HASTA MAÑANA

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-¡Mierda! -soltó Ardia

Al parecer el gran escape que nuestras dulces niñas habían hecho estaban cobrando sus primeras publicaciones en las redes sociales. ¿Ashley montada en la moto de un tipejo de suburbios bajos? La novia favorita estaba rebajándose a lo grande. Y eso no le parecía a su grupo de élite.

"Oh por dios. ¿A qué no adivinan quien ha bajado del castillo?" posteaba un usuario en Twitter.

"¡Ay, no! Ojalá no se contagie de herpes" respondía una chica que asistía al mismo colegio que ellas. "Necesitaremos más de una semana para poder desinfectarnos y quitarle la mugre. Pobre Ashley" terminaba adjuntando una fotografía de Ashley sobre la moto de Diego.

"¿Quién ese papucho? ¿Y en dónde está Dorian?" se preguntaban algunos entre sus respuestas.

Habían estado por lo menos una hora en ese lugar y las preguntas y dudas surgían como insectos debajo de piedras. Ashley no estaría contenta. Pero, ¿no era ella misma quién decido quedarse? Pobre, tal vez la estaba pasando mal y mientras ella arriesga su estatus social, nuestro chico más amado permanece en su pent-house tomando whisky en las rocas con probablemente una que otra chica mojigata. Como dicen por ahí, no todos los príncipes desean princesas de alta cuna. Cuidado, ambos podrían terminar mal... y muero por ver eso. Ardia guardo el celular y se dirigió a donde estaban sus amigos, preocupada.

-¡Hey! -le gritó a su amiga. -¿Estás bien? Eso que hicieron estuvo intenso.

Ashley bajó de la moto para acercarse a su amiga dejando atrás a Diego, quién era felicitado por las personas más cercanas con quienes chocaba las palmas, los puños o daba pequeños brindis con vasos llenos de quien sabe que asquerosidad alcohólica. -

Dios, fue fabuloso. Jamás me sentí tan viva -expresó con demasiada emoción. -¿Sucede algo? -cuestionó, lo sabía, ya estaba pasando. Su amiga hizo una mueca, pero antes de que ella respondiera la interrumpió: -No. No me digas. Sólo... dejemos eso atrás y divirtámonos, ¿qué más podríamos perder?

Pobre. Se estaba engañando. La bomba había caído sobre ella, pero aún no estallaba y esta esperaba el mejor momento y no tenía otra opción, ya no había marcha atrás. Sus seguidores se la comían viva y eso la hacía temblar.

Ardia suspiró mirando a Ashley. Sabía que en gran parte era su culpa, pero Ashley estaba decidida en quedarse, ya no le importaba y sin duda lo estaba disfrutando demasiado. Era algo relajante, controversial, pero verla sonreír después de una ruptura amorosa parecía ser algo más gratificante que emborracharse desoladamente en un viejo y lujoso departamento con whisky de más que pudiesen encontrar en el mundo. Árida asintió. Pero aparte de todo, pasar tiempo con su amiga después de casi dos meses sin verse por estar ocupadas en sus vacaciones en Los Cabos y en dónde sea que el jet privado de Ashley la hubiese llevado con su padre.

-¿Pasa algo? -preguntó Diego con una risa y el ceño fruncido justo cuando se acercó a ellas.

-Nada -atajó rápidamente Ashley dándose la vuelta tan pronto como Diego se detuvo a un lado. -¿Y ahora qué haremos? -le dijo esbozando una sonrisa pícara llena de energía.

Los ojos de Ardia pasaron de Ashley a Diego y de él a ella, un poco consternada. La corona de Ashley estaba en juego y si seguían en ese sucio lugar, tal vez la perdería. Ardia cruzó los brazos.

-Tranquila, Panquecito -se burlaba él. Ashley cambio su alegría por enfado. Que le dijera apodos terribles y asquerosos la irritaba, pero no podía oponerse, no esa noche donde estaba sintiéndose más que viva. -La fiesta está por comenzar, ¿quieren ir? -les dijo mirándolas a las dos con ojos dudosos.

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⏰ Última actualización: Dec 21, 2023 ⏰

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