Décimooctava carta

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Me he atrevido a ir a dejarlo yo, en vez de que ese hombre lo viniera a buscar a la casa.

Cuando llegué a las afueras de su casa me vi intimidada inmediatamente.

Aún no sé en que trabajará ese hombre, pero su casa reflejaba que ganaba demasiado.

Dejé a José en la puerta de la casa. La mujer que lo recibió me ha mirado enojada.

¿Es que acaso nos conoce?

Cartas al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora