Hace Algunas Noches

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Recuerdo como nos conocimos, fue hace siete años en la secundaria. Ambos éramos uno de esos niños que no hablan con los demás, ella era de las primeras de la lista, por lo tanto se sentaba cerca del profesor. Yo era de los últimos, así que me sentaba hasta la otra esquina del aula.

Jamás me paraba a platicar con alguien, ni hablar con las personas que rodeaban mi lugar; la escuela era un asco, llena de gente idiota. La mayoría no era más que un ser viviente con los conocimientos de un niño de cinco años, por lo cual yo me estresaba mucho, y la única manera de liberar tensión era escribiendo todo mi odio al final de los cuadernos. Llegué a tener al menos un pensamiento negativo de cada una de las personas del salón.

La segunda semana comenzaron los trabajos en equipo, lo más tedioso del mundo para mí; en especial si son una bola de inútiles que no saben ni escribir la fecha. Solo había dos personas que salvaban el equipo de diez. Ella, y un sujeto con cara de idiota que impresionantemente sabía mucho acerca de la biología.

Nosotros no nos hablábamos mucho, solo para ponernos de acuerdo con el trabajo, pero nos mirábamos mucho. No con agrado ni de una manera cariñosa o algo por el estilo, más que nada era mera curiosidad. A mí me parecía una persona interesante, no mucha gente aquí tiene los ojos verdes. Además de que sus movimientos de alguna extraña manera reflejaban sabiduría. La hacían ver más grande de lo que era.

De vez en cuando sacaba sus lentes para leer algo de lejos o cuando salía del salón, porque hasta la fecha no confía en las personas y tenía miedo de que se los fueran a robar. Se ve bien con o sin ellos, cosa que es extraña en la gente que usa lentes. 

Cada día transcurrido me hacía interesarme más en ella, pareciera que el tiempo en ese entonces se alió con los sentimientos. Llegó un día en el que no podía dejar de pensar en ella; se había convertido en parte de mí, y yo ya no quería dejarla ir.

Nos hicimos mejores amigos durante todo el ciclo escolar, salíamos juntos al receso, hablábamos todo el día, aun cuándo cada quien había llegado a su casa, ambos abríamos el correo electrónico para seguir hablando. No recuerdo que habláramos en realidad de algo relevante. Eso habría sido extraño a decir verdad.

Para el tercer grado, durante una tarde de reflexión acostado en un parque, me di cuenta de que era la persona más importante para mí en ese momento, y tomé una decisión, "Me casaré con ella" dije cerrando los ojos, sumergiéndome en mis pensamientos de cómo sería una vida junto a ella... "será una buena vida", pensé. Y después de eso me quedo dormido bajo la sombra de un árbol, con una sensación de felicidad. 


Unos segundos másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora