colocar mi mano sobre la frente de aquel chico. Y, en efecto, tenía fiebre. Pero gracias a cielo, sabía muy bien lo que debía hacer en casos como estos.—Tranquila, aún podemos tratarla con medicamentos y compresas de agua fría. Pero debemos hacerlo ahora, sino podría empeorar.

Claro, enseguida regreso, iré a la farmacia por los medicamentos.—indicó algo agitada, tomando sus pertenencias con prisa.—Por favor, quédate con él, no lo vayas a dejar solo. Intentaré no tardar demasiado.

Y, sin más, ella se fue. Dejándome solo, al cuidado de Aron. El pobre tenía muy mal semblante. Sin pensarlo dos veces, me di prisa en buscar la cocina y preparar las compresas de agua fría. Una vez listas, regresé a la habitación y comencé a colocarlas sobre su frente. Intentando dismuir la fiebre lo más rápido posible. Por suerte, minutos más tarde, las compresas parecían estar haciendo efecto.

¿Dónde estoy?—preguntó Aron, por fin recuperando la conciencia.

En casa, pero no te vayas a levantar, estás muy débil para hacerlo.—respondí de prisa, evitando que se levantara de la cama y que se le cayera la compresa.

¿Minhyun, eres tú?—volvió a preguntar, aunque a decir verdad se comportaba un poco raro.—¿Qué hace un ángel tan hermoso como tú en mi casa?

Aunque quisiera, no pude evitar sonrojarme ante sus palabras. El pobre definitivamente estaba delirando, aunque era de esperarse. La fiebre que tenía hace un rato era demasiado alta, por lo que es normal que haya delirado hasta perder la razón. Y que probablemente lo vuelva a hacer.

¿Acaso me morí? ¿Estoy en el cielo? —preguntó de nuevo, estirando sus brazos hasta llevar sus manos a mi rostro. Como si tratara de verificar si yo era real o si era alguna especie de ilusión.

Deja de decir tonterías y quédate quieto.—ordené, apartando sus manos de mi rostro. Solo para apresurarme y cambiar la compresa.—Tu amiga volverá pronto con los medicamentos, solo espero que no se tarde demasiado.

Minhyun, eres tan hermoso. —comentó con una sonrisa en los labios, incorporándose en la cama, acercando su rostro demasiado al mío.—Tienes los ojos más bonitos de todo el mundo.

¡Ya basta, deja de comportarte como un niño!—exclamé, avergonzado, con las mejillas totalmente sonrojadas. Conteniendo la respiración debido a la cercanía de su rostro.

Sus labios estaban tan cerca de los míos, que podía sentir como mi corazón latía con fuerza. Era la primera vez que tenía este sentimiento con otro hombre que no fuera DongHo. Quizás, estaba comenzando a superar lo sucedido.

Me gustas mucho, zorrito.—mencionó, solo para intentar besarme. Pero justo en aquel momento, Aron volvió a perder la conciencia. Permitiéndome soltar un suspiro de alivio.

Algo incómodo por la situación, decidí dejar la habitación, pero no sin antes asegurarme de acostar a Aron y colocarle de nuevo la compresa. Al salir, cerré la puerta a mis espaldas, sintiendo como mi corazón latía a mil por hora. Quizás, después de todo, ese tonto comenzaba a gustarme más de lo que me gustaría admitir.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 13, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

"Una Omma Para Noah" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora