Nota 20. En un mundo de cuerdos

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¿Quién se queda?

La opinión de los demás nos afecta más de lo que debería.

Nuestra percepción, frente al espejo realmente es nuestra?

El amor que le damos a los demás nos lo damos a nosotros mismos?

Amar es una palabra fácil de decir,
probablemente la más común, pero sin duda la más difícil de demostrar.

El chico, volvió.

Traía consigo un ramo de rosas rojas.

Al verme tan deprimida, tan cansada y tan enferma.

Puso su café, (que seguramente lo había mantenido despierto durante su estadía en la sala de espera de este frío hospital)
en la silla negra y sin medir palabra comenzó a moverse de una manera muy divertida, estába bailando para mí.
Su cuerpo sincronizaba perfectamente con algúna música dentro de su cabeza, tanto que yo podía sentir también esa música sonando en todo el antes frío lugar.

El lugar se llenó de su presencia, todo lo antes sombrío ahora estaba iluminado.

No pude evitar sentir mi corazón latir muy rápido.
Mientras me levantaba, para acompañar su danza improvisada.

Y allí estábamos en medio de la sala de un hospital bailando.

Sin importar nada.

Por un momento olvidé todo.
Olvidé que estaba en una sala de hospital.
Olvidé que estaba cansada.
Olvidé que estaba enferma.

Algo que no había podido hacer durante mucho tiempo,
«olvidar».
Solo podía hacerlo con él, porque cuando estábamos juntos todo, (la vida, los problemas, la muerte, el amor)
... todo era menos doloroso.

La verdadera razón por la que nunca deje a nadie quedarse era:
yo.

Al estar frente al espejo y recordar lo mal que me sentía con este cuerpo, al recordar la mirada de desaprobación, al recordar lo mal que se sentía el rechazo, al recordar el mal que hace no sentirse amada por nadie, al recordar todo, no me creía merecedora de ser amada y los alejaba.
Solo decía mi mejor insulto y esperaba a que se fueran.

Ese día, en la mañana después de decir mi mejor insultó, de quedarme en silencio para oír el ruido de sus zapatos alejándose como ya estaba acostumbrada (cosa que no pasó)
de volver a repetir mi insultó con un tono más elevado por si no lo había escuchado.
Ese día él se quedó.
Lo trate de sacar, pero él parecía inmune a mi fórmula.

Y ante todo pronóstico, él es el único que está ahora aquí conmigo, en esta sala de hospital.

Él pudo ir más allá.

Toda persona siempre tendrá a alguien que lo haga cambiar de opinión.
Y a eso le llamamos ‹amor›.

AZUCENA Y SUS NOTAS (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora