Perdido en Tokio

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Japón me pareció una sátira.

La primera vez que fui, no me gustó.

Sentía que tanta contaminación visual

realmente no le sentaba;

tantas señales, tantas líneas de subterráneo.

Sería fácil perderse, en Tokio.

Creía que estaba perdiendo el tiempo,

pero no me molestaba en hacer algo al respecto.

De día trabajaba, y por la noche

me la pasaba en el bar del hotel.

Cavilando con un whisky en la mano

y la cara sin desmaquillar, en un traje que para nada

iba acorde a la situación.

Era un hombre perdido en Tokio.

Poesía estertianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora