Todo es oscuro, la única luz que hay resplandece a varios kilómetros; si mi vista no me falla. La luz deja un sendero recto que me guía hacia ella, me ínsita a dejar a un lado mi cansancio y seguir adelante. Me espera un largo camino.
Me he puesto de pie y mis piernas me parecen más fuertes de lo que estoy acostumbrado a que sean. Me doy cuenta de que uso ropas blancas con detalles rojos, la camisa de manga larga alberga en los bordes de las mangas unos hermosos cisnes bordados con un hilo de un color rojo tan vivo como el color del atardecer en un agradable otoño, los botones son como pequeñas gotas de vidrio color un poco más opaco, que con la tenue luz que penetra en ellas dejan figuras impresas en el inmaculado blanco de mi camisa. Pero al fin y al cabo no tiene la mayor importancia.
Hecho a andar y me siento más ágil y erguido. Siento como si un nudo en el estómago me atacara, siento como si una gran furia reencarnara de los rincones más empolvados que hay en mi interior. Doy pasos más largos y fuertes como si fuera yo una bestia enfurecida. El sonido que hacen mis pies descalzos al aterrizar agresivamente contra el suelo me parece algo cómico y de repente dejo de hacerlo por frustración y ahora más por entretenerme.
La furia va desapareciendo y siento como se desvanece un peso de los hombros haciéndome sentir más ágil y vivo que hace unos momentos, me siento tan ligero que sin darme cuenta me he encontrado acelerando el paso hasta llegar a correr como cuando era un niño. El aire que choca contra mi cara y hace ondear mi pelo, me hace recordar aquellos días en el parque con mis amigos, y ahora entiendo que esa furia no era tal cosa, sino un impulso sofocado que se siente abrumado y solo. Se encuentra golpeándo las paredes e intentando hacer resonar fuertemente dentro de mi.
Así que siguiendo a mi ser le concedo el privilegio de la libertad y lo dejo volar como paloma recién sanada después de haberse roto un ala y casi haber perdido la esperanza, vuela sin control ni noción de a donde quiere llegar; pero increíblemente llega.
Ahora puedo sentir algo que en estos momentos me parece algo distante, pero logro reconocerlo como a un viejo amigo que no me visitaba hace muchas lunas, lo recibo y lo saludo calurosamente.
Por primera vez en muchos años me encuentro felíz y me río de mi mismo con un gozo tan grande que hace que ese nudo en el estómago desapareciera y se lograra convertir en un cosquilleo agradable.
Entre tanta felicidad termino desplomándome sobre el suelo que parece un poco más cómodo que cuando aparecí en éste lugar. pelando los dientes cierro los ojos e intento recordar más sobre mi niñez. Pero desgraciadamente, nada. No consigo ni recordar con más claridad lo ya antes recapitulado. Un poco frustrado me parece que es la hora de abrir los ojos. Pero para mi sorpresa al abrirlos me encuentro frente a la persona más atenta y cariñosa que he conocído en toda mi vida.
Me encuentro en los brazos de mi madre, dios, luce tan joven, no creo que puedas tener una idea de cuanto la extrañaba... las lágrimas comienzan a salir de mis ojos y el llanto surge de mi garganta, no dura mucho, mi madre me logra tranquilizar, sin palabra alguna, solo me alza y me mueve de lado a lado, la abrazo la más fuerte que puedo y al cabo de varios hermosos minutos me quedo profundamente dormido...